miércoles, 24 de marzo de 2010

ETNA

¿Al Etna por qué?
Con el tercer año consecutivo al Atlas marroquí, dicha cordillera ya no era aquella cordillera soñada, había perdido un poco de misterio y durante el viaje de vuelta en el 2009 decidimos durante el vuelo que en el 2010 nos íbamos a tomar un respiro e íbamos a cambiar de rumbo. La búsqueda era clara: una montaña relativamente cercana, económica y que se pudiera realizar en un viaje de 4 días a lo mucho. Así surgió el Etna.
Lo tenía bastante claro y a finales de año comenté la jugada a mis compañeros, Carol no lo dudó y sacó el billete, por su parte se animaron Paco y Ángel y por la mía Bolo, además de Dani Moreno que se unió al grupo un par de meses antes del viaje. Algunos compañeros se quedaron en el camino por diversos motivos y así el grupo lo compusimos 6 personas, bastante diferentes entre sí, pero con un mismo objetivo, el Etna.



Para la preparación de la aventura, un mes antes mediante correos se comenzó a mover la cosa, llevando sobre todo Ángel la parte de búsqueda de información de mapas, vulcanología, alojamientos y Carol realizando la parte práctica y económica, como son realizar las reservas. Esta vez me había quedado liberado de cargos, pero ya me hacía falta ya que casi siempre estas tareas en otros viajes me tocaban a mí, por lo que era de agradecer que ya todo el trabajo de información lo hubieran hecho mis otros dos compañeros.
En el calendario pasaban los días volando y para cuando nos quisimos dar cuenta teníamos que partir para tierras italianas con todo bastante atado.
Llegó el día 18, día de nuestra partida, en un primer vuelo hacia Milán volaron los dos castellanos del viaje: el salmantino Ángel y el toledano Bolo, que ya para la hora de comer estaban en Milán. Los otros 4 integrantes, quedamos en la estación de Parla a las 17:00 y en Renfe nos dirigimos a la T1 de Barajas, donde llegamos con bastante tiempo para recolocar las mochilas, plastificarlas y facturar sin prisa. Así pasadas las 8 de la tarde, partimos rumbo a Milán, para llegar allí tras 2 horas más y donde nos esperaban nuestros otros dos integrantes.
Era la primera vez que nos encontrábamos juntos los 6 y la verdad que la cosa fue sobre ruedas, desde un primer momento observamos que iba a funcionar el grupo y nos dirigimos a una parte del aeropuerto bastante tranquila donde se encontraban los asientos más mullidos de todo el aeropuerto, además de una serie de pasillos para uso de personal del mismo que usurpamos para poder ir al servicio e incluso para aperruchar la pertinente máquina de bollos y zumos a precio de polígono. Tras las presentaciones y un buen bocadillo, cada uno de nosotros ocupamos uno de los sillones y acompañados por un negro, que roncaba como un jabalí y un nórdico que pasó bastante desapercibido intentamos conciliar el sueño.
No dormimos muy bien, con susto del jabalí incluido, para tocar diana a las 5. El desayuno lo compusieron unos zumos y bollos de máquina, y mientras facturábamos llegó la primera sorpresa del viaje; Paco se había equivocado al sacar el vuelo Milán-Catania . Y tirando de credit card pudimos solucionar el problema.Terminamos de facturar y tras la seguridad, pasamos entre Chanel, Toblerone, no nos entretuvimos mucho y nos dirigimos a la zona de embarque, para hacerlo en pocos minutos. El vuelo fue tranquilo a excepción de los últimos minutos, en donde comenzamos a ver el Etna por la ventanilla y alborotamos un poco el avión haciendo fotos, la primera impresión del Etna fue grandiosa, por la ventanilla parecía una mole impresionante y tenía bastante nieve cosa que incluso nos iba a venir bien. Aterrizamos en un aeropuerto tranquilo y cogimos las maletas para dirigirnos a la zona de información del aeropuerto, allí nos explicaron que debíamos de coger un bus hacia la estación central y tras sacar los billetes, a la parada nos dirigimos, observando el Etna a pie de tierra algunos kilómetros por encima de las casas. El bus llegó en seguida y en unos 15 minutos estábamos en la Estación Central, observando que Catania era una ciudad bastante negra y con mucha suciedad por las calles.
Tras algún pequeño regateo berebere, compramos los billetes oficiales en una heladería y esperamos tan solo 5 minutos antes de partir hacia Nicolosi. Un viejete que por allí andaba nos dijo que el trayecto era de una hora, pero el autobusero se empeñó en dar vueltas y recorriendo varios pueblos de las faldas del volcán, además de algunos problemas mecánicos, tardamos casi 2 horas en llegar a Nicolosi. Estábamos en la plaza del pueblo, en información nos comentaron que no había sendero posible y que la única forma de subir a la estación de Etna Sud era a pata por la carretera,,, uff, que tostón!. Nos cambiamos de ropa en los bancos del parque, a modo mendigo y compramos unos bollos deliciosos en una pastelería donde hicimos un poco la rosca para que nos dejaran depositar las mochilas con la ropa sobrante.
Así partimos con lo puesto rumbo al Etna, primero por las calles de Nicolosí y luego por unas urbanizaciones con pinos situadas a las afueras. Hacía bastante calor, marcaba 15º el termómetro y en manga corta ascendíamos por el asfalto tomando curvas y dejando atrás todas las edificaciones. La vegetación desapareció y continuamos el trayecto por la carretera rodeados de coladas de lava, con el Etna presidiendo todas ellas. Tras algo más de dos horas de marcha hicimos una parada en un bar de carretera, donde nos tomamos unas birras para amenizar el camino. Desde este punto el sol comenzó a caer, al igual que la tarde y hasta las narices de la carretera intentamos atrochar por varias pistas, y alguna que otra curva por los bloques de lava directamente. Finalmente el sol cayó y nosotros en la tentación de cortar las numerosas curvas que hacía la carretera, así que cada uno a su ritmo atrochando por las coladas, por lo menos para sentir que ascendemos por un volcán. El último tramo lo hicimos por la carretera, nos juntamos los 6 y llegamos ya de noche el Hotel Corsaro, nos atendieron fenomenal y nos repartieron en dos habitaciones, en donde nos duchamos, descansamos y cenamos en un buffet espectacular repleto de comida. Tras la cena, un poco de lava de volcán y unos juegos de cartas de Paco nos acabaron de atolondrar para meternos en el sobre pronto ya que la jornada próxima iba a ser dura.
El despertador sonó a las 5, bueno aunque Jose ya se había fumado dos pitis a esas horas. Mientras amanecía, desayunamos en la habitación y terminamos de vestirnos de gala y realizar las mochilas para quedar a las 6 con nuestros compis de la otra habitación.


A esa misma hora, ya era de día total y además con unos 5ºC partimos hacia arriba, primeramente caminando unos 200 metros por la carretera y después tomando las primeras palas de nieve, en un estado duro perfecto para caminar. Íbamos dejando los remontes de la estación de esquí a la derecha, mientras la nube de gases de la cumbre cada vez se hacía más grande. Poco a poco con buena letra fuimos ascendiendo, observando los primeros boquetes volcánicos con la compañía de un perro y del sol reflejando en el Mar Mediterráneo. Podíamos ver los dos cráteres del Sur y en lugar de dirigirnos hacia la Montagnola, situada más a la derecha, nos dirigimos hacia un leve collado para evitar en la medida de lo posible las nubes de gases. Desde el collado el panorama era increíble, no podíamos imaginar que la nube fuera tan grande y tras un descanso ascendimos dejando la Torre del Filósofo a la derecha y pasando junto a una pequeña caseta con algún aparato para mediciones. Debido a la nube, cambiamos el rumbo bruscamente y nos dirigimos hacia el NW, con la intención de por la ladera bordear los cráteres, así progresivamente fuimos ascendiendo poca altura para llegar a la propia ladera del cráter central, donde encontramos un tramo sin nieve para aprovechar a comer algo y descansar.
La nube no nos engulló, y continuamos ascendiendo por la ladera bordeando el cráter, por tramos mixtos hasta llegar a un collado, situado en una zona donde salía gas por todos lados, por fin ya era el cráter central, estábamos a 2200 metros.


Allí nos pusimos las mascarillas y por una especie de cresta volcánica nos dirigimos hacia un alto, la cumbre del cráter central.




Todo fue alegría entre nubes, parecía niebla y tras unos minutos Dani y yo nos dirigimos hacia el cráter Norte haciendo dos grupos. Unos investigamos la circunferencia del cráter central y los otros la del Norte, algo más alta.




Tras maravillarnos con las fotos y alucinar con las emanaciones decidimos descender por el mismo lugar que habíamos subido, saliendo de las nubes en pocos minutos. Con bastante tranquilidad fuimos perdiendo altura bordeando de nuevo el cráter y juntándonos en la zona de Torre del filósofo entre surferos de nieve y tras hacer una nueva visita a otro cráter cercano. Desde esta zona hacia abajo, todo fue descender por nieve blanda y charlar entre nosotros con el sol en todo lo alto calentando de lo lindo.
Tras algo más de 10 horas llegamos al hotel, antes de ducharnos preparamos una timba en la terraza del mismo para aprovechar los últimos rayos y cuando la temperatura descendió en exceso a los habitáculos y a ducharnos. La cena de buffet, corramos un tupido velo,, hasta reventar. Y después unos “limoncelos” para amenizar la noche y digerir tal ingesta.
A la mañana siguiente contratamos un taxi para bajar a Nicolosi, pedimos las mochilas en la pastelería e hicimos un gasto, aunque tampoco hubo que forzar mucho para sentarnos en la terraza y pasar un buen rato. Desde allí a 40 metros la parada de autobús, en donde cuando estábamos mirando los horarios llego el que nos iba a bajar a Nicolosi y en 1 minuto ya sentados. Con el autobusero kamikaze en menos de una hora estábamos en la estación de autobús de Catania, desde donde pateamos cargaditos algunas calles para llegar a nuestro Bed and Breakfast situado en un pseudolavapiés a lo guarro. Algunos trámites con los hippies, estas son las llaves, este el mapa y de turismo por Catania,, eso sí, primero a la playa.


Desde estos momentos la consciencia fue disminuyendo: una playa con cantos como televisiones, unos “aranchinis” de arroz sentados en el suelo, un anfiteatro semienterrado, el minivaticano con un elefante de basalto, la fiesta hippie de la primavera, un castillo sin almenas, un helado, otro helado, el teatro Bellini y al hotel. ¿Qué habéis dicho, fiesta de la primavera?...........................