domingo, 27 de marzo de 2011

Travesía de tresmiles en Sierra Nevada

Llevaba poco más de dos años sin ir a Sierra Nevada, esa gran sierra menospreciada por algunos y alabada por otros como yo. Tenía ganas de ver otra vez las lajas de micaesquisto, el sol que siempre invade esta sierra y las largas lomas del Sur como contrapunto a las paredes del Norte. La verdad fue que el mapa de isobaras nos llevó al Sierra Nevada, más bien porque era el único gran macizo montañoso de España donde el tiempo no iba a ser del todo malo.
Tres miembros del club, Calleja, Pica y yo, nos dirigimos hacia la antigua capital del reino árabe, salimos tarde de Parla cosa que quizás nos iba a ir hasta bien, debido a que jugaba la selección española en Los Cármenes de Granada y quizás llegar allí antes de las 10 iba a ser encontrar atasco seguro. Realizamos el viaje rápido, paramos en Jaen a cenar (un bocata de casa que estamos en crisis) y bordeamos una Granada en donde sólo había luces para su estadio, en el marcador España 0 República Checa 1, hasta la Alhambra estaba apagada del susto. Dejamos las poblaciones y tomamos el desvío donde empezamos a ganar altura metro a metro a las faldas de Sierra Nevada. Las botellas de Lanjarón comenzaban a desformarse extrañamente por la presión y dejando Pradollano un poco más abajo llegamos a nuestro vivac a cielo abierto más realizado a lo largo de los años, "la Hoya la Mora" a 2550 metros.
La zona de los puestos de trineos estaba repleta de nieve, no se podía aparcar. Un talud de 3 metros en la carretera de nieve nos indicaba que había un paquetón y nos metimos un poco en los puestos de la izquierda donde si había abierto un espacio reducido para aparcar. Allí y en la pequeña terraza (justa para 3 personas) nos tiramos con los sacos un poco a resguardo del fuerte viento Oeste que soplaba.

Sonó el despertador, estaba amaneciendo, el viento no nos había dejado dormir muy bien soplando y haciendo de la oquedad de la caseta un continuo remolino, además el suelo de la terraza estaba formado por tablas separadas, zona por donde salía viento también. Desayunamos en los sacos metidos mientras llegaba algún que otro montañero también.
Tras hacer la mochila y aparcar bien el coche iniciamos la marcha, eso sí advertidos por una persona del Parque Nacional que había fuerte riesgo de aludes y que daban ráfagas fuertes de viento en zonas altas (70Km/h). No había otra y escondidos bajo los gores iniciamos la marcha, esta vez el viento ganaba al sol, por la carretera en dirección al cuartel militar que pronto dejamos atrás. La carretera estaba totalmente cubierta de nieve y decidimos tomar una línea recta imaginaria en dirección al Veleta y por donde había alguna huella que aprovechamos, la nieve estaba bien durita y la progresión era bastante buena para la época que era del año.
Pasamos la línea que delimita el Parque Nacional y el Veleta que parecía estar al lado nos enseñaba su cumbre, hasta la que nos quedaban casi 3 horas aún.

Fuimos ganando altura continuamente y de una forma muy regular, ascendíamos a 7 - 8 metros el minuto, cruzando en numerosas veces lo que intuíamos que se trataba de la carretera. Sobre la cota 2750 nos vimos en la primera tesitura; seguir por la pequeña loma hasta los Panderones y meternos a la pista de esquí que por la izquierda asciende a la misma zona. Elegimos la loma para llegar a los Panderones, desde allí divisamos el famoso Barranco de San Juan, donde se podían ver los restos de la avalancha que sepultó a un montañero hace menos de un mes y continuamos descendiendo unos metros a la pista del Águila. Desde aquí como la nieve estaba algo blanda, decidimos continuar por la pista y fuimos ganando altura hasta llegar a las "Posiciones del Veleta", zona a la que se adentraron varias cordadas para montar el rápel de 60 metros que te adentra en el Corral del Veleta para hacer el Canuto Norte. Nosotros continuamos por la pista a derechas, juntándonos con unos cuantos esquiadores de travesía que se dirigían al Refugio de Poqueira por el Collado de Carigüela. Tras unos minutos por la pista de esquí llegamos al Telesky Antonio Zayas, aquí giramos 90º y nos dirigimos hacia el Veleta, en un principio subimos por una pista un tanto helada y por la que progresábamos bien, pero después nos metimos a nieve blanda, observando de primera mano la nevada que había caído el Lunes y Martes y que aún no había transformado. Nos quedaban menos de 200 metros hasta el Veleta y abriendo huella llegamos a una huella que ascendía cercana a los Tajos del Veleta, que aprovechamos para continuar hacia arriba más cómodos.
Ya podíamos ver los pivotes de señalización de su último tramo y un poco más arriba la caseta de cumbre, y un poco más el vértice geodésico, biennn! estábamos en la cumbre. Tardamos unas tres horas, buen tiempo si contamos que llevábamos mochilas de unos 16 kilos, desde allí nos hicimos unas fotos y disfrutamos de las vistas, siempre y cuando la niebla que entraba y salía nos lo permitía.
Tras las fotos y comer algo, decidimos continuar, por donde?. Pues para evitar el riesgo de aludes del Collado de Carigüela, íbamos a rapelar desde la cumbre hasta los Vasares del Veleta. Más bien el riesgo de aludes era una escusa para rapelar de la cumbre y para echarle algo más de sal y pimienta a la travesía, porque seguramente hubiéramos tardado menos por el collado y quizás también más seguro. Nos calzamos todo el material y descendimos un metro a unas rejas de la caseta que tienen orientación Sur. Desde allí montamos el primer rápel, no era muy vertical si bien transcurría por una canal, de la Vía Lorente-Monleón, por donde ya había destrepado y trepado con anterioridad en verano, pero tenía su puntillo aéreo.

El primer rápel nos depositó en una plataforma de nieve desde donde el situarse en un lugar seguro era un poco dificil, además bajo la nieve estaban las famosas lajas de micaesquisto que con estas pendiente basta pisarlas un poco para salir volando y sin cuerda. Encontramos un pequeño bloque que si bien no era muy seguro para estar si lo era para rapelar, sobretodo cuando la fuerza venía desde abajo,

allí abandonamos una cinta e introduciéndonos en un pequeño diedro rapelamos otros 25 metros hasta llegar a la salida del Canuto Norte del Veleta, lugar donde recordaba que existía una argolla, pero que no encontraba por ningún lado, seguramente tapada por la nieve.

Allí nos situamos los tres (alguno con más problemas de los previstos), y continuamos la marcha. Queríamos ir hacia los Machos, pero una afilada arista de nieve y una posterior zona rocosa, nos obligó a descender unos metros por la vertiente Sur y pasar la zona para volver a montarnos en la cuerda que se dirigía hacia el Pico de los Machos. La niebla se metió definitivamente, no veíamos nada y en algún momento nos preocupó el no alejarnos mucho entre nosotros por posibles extravíos.
Haciendo caso al GPS, nos montamos en la loma del Cerro de los Machos y por una huella abierta esa misma mañana llegamos a la propia cumbre, segundo tresmil de la jornada y verdadero mirador de la sierra. Durante algunos minutos abrió, cosa que nos permitió ver el Barranco del Guarnón y parte de la Norte de la Alcazaba, ya que el Mulhacén estaba totalmente cubierto. Para evitar un poco el viento nos bajamos varios metros hacia la ladera Norte, allí sentados comimos algo antes de continuar y mientras hacíamos el hueco para aposentarnos quitando la nieve, nos dimos cuenta del verdadero riesgo de aludes, ya que un tomo de 10 centímetros de nieve blanda de pequeñas dimensiones, corría sobre un plano de estratos más duros bajo ella. Allí entendimos las explicaciones de los del parque, además las cordadas que iban hacia el Canuto Norte, vimos como se daban la vuelta al ver las condiciones de la vía desde el Corral.
Tras comer descendimos por la ladera Sureste de los Machos hasta el Collado del Lobo, así nos evitamos el delicado "paso de los Machos", había formadas unas cornisas de grandes dimensiones, pero nosotros por la vertiente Sur no corríamos peligro de pisarlas, siguiendo las huellas de los esquís que nos habían endurecido la nieve.

Manteniendo la altura por encima de los 3.000 metros pasamos la Puerta de los Crestones de Río Seco, allí no había restos de la misma y es que había tal cantidad de nieve que la muesca hecha en los crestones para que pase la pista en verano que no nos podíamos imaginar los metros de nieve que había allí acumulados. Tras pasar la puerta, fuimos en leve ascenso hacia Loma Pelá, normalmente cuando la nieve es menor, se puede seguir la pista hasta la curva del Refugio de Pillavientos, aunque más largo te evitas el tener que ascender a Loma Pela, pero con estas condiciones de nieve blanda, teníamos que subir a la loma. Siguiendo la huella de una persona que había delante y otros tres esquiadores llegamos al collado de la loma, desde allí pudimos ver que del Refugio de la Caldera se veía la chimena y un poco de tejadillo y nos olvidamos de la idea de bajar directamente a la Laguna de la Caldera por la verticalidad de las palas y sobre todo por el riesgo de que la ladera se viniera abajo. Nos dirigimos por la cuerda hacia la cumbre de Loma Pela (3er tresmil de la jornada) y pasada ésta, descendimos por la ladera de unos 35º hacia la caldera. Tuvimos que caminar algunos metros en leve ascenso para llegar al refugio que estaba totalmente cubierto de nieve, llevábamos la pala a consciencia de que nos iba a tocar hacer el agujero para poder entrar, pero un buen hombre alcarreño que llevaba por la sierra algunos días nos había evitado el trabajo durante la tarde anterior y así tirados en el tejado descansamos, comimos, derretimos nieve para hacer agua y disfrutamos en general de la jornada.

Eran las 6 de la tarde, el sol ya había empezado a acercarse cada vez más a la "Loma Pelá", mis compañeros aquejados de leves dolores de cabeza se encontraban bien tras comer y descansar un poco, entonces nos enfundamos las chaquetas de ataque y con una mochila con los plumas y frontales iniciamos el ascenso al Mulhacén para ver atardecer desde la cumbre de la Península Ibérica. Más que por romanticismo, ya era por cojones y porque lo habíamos hablado durante varios días antes, bueno y también por algo de romanticismo lo admito...

La huella estaba abierta, pero sin mochilas esto era otra cosa, aunque la nieve blanda nos ponía alguna traba para progresar el ascenso era pan comido, instauramos un ritmo lento pero continuo, mirando de reojo hacia atrás echando una carrera con el sol, a ver quien llega antes. La sombra en la caldera ahora corría tras nosotros, primero llegó al refugio y luego corría ladera arriba del Mulhacén.

Cumbre!!,, llegamos antes, el sol estaba a punto de meterse por el horizonte sobre la cumbre del Veleta, y allí disfrutamos de unos cuantos minutos, siendo seguro las personas a más altura sobre la tierra de la Península ibérica por unos momentos. Sentados sobre la cumbre disfrutamos de aquella maravilla, que no hacía más que recordarme que el atardecer "nevadensis" es el más bonito de toda España.


Tras la experiencia, y observando que nos estábamos quedando helados aún con los plumas (debido a los -5º más un viento que estaba cambiando de Norte bastante fuerte), decidimos iniciar el descenso con los últimos tonos de luz sin la necesidad de sacar el frontal. La verdad que sobre la ladera Oeste del Mulhacén volamos hacia abajo, por la nieve pegando grandes pasos y llegando al refugio en no más de 15 minutos. Allí cenamos y con nuestros compañeros de habitáculo charlamos sobre las variantes y rutas realizadas meses atrás.

DOMINGO

Tras pasar una agradable noche con pocos despertares y volteos, nos levantamos a las 6:30, no hacía mucho frío pero la condensación de éste refugio había hecho que tuviera el plumas bastante mojado. Parece que dí el toque de queda ya que tras de mí se levantaron el resto de las 8 personas que dormimos esa noche. Salió el primero a mear, y volvió asustado, hacía un viento muy muy fuerte, decía que casi le había tirado y así uno tras otro que salía volvía con la misma cantina. Los que iban a la Norte del Mulhacén la suspendieron, los que iban hacia abajo a Poqueira decidieron esperar a que amainara el viento y nosotros....... pues tras hacer la mochila decidimos romper el hielo y salir. Íbamos ataviados con toda la ropa disponible, el viento en un primer momento nos zarandeaba, pero poco a poco iba amainando.,


así acometimos la subida a la "Loma Pelá", donde arriba unas ráfagas de viento nos obligaron a detenernos y a clavar los bastones en el suelo con todas nuestras fuerzas (cuatro patas sujetan más que dos). En otra ocasión parecía que la montaña nos estaba tirando trozos de hielo a la cara que picaban bastante, quizás era el peaje por el magnífico atardecer de ayer.
Tras cumbrear "Loma Pelá", iniciamos el descenso, el viento había parado un poco, el sol comenzaba a regalarnos algunos rayos en la zona de Ríoseco y la dureza de la nieve matinal, nos hacía progresar mucho mejor que durante la tarde anterior, pudiendo incluso ver parte del mar Mediterráneo y la costa granaína de Salobreña.


Así pasamos por la puerta y con crampones y piolet en mano, tras observar nuevamente las "Nortes" desde el Collado del Lobo, llegamos al "Paso de los Machos",
que debido a la cantidad de nieve que tenía, hacía que la pendiente fuera de 50º, pero que fuera todo nieve y no roca. Lo superamos sin problemas y continuamos hasta los Vasares del Veleta, desde allí vimos un alud, que había caído a la vertiente Sur del Veleta y la línea de rápeles que habíamos realizado el día anterior.

Tan sólo nos quedaba el ascenso al Collado de Carigüela, sabíamos que era el tramo más inclinado, de subida y quizás el más peligroso por el tema de las cornisas, nos situamos bajo el collado y observamos que las mismas no tenían tanto peligro como el mencionado, además habían pasado decenas de personas el día anterior, y por la huella fuimos ganando altura dejando la zona peligrosa de cornisas a la derecha y llegando al collado con una facilidad sorprendente. Como si de una puerta a otro planeta se tratase, en un visto y no visto salimos a un mundo diferente, ahora una pista de esquí pasaba junto a nuestras narices y descendían esquiadores hacia abajo a toda velocidad, estábamos en el mundo civilizado y real de nuevo. Primero ascendimos un poco hacia el Veleta por la misma pista de esquí, haciendo uso de la civilización, y posteriormente trazamos una horizontal por nieve fresca y blanda para llegar a "posiciones del veleta", donde observamos todos los tajos y algunas cordadas que iban para la Norte.

Desde allí tomamos la pista del Águila y no la abandonamos hasta los 2800 metros, donde por el itinerario de la ida y la carretera más alta de Europa fuimos descendiendo hasta llegar a la Hoya de la Mora, lugar de recreo para cientos de personas.
Ataviados con todo, nos sentamos en las sillas coca-cola de uno de los chiringuitos y pedimos el famoso bocadillo "campeón" con un refresco, estos granainos no tienen labia. Con un café en el cuerpo iniciamos la vuelta a Madrid con rapidez, ya que otro evento importante me esperaba, mi Rayo se jugaba la vida con el Betis,,,,,,,a las armas!!!

1 comentario:

  1. Que tal Dani,

    Me ha gustado mucho su blog, recomendado por un amigo en comun: Guillermo Supelano, quien me envio el vinculo hace unas semanas.

    Buenas fotos y relatos, estare pendiente de su cronica del Tocllaraju, preciosa montaña peruana que conoci hace un par de meses (y cuya cima no pude lograr en parte por este terrible invierno del fenomeno de la niña en que estamos en suramerica).

    Tambien tengo un blog, me causa curiosidad que es parecido al suyo, pero trata de las montañas de Colombia (mi pais), lo invito a conocerlo en:

    www.rutadirecta.blogspot.com

    Talves podriamos intercambiar vinculos, por ahora soy su seguidor, Que chevere haber conocido su trabajo blogger.

    un saludo,

    Henry Garcia

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