domingo, 19 de octubre de 2014

De series por Guadarrama. ( 21km. 1500desniv.)

No soy muy dado yo a correr por la montaña, soy más de fotos, de pateo, de cuerda y de cacharreo, pero se acerca una actividad en la Patagonia que nos va a demandar lo máximo de nosotros, por ello durante este otoño e inicio de Invierno el entrenamiento tornará a ser más aeróbico, acumulando desniveles y kilómetros y dejando un poco de lado las vías de escalada clásica que estábamos más acostumbrados a hacer últimamente.

La primera de ellas me la tomo como un test. Me dirigiré a la Barranca para ascender muy ligero a la Maliciosa y desde allí enlazar por los cordales; Bola del Mundo, Cerro de Valdemartín, Cabeza de Hierro y vuelta por la Bola y descenso por la Barranca.


el track de la ruta realizada: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8284870

Finalmente sufrí menos de lo imprevisto, 4 horas y 27 minutos para los 21 kilómetros de recorrido.
Las subidas las hice caminando rápido y los descensos combinando el trote con el caminar. En todas las cumbres paré 5 minutos para alimentarme, beber y disfrutar.

Realizar una descripción o una crónica del itinerario "archiconocido" es tontería, así que pongo un vídeo de la actividad.


A veces la libertad se puede tocar con las manos.

sábado, 11 de octubre de 2014

Mulhacén por la Canal Este.

La primera gran borrasca de otoño que barría la península llegaba precisamente durante el fin de semana. La cosa estaba muy inestable por el norte y como siempre para nosotros el Sur se nos presentaba como opción interesante.
Ya a primeros de semana y tras darle muchas vueltas a los mapas de isobaras, lo tuvimos claro; Sierra Nevada. Valoramos las actividades posibles y entre ellas como siempre está subir al "Rey de la Península", el Mulhacén, aunque sea un rey moro (Mulay Hacén, castellanización del Mulay Hasan, antepenúltimo rey nazarí de Granada del siglo XV, y dicen que enterrado ahí).

Son varias las veces que he ascendido al Mulhacén, por todas las vertientes, pero recuerdo con cariño una en la que Juan Carlos y yo nos metimos por la Canal Este haciendo la integral de la sierra. Fue una cosa como: -"por allí parece que se puede subir, pues vamos"-. Y me parecía buena idea subir a dormir a Siete Lagunas desde Trevélez y ascender por esta canal escondida, de la que no hay nada reseñado por internet ni track por wikiloc, -"pues desde ahora lo habrá"-.
Por si fuera poca la motivación de volver, también se encontraba en el camino, mi último tresmil del macizo, el Cerro de la Laguna altera, un depósito morrénico del extinto glaciar de la cuenca de siete lagunas con una prominencia de casi 20 metros tan sólo, pero añadido a la lista de mis tresmiles secundarios.
Una lista realizada hace más de 10 años, tomando como referencia los mapas topográficos del IGN y extrayendo 50 alturas de más de tresmil metros, 29 principales y 21 secundarias, con más de 10 metros de prominencia.



Con el itinerario organizado y según transcurría la semana, observamos que la borrasca también iba ha hacer acto de presencia en Sierra Nevada, ésta iba  a ser más escalonada y a partir del sábado por la noche iba a aterrizar en la zona. No quedaba otra, el sábado subir a siete lagunas, montar campamento, tirar para cumbre y el domingo descender a Trevélez en plena borrasca.

Llegó la hora, de un pre-grupo de más de 10 personas, el mal tiempo echó para atrás a la mayoría, los más aguerridos tiraron por la tangente y con éstas, nos montamos en el coche 5 personas; los dos Javis, Natalia, Miriam y yo, grupo aparentemente homogéneo.

Partimos de Valdemoro rumbo al Sur, nos cayó algo de lluvia por el camino y tras parar a cenar un bocadillo en Lanjarón llegamos a Juviles a las 23, allí nos hospedamos en un albergue de nueva construcción.


A las 6:00 sonó el despertador, son los momentos más duros de un viaje de éstos, aún cansado de toda la semana el cuerpo se tiene que activar ¡y de qué manera!. Tras menos de 6 horas de sueño desayunamos con los infernillos en el mismo suelo e hicimos las mochilas. Con todo preparado partimos hacia Trevélez, más concretamente hacia la Plaza Superior del pueblo.
Allí nos terminamos de preparar y tras repartirnos el peso de las tiendas y material común, partimos entre las callejuelas hacia la parte alta del pueblo a las 8 en punto de la mañana y a una altura de unos 1540 de altura, posiblemente el pueblo más alto de España (de ésto existe polémica).

La senda nace desde el mismo pueblo y está perfectamente indicada como PR.27, con carteles indicando a 7 lagunas por lo que no hay pérdida.
Partimos por dicha senda en ascenso, entre muros de piedra que delimitan terrenos de labor y ganadería. El otoño ya ha llegado a la comarca y los tonos amarillentos de los castaños y los chopos adornan el camino, pero todo esto va a ser un espejismo ya que si por algo se caracteriza Sierra Nevada es por su falta de vegetación y más en vertiente Sur.

En unos 30 minutos llegamos a la Acequia Nueva y por un pequeño tablón de madera pasamos al otro lado y continuamos la marcha por un camino empedrado. El tiempo está aguantando e incluso hace calor, podemos ir en manga corta perfectamente.


Estamos a 1800 metros de altitud, hemos ganado altura durante la primera hora lentamente y a partir de aquí el panorama cambia bruscamente. Pasamos una valla, que cerramos para que no pase el ganado y el camino se convierte en senda que ahora comienza a trazar zetas paralelo a la valla metálica, con el único objetivo de ganar altura para llegar a la Acequia Gorda situada a 2040 metros. Antes de emprender el cambio de pendiente realizamos la primera parada de descanso y por el Oeste se aproximan algunos penachos de nubes algo extraños.


Nos ponemos nuevamente en marcha y sin prisa pero sin pausa llegamos a la Acequia Gorda poco antes de las 10 de la mañana, cumpliendo casi la segunda hora de recorrido. Tras la costosa subida el camino mantiene altura y va recorriendo la acequia hacia el Norte poco más de medio kilómetro de longitud.

Atravesamos otra valla metálica y ahora los matorrales son básicamente agracejos y otras especies espinosas, que nos acompañan por la senda mientras nos dirigimos en ascenso hacia una masa de pinos que vemos en la lejanía. Ésta vez el camino no se hace pesado y en una media hora estamos a 2250 metros de altitud llegando al pequeño pinar. Desde este punto nuevamente la senda cambia de pendiente y ahora se adentra entre los árboles para ganar altura más bruscamente.


Son los últimos árboles de la jornada y da pena despedirse de ellos, en unos pocos minutos atravesamos el pinar mediante varios zig-zag llegamos a un pequeño alto donde se encuentra un refugio libre. No sabíamos de su existencia y tras asomarnos observamos que hay personas alojadas, aunque deben estar por arriba.
Realizamos una nueva parada para comer algo, ya va haciendo fresco y es que estamos a casi 2400 metros de altitud. Por arriba podemos ver que las nubes ya están sobre el Mulhacén, esperemos que aguanten pacíficas.

Tras el refrigerio continuamos la marcha a por la cuarta hora de camino. Podemos ver que la senda discurre por la falda lateral del valle y arriba apreciamos muy bien todo el tajo rocoso que protege el Circo de 7 lagunas, parece que está ahí al lado pero aún nos quedan 600 metros de desnivel para llegar.


Cruzamos la Acequia seca del Mingo y abrigados con los forros vamos ascendiendo progresivamente ganando altura paralelos al Río Culo de Perro. Tras un estrechamiento donde hay un pequeño dique derruido nos unimos con el cauce. Tenemos que cruzar el río y dudamos si hacerlo o antes o después, optamos por hacerlo a la primeras de cambio.



Hemos pasado ya los 2600 metros de altura, el desagüe de la laguna está cerca y la senda hace algunos giros para ganar altura más bruscamente sobre la loma de la Alcazaba. Cerca de la laguna hay más grupos de montañeros que suben, pero son actividades de un día ya que para esta noche el tiempo empeora y la gente no se suele quedar por arriba.


Poco a poco nos hemos situado bajo al tajo que protege la laguna, el Río Culo de Perro, aquí es un triste arroyo y lo volvemos a cruzar para acometer el último tramo de ascenso, estamos a una altura de 2770 y hemos cumplido la 4ª hora de recorrido. Vamos bastante bien, sino fuera porque el cielo se ha encapotado por completo y dudo que volvamos a ver un solo rayo de sol.


La senda se pierde entre pedreras de lajas de micaesquisto y nuevamente vuelve a aparecer. El camino es empinado y el grupo se comienza a estirar más que nunca, la pesada mochila ya va haciendo mella y es que hemos superado los 1400 metros de desnivel positivo acumulado.
Estamos a la altura de las chorreras del desagüe de las lagunas y tras varios zig-zags llegamos a la cueva donde se encuentran varios vivacs, buena alternativa por si esta noche se complica.

Por la senda embarrada recorremos los últimos metros que nos depositan en la gran planicie que alberga la principal laguna de las 7, un bonito lugar de tonos ocres y que emana tranquilidad y paz, hasta donde hemos empleado 4 horas y 20 minutos en llegar desde Trevélez.



Buscamos un buen lugar donde montar las tiendas, primeramente nos parece buen lugar "los borreguiles", típicos prados de hierba de sierra nevada donde por ejemplo crece la "plantago nivalis", endemismo nevadensi. Pero luego vemos que en un pequeño altillo hay dos vivacs perfectos para nuestras tiendas, es más quizás en el más grande entren las dos tiendas juntas.

Nos quitamos el peso de las espaldas y tras comer algo, nos ponemos manos a la obra. No tenemos mucho tiempo y el cielo se está poniendo feo, incluso la niebla ya no nos permite ver la zona alta del Mulhacén y Alcazaba.
La verdad es que hace frío, nos ponemos los plumas para no perder calor y montamos las dos tiendas, parece que han quedado bien, así que nos vamos a deshacer de todo lo inservible para dejarlo en el interior de la tienda y sólo subir al Mulhacén con lo imprescindible.


Se ha levantado viento de sur también, la mañana agradable se ha convertido en una tarde un tanto intempestiva, así que cuanto antes salgamos mejor. A las 13:20 partimos hacia arriba con unos 8ºC en el reloj. A partir de aquí no hay senda, no hay ruta, no hay hitos.


En casa antes de venir no encontré nada sobre la Canal Este, ni en wikiloc, ni en reseñas, por lo que lo único que sabía era que había ascendido por dicha canal en el 2005. El GPS nos iba a ayudar a seguir ya que a pesar de no tener dicho track, en sus curvas de nivel se podía localizar una leve depresión que podría ser la citada canal, el resto orientación e instinto.

Comenzamos ascendiendo hacia el Puntal de Siete Lagunas, dejamos la primera laguna a la izquierda y pronto se nos echó la niebla encima. Sin apenas ver, con el gps en mano ascendimos a lo que suponía mi último tresmil, el Cerro de la Laguna Altera (autobautizado así por mí).


Mientras tomábamos unas fotos de cumbre comenzó a llover, nos resguardamos un poco para ponernos los ponchos y una vez puestos, seguimos ascendiendo hacia el Norte en dirección al Collado que forman el Puntal de Siete Lagunas y el Mulhacén. Pasamos junto a la última laguna y tras ganar algo de altura comenzamos a ascender bruscamente por las pedreras de la izquierda en busca de la dichosa canal.


La lluvia paró, pero el viento y la niebla continuaron, íbamos trepando por bloques grandes, otras veces pequeños y divisando entre la niebla algunos rastros de posibles canales.
He de decir que estábamos perdidos en la niebla sin encontrar la canal pero no podía trasladarlo al grupo, ya que el ritmo, las ganas y la moral disminuirían.


Con el GPS fuimos redireccionando cada pocos metros, mientras ganásemos altura no había problema, en algún momento llegaríamos al punto más alto, en este caso el de la península.
En un primer momento tomamos dirección Oeste y posteriormente Suroeste, hasta que sobre la cota de los 3220 llegamos a una extraña planicie. Interpreté que se trataba del hombro Este del Mulhacén y así lo comprobé tras ver que hacia la vertiente Norte había un buen patio.
Tomamos dirección Sur desde el hombro saltando entre grandes bloques y es que la canal tenía que nacer desde por allí, alguna de ellas salía a la derecha, hasta que curiosamente encontramos un "hito" de piedras.
Sin duda había rastros de paso, así que estábamos justo en la entrada de dicha canal.


Ganamos altura por la canal y a pesar de no poder ver más allá de 20 metros, sabía que era la buena, un pequeño resalte nos cortó el camino, había que tener cuidado con la caída de piedras y nos separamos lo justo para no molestarnos sin perdernos de vista, los 3.400 metros eran nuestros, mientras unos cuantos restos de nieve aún se acumulaban en las zonas más umbrías.


Arriba el viento era bastante fuerte, esa era buena señal, teníamos que estar cerca de cumbre. Además la lluvia comenzaba a caer. Nos encontrábamos bien, habíamos superado una buena prueba.
En lugar de continuar por la parte alta, recordaba de la anterior ocasión que por la vertiente sur se caminaba mejor y eso hicimos. Fuimos recorriendo sobre bloques por los 3.450 metros y hacia el SW hasta llegar a la altura de la cumbre, donde llegamos a las 16, dos horas y media después de salir de nuestro campamento en 7 lagunas.

Sin ni siquiera subirnos al vértice geodésico, nos dirigimos al cercano vivac de piedras, allí y mientras nos resguardábamos del fuerte viento sur comenzó a caer una gran granizada que quedará para la historia grabada en nuestras cabezas.


Bajo los ponchos capeamos como pudimos los 10 minutos de granizada y cuando amainó un poco nos dirigimos a hacer una foto meramente por protocolo porque allí no había quien parase.


A las 16:30, tomamos una senda que parte de la misma cumbre hacia el sur, el suelo ya estaba blanco del granizo y el viento nos daba ahora de frente, impidiéndonos ver para esa dirección.
Los guantes empapados con la lluvia y ahora con el viento nos helaban las manos, por lo que yo las metí en el interior del poncho y mis compañeros en los bolsillos. La prioridad era perder altura y alejarnos de las zonas más expuestas al viento.

Perdimos altura con rapidez, siguiendo la senda que nos llevó hasta una pista, en una curva de la pista nos saltamos el itinerario balizado y continuamos rumbo SE, para dirigirnos hacia 7 lagunas, ya que la loma del Mulhacén cada vez va siendo más ancha y llega a sobrepasar el kilómetro de ancho, por lo que unos grados aquí arriba, pueden ser cientos de metros más abajo.

Por pedreras continuamos hacia el este, fuera de senda alguna, el viento ahora venía con menor fuerza y nos facilitaba la vida, podíamos ver, mirar e incluso sacar la cámara de fotos, antes simplemente ver el GPS, me costaba un mundo.


Sobre los 3280 metros y cuando llevábamos media hora descendiendo, se abrió un pequeño claro y pudimos ver más abajo alguna de las 7 lagunas, llevábamos el itinerario correcto y no nos quedaba mucho para llegar a las tiendas. Además por el mismo borde que delimita el circo de 7 lagunas, transcurría una senda que tomamos dirección este, para ahora sí perder altura con rapidez y encima con vistas al Sur y viento leve.



La montaña nos dio una tregua, hicimos bien los deberes, esta vez ha sido bondadosa con nosotros.

Continuamos por la parte alta de la loma, siempre dejando la pendiente hacia 7 lagunas  a la izquierda y perdimos altura con rapidez hasta llegar a la cota de 2970 metros donde un hito grande marca que la senda gira 90º y desciende hacia las lagunas.


Tras un corto tramo de senda serpenteante llegamos a las tiendas, después de dos horas de descenso y poco más de 10 horas de actividad total, con más de 2.000 metros de desnivel positivo.

Nos quitamos las mochilas y cuando nos disponíamos a comer algo comenzó a llover, nos metimos rápido a la tienda, lo más rápido posible y aún así entre que nos quitamos las botas con barro y las chaquetas, Javi que entró el último, se mojó más que durante casi todo el día. El frente que estábamos esperando, estaba aterrizando en la sierra, y todavía quedaba lo mejor.

Durante varias horas estuvimos charlando, no cesaba de llover, y el fuerte viento a ráfagas, traía cortinas de agua que parecían que nos iban a tirar la tienda abajo. Con la que estaba cayendo optamos por cenar en el interior y no salir para nada.
Se hizo de noche y la lluvia amainó algo, pero el viento continuaba, de repente las chicas chillaron, se les había levantado la parte exterior y hubo que hacer una salida nocturna para llenar todo el perímetro de la tienda de piedras. La nuestra también había sufrido y la parte de mis pies estaba empapada de agua y es que en el interior del vivac se había acumulado el agua sin salida y había formado un gran charco, que apañamos como pudimos con un poncho.

Por fin llegó la tranquilidad, sólo el susurro de las chicas charlando era lo que rompía el continuo llover y los vaivenes de la tienda ante las fuertes ráfagas. Por ahí cerré los ojos y no me acuerdo de más.......

Creo que nadie dormimos más de dos horas continuas. El despertador lo pusimos a las 8, algo tarde de lo habitual en montaña pero para 3 o 4 de descenso no necesitábamos madrugar en exceso.
A las 7 nos alertaron las chicas que tenían un problema, nos dijeron que su tienda se había roto. -¿cómo?-, que les entraba agua y podían ver algo de claridad por la parte superior.
Nos asomamos y vimos el panorama; el viento había partido las varillas y éstas la tela del techo, puffff...


-"Pues aguantad un poco y a esperar que calme y que amanezca"-.
Ya no pudimos dormir, iniciamos la charla y las invitamos a pasar a nuestra tienda cosa que no quisieron a pesar de tener los pies helados y el saco mojado.
Iniciamos la ronda de desayuno mientras amanecía, aún llovía algo pero el viento había parado por fin, esperábamos la hora de recoger y aguantamos ahora sí los 5 en nuestra tienda a la espera de que por lo menos la lluvia nos diera una tregua.


Las risas se alargaron y pasadas las 9 de la mañana cesó la lluvia, la niebla se había metido en el circo y hacía bastante frío pero ya cualquier cosa nos valía para salir y disfrutar del aire a 3.000 metros.

Desmontamos el campamento, vimos el estado ruinoso de la tienda de las chicas y decidimos que tras 15 años de servicio su destino iba a ser un contenedor de los verdes de Trevélez.


El tiempo nos dio una tregua, y desmontamos todo para meterlo nuevamente en las mochilas y prepararnos para a las 10 en punto ponernos en marcha hacia los pueblos alpujarreños.
Nos las prometíamos muy felices cuando antes de ni siquiera empezar a calentarnos comenzó a nevar. Y no cuatro copos de agua nieve, sino nieve de verdad.


Iba a ser otra jornada de "operación huída", así que nos pusimos los chubasqueros y chaquetas y tiramos hacia abajo todos juntos y a toda prisa (bueno Natalia bajo con el plumas).

Dejamos atrás las chorreras del desagüe de las lagunas y llegamos a la zona del Río Culo de Perro, aún a 2.600 metros nevaba y el cielo se veía bastante cerrado, con viento de SW.


A partir de aquí el viento cesó un poco y la nieve se convirtió en lluvia, ya todo se nos estaba empezando a llenar de agua, a ver hasta donde íbamos a llegar con todo seco.


En una hora nos plantamos en el refugio libre, situado a 2.400 metros y aprovechamos para meternos a comer algo fuera de la lluvia y a colocarnos el resto de mochila que hemos hecho corriendo a "matacaballo".

Tras una parada de 10 minutos, volvemos a iniciar el descenso, esperamos que por abajo no llueva, pero no es así y llueve incluso más. Nos adentramos en la zona de pinar y el grupo se alarga siendo Miriam la última aquejada de un dolor en la parte delantera del pie.


Vamos haciendo paradas cada poco para agruparnos y salimos de la zona de pinar, para ir llegando a la Acequia Gorda, ésta la recorremos un tramo y volvemos a perder desnivel bruscamente. Podemos ver Trevélez al fondo, pero hasta allí nos separan casi 4 kilómetros según los carteles


Llevamos dos horas de camino de descenso, pero parece que han sido 5, a mi las botas ya me están calando y mis compañeros están igual, los calzoncillos no van a ser menos.
Por fin llegamos a la zona del río, el bosque amarillento de ribera nos da la bienvenida, los castaños y chopos han perdido sus hojas con el agua y el viento de anoche y tapizan el suelo de amarillo.
Nos queda poco y me quedo a esperar de nuevo a Miriam, que va un poco más despacio. Viene sufriendo pero ya no nos queda nada, vemos las primeras edificaciones, unos caballos en cercas, unos cazadores del pueblo, el olor a humo de chimenea ya nos llega y las paredes blancas de las primeras casas.

Ya hemos llegado, callejeamos por el pueblo en busca de la plaza de arriba, y allí llegamos a las 12:30. Hemos perdido unos 1400 metros de desnivel en dos horas y media, bastante rápido, ahora nos tenemos que cambiar, yo aprovecho la sombra de una conífera, otro el voladizo de un tejado y alguna que otra la terraza techada de un bar.

Qué gusto da, ponerte ropa seca. Cogemos el coche y nos vamos para la plaza principal, allí descansará mi tienda rota, aquella tienda que monté en unos cuantos glaciares alpinos, -"buen final"-, y nosotros lo haremos en el típico bareto alpujarreño.
¡¡Venga unas jarras, si si de medio de medio, un poquito de queso, jamoncito!!.
Rematamos la faena en Pitres y después vuelta a  Madrid, eso sí tras comer la Alpujarra nos daría el último guiño: un poco de sol.


 Track de la ruta realizada:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8249149