jueves, 1 de enero de 2015

Patagonia 2015, día a día.

20 de Diciembre:

Ya está toda la logística preparada para el viaje; contratados hostales, albergues, buses, vuelos, alquileres de material, etc..
Sólo quedan 10 días para nuestra partida y a falta de hacer el petate todo está en la cabeza, aprovecharemos las próximas fiestas para organizarlo.
Mañana 21, saldremos a Peñalara a realizar prácticas de progresión glaciar y rescate de grietas.

21 de Diciembre, prácticas de progresión glaciar y rescate de grietas:

A 9 días vista de nuestra partida hemos ido a la sierra madrileña a realizar prácticas, la idea era clara, realizar encordamientos glaciares, practicando posibles caídas a grietas y tirones de cuerda.
Las prácticas las hemos realizado en los alrededores de Bola del Mundo.




27 de Diciembre, mochila.

Quedan sólo tres días para partir al continente americano, es la hora de hacer el petate y comenzar con la logística. El clima, los días de autonomía, los días de descanso, temperaturas, pesos del material, hay que hilar muy fino para elegir lo idóneo y son días de nerviosismo.
Estamos en contacto por teléfono los tres integrantes y se nota que esto marcha ya.



28 de Diciembre, logística finalizada.

Ya esta todo organizado, sólo nos faltan los últimos flecos, que los dejaremos para el penúltimo día. Todo se ha reducido en 35 kilos que no soy capaz ni de echarme a la espalda.


Itinerarios concretos a realizar.
Los dos itinerarios que realizaremos en tierras patagónicas serán los siguientes:

El primero será la famosa W del Paine, es decir un itinerario accediendo a los valles interiores del parque, que nos permitirán ver la geografía tan espectacular del lugar.
Lo realizaremos con autonomía para dormir, es decir, iremos con tienda de campaña que iremos montando en cada uno de los campamentos.
El inicio serán en la entrada del parque de Laguna Amarga y el fin el el Refugio Grey donde cogeremos un ferry de vuelta por el Lago Grey.


El segundo itinerario será la circular al Cerro Torre; una vuelta circular al macizo entrando por el Valle Eléctrico y saliendo por el Valle de Toro, lo compondrán dos días de trekk por tierra, dos por glaciares agrietados y otros dos por la tercera extensión glaciar del planeta, el Campo de Hielo Patagónico.
Además si el tiempo lo permite intentaremos el ascenso al Cerro Gorra Blanca.


30 de Diciembre, nuevamente atrapados en el airport.

A toda prisa y tras laborar por la mañana nos hemos dirigido al aeropuerto. Hemos facturado en condiciones y pagado un plus de 23 kilos por llevar un cuarto petate extra.
Hasta ahí todo bien.
Embarcamos a las 19:40, todo bajo lo previsto y la espera se hacía larga sentados en los asientos de avión, 30 minutos, 1 hora, 1 hora y media y a las 21:30 se anuncia: ¡VUELO CANCELADO POR PROBLEMAS TÉCNICOS!, adiós.

Nos hacen salir sin mucha información y recogemos los petates en las cintas. Otros 100 kilos al carrito. Nos han montado en un bus y llevado al Hotel Auditórium, "el más grande de Europa", de 4 estrellas, y de 200 euros la habitación simple.


Tras el buffet libre hemos subido a las habitaciones, camas de 2x2 y nos han citado en un rato para informarnos....... a la espera estamos.

Pero lo más probable es que mañana nos reubiquen en otros vuelos, por lo que perdemos un día allí, el de visita turística al Perito Moreno, y también hay muchas papeletas para que pasemos la nochevieja en Buenos Aires en otro hotel pagado por las aerolíneas.  ¡¡REBOLUDOS!!

31 de Diciembre, las uvas en un avión.

Hoy ha sido un día muy cansado, con vuelo de 12 horas incluido.
Por la mañana nos llevaron en bus al aeropuerto de barajas de nuevo y realizamos todas las tareas de chekking y embarque como el día anterior. Esta vez es iberia y el avión es mucho más amplio y con pantallas para poder juguetear.

Las 12 horas se han pasado bastante rápido entre libros, revistas, películas y charlas varias. A las 20:00 horas Argentinas el piloto ha puesto en directo las campanadas desde España, nos quedaba más bien poco ya que estábamos sobrevolando Uruguay. Unas felicitaciones generalizadas y unas uvas en forma de vino para brindar.

Por fin pisamos tierra firme, allí nos devuelven los petates y tras rellenar una nueva reclamación nos dirigen hacia un hotel céntrico que es en el que nos encontramos. Esta vez mientras cenamos nos dan las campanadas argentinas en plena Avenida 9 de Julio, junto al Gran Obelisco.

Tras la cena estamos muertos y es que llevamos 22 horas activos, pero no nos resistimos a dar una vuelta por las calles de Buenos Aires, esta vez a la 01:30 estamos en el hotel. Una ducha y dispuestos a conciliar el sueño perdido.
En 6 horas escasas vamos arriba ya que nuestro destino final, Calafate ya está mas cerca.

1 de Enero, Calafate.

Madrugamos en Buenos Aires, después de degustar un desayuno con pastelería casera y el primer dulce de leche de Argentina.
Hemos tomado un taxi hasta el aeroparque (aeropuerto Jorge Newberry), y desde allí todo bien hasta aterrizar a las 15:00 en Calafate.
Desde el avión hemos alucinado, todo esto se trata de un páramo de matorral bajo y a mano derecha montañas nevadas con glaciares,,,, aivaaaa!!!


Salimos del avión y pasamos el control policial de alimentos, cuando nos paran y nos preguntan si llevamos en la mochila grande algún tipo comida, el escáner ha cantado. En realidad llevamos 25 kilos de comida liofilizada y barritas, pero la decimos que no que no llevamos nada de carne ni fruta y pasamos para adelante.

Con todo el retraso no sabemos si hemos contratado el traslado al hostel finalmente o no, así que cogemos un taxi por 300 AR$ y en 20 minutos estamos en la puerta del hostel.

Todo perfecto, son casi las 16 y tenemos un poco de hambre así que cerca tenemos un lugar perfecto para degustar la primera carnaza de la Patagonia; bifet de terbera y cordero con patatas. Ya se nos comienza a entonar el cuerpo.


La temperatura aquí es perfecta 20 grados con algunas nubes altas y viento leve, parece que la meteo nos ha recibido respetuosamente, cosa que prevemos que no será así en adelante. Salen por momentos unos rayos de sol y queman de la leche, -"vamos a taparnos la cabeza que la radiación en estas latitudes es peligrosa"-.

Bien a gusto nos hemos ido a dar un paseo por la calle principal, allí hay varias agencias de turismo extremo, tiendas de souvenirs y otros negocios varios. Compramos gas y tomamos algunos precios para hacer kayak, después nos dirigimos a dar una vuelta hacia la Laguna de ................, está a un kilómetro del centro y tiene varias especies de aves que podemos ver por allí volando, es nuestro primer contacto con la naturaleza patagónica.


Son las 19 horas y acabamos de llegar al hostel, estamos haciendo la mochila para mañana, serán 5 días en autonomía por el Paine y parece que no ha quedado muy pesada, unos 15 kilos, algo menos de lo que esperábamos.
Contentos, algo cansados y con ganas de empezar ya a caminar escribimos estas líneas.
Nos volveremos a ver en varios días.

2 de Enero, pese a problemas, al fin caminamos.

Nos levantamos antes de las 5 del hostel, yo dormí bien pero mis compañeros regular, debido a un buen roncador de gran peso.
Hemos desayunado y esperábamos al bus que nos llevará a el Parque Nacional del Paine situado en Chile, los trámites son largos y nos separan hasta allí unos 300 kilómetros.
Aquí no viene nadie a recogernos y ya son las 6:15, hablamos con el del hostel y nos comenta que estos retrasos son normales. Pero a las 6:30 y con una hora de retraso ya nos comenzamos a preocupar. Llamamos a la agencia encargada y no cogen el teléfono, por fin contactamos con un encargado y nos dicen que a ellos no les aparece nada de que tengan que recogernos.... ¡buenooo!.

Viene la jefa del hostel y sobre todo se preocupa en solucionarnos el tema ante todo, nos llamará a un amigo que nos llevará 220 kilómetros por carretera en su coche particular hasta la frontera con Chile, allí nos tendremos que buscar la vida en otro transporte y es que no está permitido llevar en taxi a gente a la frontera.

Eso hacemos y a toda velocidad nos lleva a Cerro Castillo, la frontera entre Argentina y Chile, allí nos dejan antes de llegar en una curva para que no nos vean que vamos en coche y nos recomienda que digamos que vamos caminando desde........ no importa.


Recorremos un kilómetro a pata con las mochilas hasta llegar a la frontera donde iniciamos los trámites de pasaportes y tras realizarlos continuamos caminando hasta alejarnos a la vista de la policía. Nos recoge ahora un bus de la agencia que debía llevarnos y que no ha recibido nuestro "vaucher" y nos traslada 4 kilómetros hasta la frontera chilena. Allí de igual manera nos hacemos los locos y decimos que venimos caminando y haciendo "dedo". Para después salir y esperar a que nos recogiera por fin un bus chileno y nos llevara al Parque Nacional del Paine.


Al fin llegamos al parque nacional, la verdad que no perdimos mucho tiempo real, la aduana ha sido toda una aventura, pero estamos ya dispuestos a caminar en pleno parque.

Comenzamos caminando desde el Refugio Torres, desde aquí nos separan unos 11 kilómetros hasta el Campamento Torres por un valle bastante bonito. Es todo de subida y vamos paralelos continuamente al torrente descendiente de los glaciares de las torres, nos sorprende la buena meteorología reinante, unos 18ºC y sin viento. ¿esto es la Patagonia?.



Alucinamos con la vegetación, flores raras, arbustos y árboles desconocidos para nosotros y mucha gente subiendo y bajando por el valle. A pesar de que las mochilas pesan, se nos da bien y pronto hemos llegado al Campamento Chileno, un lugar donde hay un refugio y tiene una especie de camping con las tiendas puestas sobre plataformas de madera.

Nosotros vamos más arriba, así que comemos algo y continuamos por un bosque precioso rumbo al siguiente campamento, donde llegamos tras 1 hora y media más.
El lugar está muy bien, se trata del Campamento Torres y se sitúa entre un bosque, allí hay una caseta para servicios, otra para cocinar y la del propio personal del parque. Hay repartidas más de 40 tiendas por diferentes terrazas en el bosque, pasamos buena tarde charlando, cenando y echando un vistazo a la puntita de las Torres del Paine, que se ven a unos 5 minutos por un sendero.


Torres que vamos a visitar mañana muy muy temprano para verlas amanecer con sus tonos rojizos y a los pies de la laguna glaciar de su base.

3 de Enero, el mejor amanecer.

Hoy nos hemos levantado muy pronto, a las 3:30. La mayoría del campamento ha hecho lo mismo ya que ver amanecer desde la base de las torres es impresionante y hasta allí hay 1 hora de caminata.

A las 4 hemos partido hacia arriba, llegando a las 5 para ver uno de los amaneceres más bonitos del planeta y es que las primeras luces del día van iluminando poco a poco las Torres del Paine, un momento digno de ver.


A las 6 y media bajamos al campamento y desayunamos antes de quitar "la carpa", aquí llaman así a la tienda de campaña.

Tras recoger todo partimos hacia el valle de nuevo con tranquilidad y haciendo fotos, el día se ha encapotado de repente y antes de llegar a Campamento Chileno comienza a llover. Nos ponemos las cosas para el agua, pero cada vez lo hace más y más fuerte.
Al final decidimos meternos en la caseta comedor del campamento y esperar a que pare, ya que acabar con todo mojado el segundo día nos lastraría por completo, además aun nos quedan 6 horas para llegar al Campamento Cuernos.

Nos esperamos lo peor y pensamos que no pararía todo el día pero afortunadamente la jugada nos ha salido bien, ha parado en una hora y media y salimos del campamento tocando madera. Descendemos hacia la Laguna Inge una zona de páramo con matorral bajo y donde vamos dejando a la izquierda el Lago Nordenskjold, una maravilla de lugar.


Aquí de pronto ves monolitos de roca de 800 metros, bosques selváticos, zona de lagos o estepa. Continuamos parando en varios miradores y es que la mochila nos va lastrando, es un día duro y serán casi 20 kilómetros totales con cerca de 15 kilos a la espalda.

Nos caen algunas gotas de lluvia en ocasiones, nos volvemos a temer lo peor, pero el tiempo aguanta, por arriba en la zona del Cerro Paine chico está cubierto y posiblemente nevando. La silueta de los Cuernos del Paine por arriba es sobrecogedora, tres moles de roca con tres colores diferentes.


Después de 11 horas de salir podemos ver entre la vegetación los tejados de las instalaciones del Refugio Los Cuernos, pero no nos imaginamos lo que es aquello. Se trata de un refugio situado junto a otro edificio comedor y donde reparten espacios para acampar sobre tarimas de madera. Allí habrá más de 200 personas pero con la vegetación no ves a nadie.


Es el paraíso, estamos en manga corta y revolotea un cóndor por arriba mientras montamos la tienda. Después nos bajamos al lago, que debido al viento tiene oleaje y forma una estupenda playa para bañarse.


Además hemos conocido allí a una pareja de españoles que hicieron cumbre en la Aconcagua hace unos días y a Rachel una nueva amiga de San Francisco.

Después de cenar a la cama que mañana toca la etapa más larga y dura del trekk.
Aclarar que aquí en Patagonia hay casi 18 horas de luz desde las 5 a las 23 se puede ver tranquilamente.

Día 4, día accidentado, cambio de climatología.

Amanece en el campamento cuernos. Anoche cenamos en el refugio y hoy desayunamos en la zona libre, el sol quema de verdad, y es que aún no sabemos lo que es el tiempo patagónico.

Desmontamos la tienda tranquilamente y nos da tiempo de secarla al sol mientras organizamos todo en la mochila. Es el primer día que por lo menos dormimos 8 horas y se nota que estamos más descansados. Nos despedimos de los amigos e iniciamos la etapa en descenso hasta los pies de la playa del lago, por donde caminamos pareciendo esto una isla paradisiaca. Incluso hay gente bañándose.


Tras la primera hora nos introducimos en unos bosques de Lengas, un árbol robusto y muy tupido que crece en zonas húmedas como aquí. Los bosques son de cuento y el camino es abrupto, ya que asciende y desciende continuamente.

Nos aproximamos al Valle del Francés, zona por donde vamos a subir hasta el Campamento Británico, 5 kilómetros de valle que haremos de subida y bajada, ya que nos han recomendado el paraje.
Nos avisan que hay pumas por aquí especialmente y la vista se nos va a la lejanía en busca de movimientos entre matorrales. Lo que si aterra en el valle son las continuas caídas de seracs del Glaciar del Francés que ya vamos viendo a la izquierda en la entrada del valle. Es precioso y forma toda la cara Este del Paine Grande, pico más alto de todo el parque.

En 2 horas y media hemos llegado al Campamento Italiano, lugar donde dejaremos las mochilas para subir por el Valle del Francés. Comemos algo y partimos hacia arriba sin mucha demora.

El Torrente del Río Francés junto a su glaciar forman un bonito paisaje, además casi todo el recorrido recorre el interior de un bosque de Lengas, entre los estruendos de la caída de seracs llegamos a un primer mirador desde donde las vistas al glaciar son perfectas.


Después continuamos los otros dos kilómetros que nos restan hasta el Campamento Británico, un lugar donde termina el bosque y que está rodeado por los Cuernos del Paine, el pico Aleta de Tiburón y el Paine Grande, claramente una formación de circo glaciar.

Campamento Británico
Allí corre el viento bastante fuerte, además están entrando nubes por el Noroeste, así que iniciamos el descenso ya que nos resta más de la mitad del camino aún y se aprecia un cambio de tiempo.

Descendemos por el bosque de Lengas hasta el Campamento Italiano, allí comemos unas barritas y por un puente de madera tibetano continuamos la marcha hacia el Refugio Paine Grande situado 8 kilómetros más allá y con un itinerario de continuas subidas y bajadas.


Recorremos algunas zonas quemadas, en donde el bosque parece más tétrico a la vez que espectacular y otras de humedales con pasarelas de madera.


Comienza a llover pero es poca cosa, más parece una amenaza que una realidad y nos restan 5 kilómetros cuando...........  zas!!!
Intentando guardar la cámara a la vez que caminaba me tuerzo el tobillo, veo las estrellas y pego un grito más bien de cabreo conmigo mismo.
Me lo he torcido pero bien, un esguince de los gordos, como lo tengo caliente aún no paro ni ha quejarme y continuo la marcha ante la mirada perpleja de mis compañeros.

Quedan unos tres kilómetros y me duele cada vez más, tengo que parar y me vendo el tobillo además de tomarme un espidifren. Como si la naturaleza se hubiera cabreado también, el viento comienza a soplar fuertemente y llueve con más fuerza.

No queda otra tirar y tirar............ me pasan muchas cosas por la cabeza; lo que debía haber hecho, lo que no, los errores cometidos y sobre todo que el trekk para mí ha finalizado y mañana cogeré un catamarán (afortunadamente desde este refugio salen a diario), para volver a Calafate y estar con el pie en alto para ver si tengo alguna posibilidad de hacer el Campo de Hielo Patagónico que comenzaremos en 5 días.

Entre pensamientos y pensamientos, llegamos al refugio, allí cambio los euros en pesos chilenos para pagar el barco de vuelta y montamos la tienda cerca del refugio para no caminar mucho. Nos intentamos relajar en el refugio-hotel y nos tomamos una cerveza junto a Rachel, nuestra amiga americana, mientras me pongo hielo de glaciar en el tobillo y repasamos la jornada. Fuera está lloviendo de manera continuada.

Hoy también cenaremos en refugio. Y mañana será otro día, mis compañeros seguirán los dos restantes del trekk y yo me marcharé.


 Día 5, día de sorpresas:

Nos acostamos anoche sobre las 11 y a poco más de la media noche el viento comenzó a soplar fuertemente., el viento venía en oleadas y se escuchaba como las ráfagas se acercaban golpeando en todas las tiendas hasta llegar a la nuestra. Gritos de gente del campamento hacían presagiar que había problemas ahí fuera.
De hecho algunas personas de las que pasamos la noche en tiendas tuvieron que meterse en el hall del hotel durante media noche para que las tiendas no se volaran con ellos dentro.

Peluka situado en la tienda en la parte del viento, muchas veces ha sido abducido por la tela de la tienda, nos hemos despertado en innumerables ocasiones viendo como las varillas se doblaban de una manera brutal.

A las 6 de la mañana el viento ha continuado. Tras abrir la cremallera de la tienda, hemos visto como algunas tiendas habían desaparecido, otras tenían los techos hundidos y alguna que otra estaba dada la vuelta solo sujetada por los vientos.

Nos hemos dirigido al comedor para desayunar, hay una treintena de personas allí dentro, el viento continua sobre los 100 km/h, volaban bolsas, fundas de mochila e incluso ante la atenta mirada de todos hemos visto como dos tiendas se elevaban una decena de metros y pasaban por encima del refugio hasta parar en el lago. Algo increíble lo sucedido durante la noche y la  mañana. Así nos lo pudieron describir tambien algunas personas que encontramos después en el refugio.

Parece que el viento es más racheado y en los momentos que éste es más débil hemos aprovechado para doblar la tienda, no hay ninguna varilla recta y hemos tenido que subirnos encima de la tela para poder doblarla y que no se volara.

Yo me he tomado un nuevo espidifren y parece que con el tobillo vendado no me molesta mucho. Tengo dos opciones; salir en barco un poco después o marchar 11 kilómetros con mis compañeros hacia el Refugio Grey desde donde sale otro barco turístico y dar por finalizado el trekking un día antes que ellos pero esperarles en el refugio. Decido arriesgar.

A media mañana amenaza lluvia, de echo está cayendo alguna gota pero iniciamos la marcha son 3,5 horas sólo hasta el Refugio Grey. Salimos a caminar tras el refugio y nos golpean alguna ráfagas fuertes tras la salida, vamos bordeando todo el Lago Pehoe y a la hora de marcha y cuando ya hemos recorrido casi 4 kilómetros nos damos cuenta que el itinerario que llevamos no es el bueno...¡¡¡pufff!!!.

Tantas cosas han ocurrido en las últimas 24 horas que "la hemos liado". Ahora tenemos otras dos opciones; continuamos por la senda que llevamos que en unas 5 horas nos saca del parque o volvemos al refugio de nuevo y partimos de 0 los 11 kilómetros al Refugio Grey.


 Decidimos volver al Refugio la hora de recorrido que nos hemos equivocado, el tobillo parece que responde, nos cobijamos en el tejadillo del Lodge Paine Grande para comer algo y ahora sí vamos a partir para recorrer los 11 kilómetros hasta el Refugio Grey.

Salimos por una Valle bastante bonito, el viento sopla de frente y de vez en cuando nos cae alguna que otra gota de un cielo gris que amenaza lluvia. Estamos realizando el recorrido solos ya que la mayoría han partido en el barco o han salido antes hacia el refugio.

Una zona de bosque de Lengas nos deja en la parte más alta de la ruta, allí se encuentra la Laguna de los Patos donde dicen que el viento es muy fuerte. Acostumbrados ya a lo de anoche, esto no nos parece mucho, viento de 50 con ráfagas de 70 a la hora, nos parapetamos con los gore-tex y hacemos paradas cada hora de recorrido y es que a pesar de ser 11 kilómetros son constantes sube y bajas las del camino.


Desde la laguna ya todo es bajada, una senda comienza a descender hacia el Norte mientras en el fondo podemos apreciar el Glaciar Grey que tiene una anchura de varios kilómetros donde rompe en el lago. También vemos cerca algunos iceberg que a la deriva flotan por el lago.


Intuimos las instalaciones del Grey y hacia allá marchamos ahora por unos nuevos bosques de Lengas y con las montañas de la derecha nevadas por las lluvias de la tarde-noche anterior.

Tras tres horas y media de marcha llegamos al refugio, parece más un hotel y desde una de las ventanas sale nuestra amiga americana Rachel gritando "-la armada"-.  Baja hasta la puerta y allí nos saluda y nos da la peor noticia posible: debido al mal tiempo no pueden salir barcos desde Grey en dos días y que habrá que volver caminando al día siguiente nuevamente hacia Paine Grande para poder coger el ferri, los mismos 11 kilómetros que acabamos de caminar.

Personalmente no estoy preparado psicológicamente para ello, y sentados en el suelo de la puerta asimilamos la noticia, a la vez que comienza a llover. "pufff".
Cuando pensábamos que ya habíamos terminado el trekk y podría descansar el tobillo aún nos queda una jornada de mal tiempo y dura para volver.

No hay más opciones así que acampamos en el campamento y nos dirigimos el hotel a tomar algo, a la vez que Rachel nos presenta a otra amiga catalana; Debla, que nos cuenta que ella fue una de las afectadas de anoche y que se le volteó la tienda entre ráfagas con ella dentro. La salvaron unos guías argentinos.

Contratamos la cena en el lugar, es agradable y tengo el tobillo con un hematoma importante que me llega hasta los mismos dedos.


Pido hielo y me dan trozos de glaciar en una bolsa por lo menos estamos al calorcito del alojamiento que es bastante bueno y con vino brindamos por que todo mejore, es imposible empeorarlo.


Día 6 de Enero, De vuelta en Barco y a Calafate.

Ha llovido esta noche en el campamento Grey, actualmente continua lloviendo, tenemos todo mojado y hay que ir a Paine Grande a coger el barco. Los barcos salen uno a las 10 y el otro a las 12:30 y se prevé que la afluencia sea alta.

Elegimos llegar sobre las 11 a la zona del refugio para coger el de las 12:30 y que no haya mucha gente esperando, dejando así ir al primero de la mañana.

Como son unas tres horas de marcha de vuelta, nos hemos levantado a las 6:30, otro nuevo día que dormimos más bien poco, cosa no habitual en expediciones y viajes pero que en éste esta siendo una constante.

Yo tengo el tobillo bastante dolorido y espero llegar a Paine Grande al mismo ritmo que mis compañeros si quiero volver a Calafate hoy. Pero con todas estas adversidades y un viaje lleno de situaciones inesperadas no estamos seguros de lo que se puede o no, ya que muchas cosas no dependen de nosotros.

Hemos doblado la tienda en el porche del comedor, continua lloviendo y tras desayunar a las 8 partimos hacia Paine Grande. Justo en la puerta nos encontramos con nuestras compañeras de viaje que también parten hacia nuestro destino pero más lentas.

Salimos a buen ritmo e incluso por momentos deja de llover, la primera parte es en ascenso y la recorremos bastante bien, el espidifren hace su trabajo y el tobillo cada día va a mejor y me permite hacer la primera parte bien a pesar de estar bastante amoratado y parecer más bien un tatuaje de henna que un tobillo.

El viento aquí lo es todo, y esta vez nos da de espaldas, cosa que nos ayuda de gran manera a llegar a la laguna de los Patos. Desde aquí ya todo es bajada y aunque comienza nuevamente a llover sólo nos queda una hora para llegar al destino. Todo se ve más cerca.


La bajada la hacemos con rapidez, primero por un bosquecillo de Lengas que se va introduciendo en un pequeño valle de matorral y después saliendo al páramo venteado donde se encuentra al fin el refugio-hotel Paine Grande.

Hemos llegado pronto y nos dirigimos a la caseta acristalada comedor donde tomamos una sopa y donde casi no hay hueco para comer. Afortunadamente el viento es menor que la jornada anterior y allí todo el mundo está esperando la llegada del catamarán para que nos lleve a la zona donde están los autobuses del parque. Habrá que estar espabilados para coger el catamarán ya que hay mucha, pero mucha gente que lo quiere coger.

Son las 12:00 y la gente ya se está dirigiendo a la plataforma de madera por la que se embarca, ya hay unas 20 personas y vamos corriendo para allá, esta lloviendo fuertemente pero hay que permanecer allí de pie para coger sitio cuando llegue el barco. La cola se alarga por momentos y en unos 25 minutos llega el ansiado catamarán cargado de gente, que desembarca abrigada hasta los dientes.

Y es que parece que han desembarcado en escocia en Enero más que en el Paine. Estamos empapados en la cola y por fin montamos en el barco, hemos cogido sitio y unas 30 personas se han quedado fuera. ¡vaya marrón!.

Nosotros partimos por el Lago Pehoe rumbo a un pequeño puerto situado junto al Salto Grande, bonita cascada que trasfiere aguas de un lago a otro. En unos 30 minutos hemos hecho el itinerario y aquí ya no llueve por lo menos, es más parece que incluso el clima es seco a pesar de que el viento si que continúa.

Buscamos un bus que nos lleve a Laguna Amarga, donde hemos quedado a las 16:30 con los de Glacier always, (sí, los mismos que nos dejaron tirados en la ida), esta vez casi todos los buses son de otras agencias pero allí por unos cuantos pesos te llevan cualquier lugar, así que pronto estamos montados en un bus que nos hace bajar y luego nos trasfiere a otro. Cosas del directo.

Tras unos 20 kilómetros en bus llegamos a Laguna Amarga 5 días después, está más tranquilo el lugar quizás por el mal tiempo y allí esperaremos a nuestro autobús junto con alguna persona más.

Parece que el cielo se abre y salen algunos rayos de sol, nos tumbamos en un prado cercano y aprovechamos para estirar por allí los sacos de dormir, las esterillas y la tienda, todo bastante mojado.


Por fin un tiempo de relax, que ya nos hacía falta.

A las 16 horas llega una persona y nos pregunta: Daniel Pellegrini, (que le vamos a hacer aquí me llaman así), le extiendo las dos manos como fingiendo una detención y le digo que me detenga. Je je je, sólo nos falta eso.

Nos comunica que nos está buscando desde otra agencia y que salimos para la frontera ya. Así que vamos para allá. Recogemos todo y nos montamos en el minibus, que a toda prisa recorre los 90 kilómetros hasta la frontera argentina, allí realizamos los trámites aduaneros y nos transfiere a un nuevo bus argentino, que será el encargado de llevarnos a Calafate y conducido por un guía que ya conocíamos de la ída.

En unas dos horas estamos entrando en Calafate, son las 19 y llegamos bastante antes de lo previsto, nos dejan en Sir Thomas para recoger el resto de equipaje. Noé, la dueña salé contenta a nuestro encuentro y es que estaba preocupada por lo ocurrido durante la ida. Nos da la Bienvenida y brindamos con Quilmes nuestra finalización de la primera parte del viaje.

Ahora nos trasladamos a nuestro nuevo hotel, Hostería Austral, esta vez los tres solos en una habitación más coqueta, tras la ducha nos vamos a cenar un asado al palo, en un tenedor libre (buffet libre) y más relajados porque mañana toca turismo al Perito Moreno.


Día 7, Perito Moreno.

Amanece a las 8, desayuno incluido y pasan por la hostería a buscarnos con el bus a las 9, se trata de un viaje cerrado de ida y vuelta al Glaciar Perito Moreno, el glaciar más famoso del planeta-” tierra.

Una simpática guía nos va informando; -”hoy el día será malo como otros 340 días del año, en el glaciar está lloviendo e incluso nevando, abríguense”- joder!!, lo esperábamos, como no!

Tras una primera hora de bus nos adentramos en la Península de Magallanes, ya se ve algún glaciar por la izquierda y algún que otro condor también planeando. La temperatura del bus pone 14º, será verdad?

Trazamos una curva en la carretera y al fin se ve la parte izquierda del Perito Moreno, es increíblemente grande y nos vamos acercando más y más, nos paran en un mirador a hacer tres fotos y aunque está lloviendo y hace viento parece no hacer muy malo.

Todos al bus y continuamos un corto tramo hasta el embarcadero de los barcos. Hemos contratado una vuelta en barco para verlo de cerca y está todo bastante organizado. Nos montamos rápido y salimos a cubierta para verlo más in situ.

Desde lejos parece algo muy grande, pero cuando ves el tamaño de los otros barcos junto al frente glaciar entiendes la brutalidad del lugar.

Bloques de hielo de 60 metros de altura, de tonos azulados, justo cuando llegamos un desprendimientos, rasssss!!!, increíble, un estruendo silencia todo el barco. Desde aquí, fotos, fotos y más fotos, para allá y para acá, el barco se detiene frente a los paredones y sólo las personas que realizan un minitrekking sobre la parte izquierda del glaciar te hacen entender la dimensión de tal masa de hielo.

Sintiéndonos afortunados por ver las caprichosas formas de nuestro planeta, volvemos al muelle en barco. Ahora nos llevan un corto tramo de bus hasta la zona de las pasarelas, allí nos informan que existen 4 itinerarios balizados por colores y que todos suponen 2 horas de recorrido.

Sabedores de que esto va a ser precioso, preferimos verlo con el estómago lleno, y perdemos 30 minutos de las casi 3 horas que tenemos para visitar el lugar. Tal magnitud de hielo, merece ser disfrutada con todos los sentidos puestos en ella.

Allá vamos. Realizamos el itinerario amarillo que nos va acercando y bajando mediante pasarelas al frente del glaciar, una cosa increíble, se aprecian los 6 kilómetros de anchura de lado a lado del glaciar, además el tiempo nos está permitiendo disfrutar del recorrido. Situados en la parte central y a unos 200 metros del hielo, observamos como se mueve, cruje y cae hielo en ocasiones al lago.



Después tomamos el itinerario rojo que se dirige a izquierdas, éste te acerca algo más al glaciar y sobre todo te baja a situarte casi a la base de la altura del hielo, viendo las torres por encima y posteriormente ascendemos por el verde que nos adentra en un bosquecillo de Lengas para llegar nuevamente a la plaza central de la instalación donde nos espera el bus para volver.

La ruta nos sabe a poco, pero es lo que hay, merece ser observada durante horas pero tenemos que volver a Calafate en el bus donde aprovechamos para echar una cabezadita.


Sobre las 17 llegamos a Calafate, aprovechamos unos para ir de compras y otros para escribir algo por aquí más relajadamente.

Las horas han pasado deprisa y son las 20:00 horas, hemos quedado a cenar con nuestras amigas a las 21:00 así que toca ducha y salida.

Vamos a un restaurante de la calle principal, básicamente carne y vino, es lo que abunda por aquí, así que cenamos y tras la cena nos fuimos a un bar a echar “unos tragos”.

“muy mal se tiene que dar, muy mal se tiene que dar”. Y nos fuimos a dormir a las 00:00.


Día 9, Traslado a El Chalten y mochila.

Hoy toca día de traslado, nos marchamos para El Chalten. La estación de buses está cerca pero cogemos un taxi, las mochilas pesan un quintal. Allí y con la compañía Caltur partimos a las 8 rumbo al El Chalten, "la ciudad de las agujas".

El camino lo aprovechamos para dormir las horas que nos faltan y nos levantamos ya en las cercanías de nuestro destino.


El pueblo está situado bajo decenas de agujas escalables, entre las que destacan el Fitz Roy y el Cerro Torre, dos históricas torres de granito a nivel mundial. Es el pueblo más joven de Argentina y sólo tiene 24 años, hace apenas unos años apenas contaba con 10 casas ahora viven 500 personas durante el invierno, que se mantienen a base de hostel, restaurantes, tiendas de montaña y servicios variados.

En nuestro primer día estaba cubierto y poco pudimos ver de dichas torres, así que nos centramos en darnos de alta en el Parque Nacional, diciendo la ruta que vamos a hacer (la vuelta al hielo), registrarnos en la aduana para pasar a Chile nuevamente, alquilar el trineo, comprar gas y unos cuantos alimentos liofilizados para subir con el mochilón.
Nos hospedamos en el Albergue Pioneros del Valle y a última hora hacemos nuestra mochila "amiga" de 25 kilos, un lastre que aún no sabemos si seremos capaces de subir.


Lo peor es la climatología, clave por estos lares, el día siguiente Viernes bueno, pero el sábado y domingo malos, muy malos y el lunes y martes mejoraría. Nuestras bazas para completar la vuelta al hielo pasan por subir mañana al Refugio del Gorra Blanca (25 kilómetros y 1200 de desnivel con los 25 kilos), una apuesta difícil, y que intentaremos hacer, ya que los dos días siguientes, sábado y domingo, hará mal tiempo y estaremos esperando el buen tiempo en el refugio. 

Veremos como sale la arriesgada apuesta.

Día 10, Hasta la extenuación.

Hemos quedado a primera hora con un taxista que nos llevará 15 kilómetros de pista hasta el Puente sobre el Río Eléctrico, está tardando y nos recuerda a nuestra última experiencia. Finalmente viene a las 6:50. Y tras cargarle los bultos nos montamos rumbo al Río Eléctrico.

Llegamos a las 7:20 al puente, desde allí parte el inicio de nuestro recorrido, justamente desde la dirección que debemos de tomar viene un aire fresco que nos hace recordar que proviene de la tercera masa glaciar del planeta, el Campo de Hielo Patagónico.

Unos carteles nos indican el primer objetivo de la jornada situado a dos horas; Piedra de Fraile.
Tirando de track, la senda transcurre por los márgenes del Río Eléctrico, por los arenales cercanos y que en esta ocasión estaban marcados por palos de madera pintados de rojo.


El track pronto nos indica cruzar el río pero éste viene crecido y nos es imposible cruzarlo, así que hacemos caso a los palos de madera y por el margen derecho nos adentramos en un bonito bosque de lengas, un árbol de estos bosques patagónicos y algo similar al haya española pero con la hoja más pequeña.

La senda asciende y pierde altura cada pocos metros, además de ir trazando giros por el bosque, no es lo más idóneo para nuestros intereses pero nos lleva a Piedra de Fraile dos horas más allá, así que el camino tiene que ser el correcto.

A la hora de camino hacemos la primera parada en unos troncos del bosque y es que unas de las peculiaridades de este tipo de bosque es la cantidad de árboles caídos y viejos que alberga el sotobosque, otra es su verdor y humedad.


Nos ponemos pronto en marcha hoy nos esperan si todo va bien unas 12 horas de marcha con pesadas mochilas. Al poco vemos un cartel que pone que el bosque es privado y que su paso cuesta 300$ argentinos, unos 30 euros españoles por cabeza, nos parece una aberración y especulamos con pasar de largo por Piedra de Fraile el lugar donde se hace el pago.

Ahora el camino coge bien el margen del Río Eléctrico, éste baja con fuerza y es que se notan en el caudal las últimas lluvias.
Las aguas se bifurcan y forman un entramado de riachuelos entre bosque, hemos llegado al inicio del camino hacia el campamento base del Fitz Roy, pero dejamos ese de lado y continuamos cruzando un par de puentes de troncos hasta llegar a un amplio prado donde hay una cabaña de madera y algunas tiendas; es Piedra de Fraile.

Como nuestra intención es no pagar pasamos de largo entre el campamento donde hay unas cuantas tiendas de campaña y salimos por un puente situado en la parte opuesta a unos prados de matorral bajo, dejando atrás la zona de bosque.

Sin mirar atrás llegamos a una gran extensión de prado, por donde transcurren varias ramificaciones de agua, a la izquierda comienza a asomar la punta el Fitz Roy y cierran el circo otras agujas colindantes como la Guillaumet.


Sobre la mitad de la extensión desaparece la zona de prado y aparecen los depósitos morrénicos, estos nos impiden la progresión, debido a su piedra suelta y sobre todo a mí, me hacen caminar fastidiado por el tobillo. Intentamos siempre tratar de ir por el fondo de la llanura, donde hay algunos pedregales más cómodos, hasta que llegamos al final del llano, aquí comienzan las zonas rocosas y más duras que el glaciar no pudo arrastrar y limar.

Junto a un arroyo y antes de iniciar el ascenso hacemos una nueva parada y es que llevamos 2 horas y media de camino, por allí descienden una pareja de argentinos.
Comiendo algo les esperamos y nos cuentan un poco que habían llegado hasta el final del glaciar, pero debido a las lluvias la zona de placas más técnica del itinerario estaba mojada y no habían podido ascender por ellas (zona donde hay unas chapas utilizadas por los guías para subir a los clientes).
Nos han explicado ciertos detalles del itinerario que nos servirán de ayuda y nos despedimos deseando suerte mutua.
  
Por el camino empiezan a aparecer puntos celestes que seguiremos durante un rato, la senda asciende bruscamente sobre una zona rocosa y desde el alto podemos ver la Laguna Eléctrica y el paso Marconi (punto clave del itinerario y que da acceso al glaciar y campo de hielo), parece despejado el paso, puede haber suerte a pesar que hace un poco de viento procedente de allí.


Descendemos por una senda hacia el Lago Eléctrico, el suelo está algo encharcado pero con cuidado perdemos altura hasta llegar al margen, allí aparece una zona de pedregal descendiente del Torrente de Pollone y procedente del Glaciar del Fitz Roy.

Hemos cumplido la tercera hora de camino y llegamos al Torrente del Pollone, hay que vadearlo y el agua baja con fuerza, subimos unos cuantos metros hacia arriba en busca de un paso por piedras, pero no lo hay o no lo encontramos, volvemos a bajar y nada. No vamos a tener más remedio que cruzarlo quitándonos los pantalones, botas y calcetines. Ahora nos falta elegir el lugar.

Por arriba nada, y por abajo algo mejor, al final cada uno de nosotros ha encontrado un lugar idóneo a sus características, nos colgamos las zapatillas del cuello y los pantalones a la mochila para realizar el vadeo, el agua está helada y nos congela los pies, además las rocas tienen verdín y hay que tener cuidado en no resbalar con la mochila de 25 kilos, esto sería desastroso para el resto de expedición.


Logramos hacer el vadeo y nos secamos los pies al sol durante unos minutos, hemos perdido casi 45 minutos en realizar el paso y hay que continuar con el siguiente objetivo; La Playita, lugar indicado para hacer la primera noche en una etapa habitual (nosotros haremos dos).

Ahora la senda está un tanto difusa, transcurre por la izquierda del lago y son todo pedreras procedentes del Pico Pollone, de una gran inestabilidad, el recorrido es laborioso y subimos bloques, bajamos bloques.

Tenemos que superar una nueva morrena rocosa, seguimos ahora unas marcas naranjas que nos llevan a unas terrazas expuestas, vemos algún paso un tanto complicado y preferimos pasar de los puntos y ascender un poco más de altura para ir por zona segura, la mochila nos causa inestabilidad.

Hemos superado la zona rocosa y abajo se ve la playita (gran arenal inicial del Lago Eléctrico), descendemos hasta allí y hemos tardado 5 horas en llegar a lo que se supone es el primer campamento de la circular al campo de hielo patagónico. Hacemos una parada para comer algo y coger agua, la mochila pesa un montón y la de Juankar es más inestable que el peso argentino en bolsa.

Cae alguna gota de agua que nos acojona un poco procedente del nubarrón que cubre toda las cumbres del Macizo de Marconi, tras 10 minutos continuamos la marcha.

Salimos de "la Playita", desde allí parten unos hitos por encima de las rocas, es una zona un tanto tendida y cómoda que nos lleva nuevamente hasta la parte alta de otra morrena. Ya podemos ver el Glaciar de Marconi y el paso en su totalidad, se ve casi todo el itinerario de las próximas horas, tendremos que bordear la Laguna Marconi por la izquierda y recorrer todo el glaciar entre las grietas para llegar al paso.


Descendemos hacia la laguna, en unos minutos estamos en su margen, la bordeamos por la izquierda, son unas pedreras similares a las del Lago Eléctrico, pero algo más estables.
No tardamos mucho en recorrer todo su lateral y llegar a una nueva zona arenosa donde rompe el Glaciar Marconi, en esta parte se puede acceder fácilmente al glaciar porque está muy sucio de piedras y éstas agarran con las botas.

Se comienzan a abrir algunas grietas profundas, pero no hay nieve por lo que se ve perfectamente por donde pasar. Llegamos a una zona donde la nieve está más limpia y hay que ponerse los crampones, aprovechamos para ponernos el arnés también e iniciar el encordamiento sobre glaciar.


Ahora vamos ascendiendo hacia la parte más agrietada, vamos a buen ritmo y por arriba se ve el Paso de Marconi limpio, también podemos apreciar la parte más técnica, una zona rocosa que da acceso al Paso Marconi y donde supuestamente hay algunas chapas metálicas para asegurar el paso.


Estamos entre un mar de grietas, unas por la derecha, otras por la izquierda, bordeamos unas nuevas zonas y poco a poco vamos progresando hacia la pared de roca. Los seracs cuelgan de la parte izquierda y ha caído alguno mientras ascendemos, esto es una flipada.


Hemos superado la parte más agrietada y ahora nos dirigimos hacia la parte rocosa que nos sacará del Glaciar Marconi.


Llegamos al pie de resalte tras casi 9 horas, supuestamente hay unas chapas que no encontramos y estamos visualizando por donde ascender. Por la derecha hay una cascada de agua que moja toda la roca y corta el paso, por la izquierda hay unas placas con diedros que ascienden muy cerca de los seracs y nos parece la única parte posible para acceder.

Probamos ascender y se trata de unas placas con regletas, no aparecen las chapas por ningún lado, sin peso son fáciles pero con él es otro cantar. Tiramos un largo de 30 metros con cuerda pero sin seguros con reunión en un bloque.


Después continuamos ascendiendo por las placas sin seguro. Esta vez subimos a gatas pero el viento es mayor y hay que tener cuidado de no desequilibrarse.


El terreno parece más fácil y continuamos unos 50 metros más hasta el final de la roca, lugar donde se inicia el Campo de Hielo Patagónico. Está comenzando a nevar y hay que ponerse las raquetas y volver a formar la cordada para caminar por el glaciar. Llevamos 10 horas de camino y aún nos queda llegar al Refugio Gorra Blanca situado 4 o 5 kilómetros más allá.

Iniciamos la marcha por el campo de hielo rumbo al Paso Marconi, el viento sopla fuerte de cara y comienza a nevar con fuerza, se trata de aguanieve que se pega en nuestra ropa. Hacemos una nueva parada y es que hay que ponerse todas las prendas de gore tex que llevamos más el cubre mochilas.

Esta maniobra nos supone 10 minutos en los que estamos llenos de nieve, nos tememos lo peor y es que el frente que supuestamente llegaba esta noche y que nos iba a mantener en el refugio sin salir dos días había llegado ya.

La niebla nos engulló en un momento y continuó nevando más y más fuerte con viento de 50 km/h de cara. Parábamos cada poco tiempo para coger aliento y mirábamos el GPS rumbo al refugio cada vez cada menos tiempo.
Aún 3,8 kilómetros nos restaban, cada vez parábamos cada menos tiempo, los kilómetros no corrían, llegar a estar a 3 kilómetros del refugio nos costó más de una hora. No podíamos hablar, estábamos agotados, además la tensión de las placas y la nevada nos había hecho no comer, ni beber en las últimas 3 horas.


2,8 kilómetros sólo, en línea recta, cada poco tiempo miramos el rumbo y el track que traemos, venga un esfuerzo más, por nuestras cabezas pasa que ocurrirá si no está el refugio donde indica el GPS.
El esfuerzo es máximo y la ropa está empapando, nuestras fuerzas son limitadas y cada vez notamos más frío en el cuerpo, es decir generamos menos calor.

Bajo nuestras capuchas pasaron todo tipo de pensamientos con la incertidumbre de lograr encontrar el refugio, oscureciendo con la luz más tenue cada vez.

Yo abriendo huella desde el inicio del glaciar, pido un relevo, el ver sólo blanco por arriba, por abajo y por los lados, me crea una sensación extraña de soledad. Peluka se pone en cabeza pero paramos mucho, me enfrío cada vez más y Juankar bastante tiene con mantenerse en pie en medio de la cordada.

Sólo nos quedan 1,5 kilómetros, esto es interminable, ya no veo tras las gafas llenas de escarcha, me limito a dar un paso, otro paso, y otro, el arnés se me clava en la cadera con las correas de la mochila pero eso ya no importa, hay que llegar y llegar.

Hacemos un pequeño giro a la derecha, hemos cambiado el rumbo a la derecha en dirección al refugio, hay una leve subida y vemos el refugio al final de la misma, o eso pensamos.
No lo es realmente, pero nos reconforta pensar que sí es así, de vez en cuando gritamos algo; está allí, venga vamos, nos animamos a nosotros mismos.

Sólo nos restan 900 metros de línea recta, lo puedo ver ya, un ventanal grande en el medio de un semicírculo grande, se vuelve a echar la niebla. Vuelve abrir y no está allí, pero como puede ser esto. La cabeza nos está jugando una mala pasada, o quizás buena ya que nos hace pensar que llegamos.

Sólo 600 metros, y al fin vemos un pequeño hito a mano izquierda -"allí, allí"-, señalo con el piolet.. Esta vez si está ya, muy cerca, no hay posible equivocación, levantamos las manos en señal de victoria. Nos restan 200 metros de longitud en los que tenemos que parar 2 veces para llegar.

Cuando estamos a escasos 10 metros, veo una persona salir del mismo, se nos queda fijamente mirando y me ayuda a quitarme las raquetas, le doy mi mochila y yo ayudo a mis compañeros a lo mismo. Sale otra persona que también muy amablemente nos ayuda a guardar las raquetas, dejar el trineo y al fin entramos en el semicírculo de chapa.


Nos han preparado un té caliente, que degustamos como si fuera el mejor de los manjares, de echo nos quemamos la boca los tres, pero entra de maravilla.
Ellos son Nacho y José, dos figuras importantes en nuestra nueva historia patagónica. Son veteranos alpinistas de Buenos Aires, que llevan más de 10 días en la cordillera haciendo actividad.

Hemos tardado 14 horas y 40 minutos en llegar, más concretamente a las 22:10 horas, me sorprende mucho la hora que es, aquellas casi 5 horas de subida final, me han parecido 2 horas, quizás la mente borra con rapidez los malos momentos y el disco duro cerebral pone el "stand by"en acción cuando las fuerzas son limitadas.

Tras los 25 kilómetros y 1300 de desnivel con los 25 kilos de peso, cenamos y nos vamos a la cama, por cierto los mejores colchones en los que hemos dormido después de muchos días.
Caemos rotos.

día 10, Primer día de espera.

Me levanto en el Refugio de Gorra Blanca, hace frío, la temperatura interior es de 2ºC, ya están charlando en la mesa mis compañeros, la noche ha sido agradable y dentro del saco se está caliente.

Tenemos que hidratarnos para lo que tenemos dos grandes calderos para salir a por nieve para derretir, este será un proceso que tendremos que hacer cada 6 horas, vamos rotando en las operaciones de búsqueda de nieve para hacer agua.

Tenemos otro caldero en el habitáculo de la entrada, ese lo usamos para mear y cuando se llena lo tiramos abriendo un poco la puerta. Puerta que tiene una apertura un tanto rara; se trata de una puerta curva que gira en torno a un eje central, por lo que cada vez que abrimos lo tenemos que hacer entre dos. Uno tira de arriba con fuerza, se cuelga haciendo contrapeso y el otro pone una barra de hierro que tenemos junto a la puerta para bloquearla. Todo un protocolo.


El refugio está bastante bien, está en terreno chileno y lo renovaron en diciembre del 2013, poniendo colchones nuevos, literas y haciendo unas particiones que antiguamente no tenía, como el pequeño hall de entrada y el habitáculo de la habitación.


Por lo demás tiene una mesa grande, algunas sillas y un mostrador en L que usamos para cocinar. De lado a lado lo cruzan varias cuerdas en las que colgamos toda la ropa para secar y dejamos las mochilas.


Tras hacer dos litros de agua por cabeza y añadir sales minerales, deshacemos otro poco de  nieve para desayunar, tenemos toda la comida dividida por días y desde el desayuno a las 9 hasta la cena a las 21, sólo contamos con tres barritas energéticas y un puñado de frutos secos para vivir esas largas 12 horas. Aprovechamos que hay unos cuantos tacos de avecrem para hacer alguna sopa durante el día.

Nuestra jornada diaria, se basa en charlar sobre la mesa principal, nos hemos subido un trozo de madera sobre el que tallamos un pajarillo, jugamos a las cartas, al dominó, repasamos el mapa de arriba a abajo y miramos la meteorología que traemos escrita durante más de dos decenas de veces.


Conocemos a José y Nacho, nos contamos prácticamente nuestras vidas y hacemos buenos lazos porque estaremos muchas horas juntos.

Durante esta jornada también nos preocupa el hecho de que tenemos todo empapado, los gore tex están calados, los guantes, las capas interiores y casi toda la mochila, el agua nieve de la jornada anterior había sido duro con nosotros.


La jornada pasa con tranquilidad, somos buenos sabedores que estaremos allí dos días sin posibilidad de salir, tan sólo ha salido alguno a hacer "aguas mayores" y no ha podido estar fuera más de 20´´, el viento es muy fuerte (unos 60km/h) y no para de nevar.

Hoy la temperatura ha subido en el interior hasta 7ºC en las horas centrales, pero en cuanto la luz cae la temperatura desciende hasta los 0ºC, siendo verdaderamente difícil vivir si uno no está en movimiento.

Así transcurre la primera jornada de espera, una jornada de adaptación a un lugar donde todo ha pasado lentamente pero más cómoda de lo esperado.

día 11 de Enero, mi cumpleaños, nuevo día de espera.

Abro los ojos, se está a gusto dentro del saco, fuera hace frío y esta noche ha bajado algo más la temperatura que ayer.
En el exterior la ventisca continúa, tomamos como referencia una bandera chilena desgarrada situada en un palo frente a la puerta, se agita y bandea más que nunca, todo sigue igual.

Juancar me recuerda en el primer minuto del día que es mi cumpleaños, me felicitan todos, 34 caen.

Desayunamos todos juntos, hablamos sobre la meteorología, jugamos a las cartas, llevamos ya metidos más de 35 horas y hay que aguantar un día más.

Parece que a media mañana no nieva tanto, pero el viento es mayor, esperamos que esta tarde mejore algo como dice la previsión (si mejorar es que baja la nubosidad de 95% a 80%) y precipita 1 mm menos).

Nos hemos dejado una sopa de la cena para comer algo al medio día por lo menos, cuando terminamos mis compañeros me sacan un alfajor con una vela y me cantan el cumpleaños feliz, además me dan un regalo en forma de nota y foto de mi familia. Ahora la vida se ve de otra manera.
Parto el alfajor en 6 trozos a modo de tarta y nuestros amigos argentinos comparten también una tableta de maní similar al turrón. Un cumpleaños muy peculiar sin duda.

Por la tarde parece que las nubes que cubren la zona son más finas, a veces se puede apreciar la figura del sol tras las mismas, y se nota sobre todo en la temperatura del refugio que ha subido hasta los 7ºC, es bastante cómodo no tener que estar combatiendo contra el frío continuamente, además parece que toda la ropa que tenemos colgada se va secando, a ver mañana que día amanece, nuestro objetivo es salir hacia el Circo de los Altares.

Sobre las 18 horas vemos una luz proyectada sobre el mostrador a través de la ventana, -"el sol, el sol"- , miramos por la ventana, podemos ver un haz de luz y un trozo de cielo despejado.
Nos alegramos de sobremanera e incluso nos abrigamos para salir fuera; botas, chaqueta, gorro, gafas de ventisca y salimos al exterior. -¡buahhhh!-


Frente a nosotros se encuentra el Pico Marconi, por arriba podemos ver el Pico de Gorra Blanca con sus glaciar repleto de nieve, hacia el otro lado toda la extensión del Campo de Hielo Patagónico, increíblemente es como el lecho de un río helado.


Hasta allí en frente, que es el Cordón Moreno hay 25 kilómetros y es que aquí las dimensiones son inentendibles sin gente por medio que sirva de referencia.


En 10 minutos he hecho más de 25 fotos hacia todas direcciones y sobre todo nos ha subido la moral el ver cierta mejora en cuanto a la meteorología y poder ver cielo azul.


Aun así, el viento de Noroeste es fuerte y el quitarnos el guante para hacer fotos unos minutos nos ha helado las manos, debe haber una sensación cercana a los -10 o -15. Nos volvemos a meter para adentro del refugio, la alegría nos invade a todos.


30 minutos después se vuelve a cerrar y continúa nevando como si hubiéramos vivido un sueño de una hora. Ya no vuelve a abrir durante el resto de la tarde y a las 22:00 el termómetro cae a los habituales 4ºC. No queda otra que ir al saco, la temperatura no nos permite estar mucho tiempo sin movernos, hacemos los dos litros de agua con sales minerales por cabeza derritiendo nieve y esperamos a que mañana amanezca mejor. Nacho se levantará a las 7 a ver la meteorología y nos levantará a todos si es buena, si no seguiremos durmiendo y replantearemos la situación.

Día 12, decisión final, día clave.

Amanece de nuevo en el refugio, todo está en calma, ya hay luz y estamos todos en las literas. Eso es mala señal. Ya es raro que me levante el primero pero es que estaba nervioso por salir ya hoy de este bunker.

El viento sopla fuerte, se nota en el doble techo de madera y plásticos, no ha parado de moverse durante toda la noche. Nos levantamos todos a desayunar, nos asomamos por la ventana y por el clima parece que no pasen los días.

Vamos a aguantar hasta las 12 por si hubiera una mejora rápida y si no es así, marcharemos hacia abajo, pensamos que valle abajo el tiempo será mejor y quizás ya no merezca la pena perder tres días completos de periodo vacacional metidos en un refugio, además por tiempo y comida no podemos permanecer otro día más aquí arriba a la espera de hacer la vuelta al campo de hielo. Por lo que la decisión está tomada; o antes de las 12 mejora para ir al campo de hielo, o si sigue igual marchamos hacia abajo, esté como esté.

No hubo que hablar nada más, a las 11 estábamos haciendo las mochilas sin tan siquiera ver como estaba el tiempo fuera. Llegó la hora de marchar.

Dimos algo de comida a nuestros compañeros argentinos para que aguantaran algún día mas allí, ya que ellos sí tenían tiempo y terminamos de hacer los mochilones. El trineo me tocaba llevarlo a mí y estaba dudando si arrastrarlo con la mochila o llevarlo a espaldas, finalmente lo iba a echar a rodar.

Nos abrigamos de lo lindo y salimos, nos pusimos las raquetas y cargamos el trineo con mi mochila y algo más de material, total era cuesta abajo. Nos encordamos los tres y en una despedida memorable partimos por el manto blanco rumbo al Paso Marconi ante la atenta mirada de nuestros compañeros y ya amigos.


Esta todo cubierto y el viento es menor que en el del resto de los días, incluso la claridad del sol se deja entrever, aun así continúa neviscando.

Vamos perdiendo altura lentamente, el trineo va muy bien y podemos ver el inicio de la subida al Gorra Blanca a la izquierda y el Pico Marconi de frente, estamos de subidón e incluso paramos a hablar. Tanto es así que por momentos nos planteamos si tirar hacia el campo de hielo sur, de un inicio parece de cachondeo, pero lo comento en serio, el clima es malo, vale, pero no tanto como para no poder caminar 6 horas con viento lateral y sin desnivel, además me parece que el lugar donde está situado el refugio es venteado y las condiciones parecen peores.
Peluka acepta e incluso comenta que sí, pero que hay que subir a por la cena que hemos dejado a los compañeros, le comento que quizás lo podamos hacer economizando con sólo dos cenas en tres noches, e incluso si hace bueno hacer dos jornadas en una como la de ascenso.
Pero Juankar repite un par de veces; -"no lo veo"-, quizás tenga razón y sea el primer subidón de adrenalina tras salir de aquel agujero tras 60 horas.
Volvemos a replantearlo aun con la silueta del refugio en la lejanía y Juankar comenta que lleva la ampolla de la planta en carne viva y que justo ahí le roza la bota plástica por lo que puede ser un sufrimiento continuar hacia el hielo.
Estamos en medio de una encrucijada, y....... decidimos bajar y es que para acometer dicha travesía hay que estar a 100% y dos mutilados de guerra en el equipo ya pesan.


En pocos minutos estamos en el Paso Marconí, desde allí se cambia un poco el rumbo a izquierdas y se comienza a descender hacia el embudo que flanquean dos laterales rocosos, el viento comienza a soplar, más y más, y mucho más. Hasta tal punto que estamos en las mismas condiciones sino peores que el día de la subida.


Se ha cerrado todo, la niebla oculta los glaciares y el viento ahora nos sopla de espaldas un tanto lateral, ésto nos ayuda a progresar a toda prisa pero me gira en numerosas ocasiones el trineo. Trineo que tengo que poner decenas de veces de pie para poder continuar.


En uno de esos revolcones de trineo y harto ya de tener que parar para colocarlo, tiro de él a rastras para que se coloque solo y se arranca el cordino que va atado al plástico, se ha abierto una raja en el trineo y ahora  hay que bajarlo, cosa que nos retrasa un tiempo y empeora el descenso hasta las placas.

Mí idea principal es tirarlo al fondo de una grieta y no verlo más, ya que nos lo van a hacer pagar igualmente por romperlo y encima lo vamos a tener que portear durante dos días, pero mis compañeros no me dejan.
"Mi relación con el trineo no ha sido lo suficientemente llevadera".

Al fin y tras una pendiente más inclinada llegamos a las placas y el panorama es desolador. Éstas se han cubierto todas por una capa de nieve y el descender por allí no parece buena idea, los seracs colgantes de la derecha siguen amenazando y de vez en cuando suena algún estruendo de avalanchas de hielo. Por si fuera poco el viento sopla muy fuerte, tan fuerte que nos tira hacia abajo, ráfagas de 70km/h son habituales y nos desestabilizan.

Nos quitamos las raquetas y ponemos los crampones, aunque son placas de roca recubiertas por nieve, éstos agarraran algo y descendemos unos metros en busca de mejor nieve y el inicio de las mismas.

Pierdo altura hasta que el crampón me patina en la roca y chirría, aquí comienzan, montamos un cordino en una gran roca y vamos a hacer el primer rápel de 20 metros, nos deposita en otra terraza junto a los seracs y hacemos un segundo rápel que nos deja en mitad de una de las placas.


El cerco se estrecha para salir y estamos en mitad de las lajas de roca tapadas, ahora queda más abajo un diedrito de IIIº cubierto de nieve y apto para resbalarse y caer rodando.
Intento buscar camino por la zona de los seracs y el hielo, y voy pisando bloques de hielo tratando de bordear las placas de roca, descendemos sin asegurar por el borde y al fin nos situamos sobre el diedrito.
-¡hay que salir de aquí!- grito un par de veces, mientras se vuelve a oír otro estruendo de caída de hielo.


Veo que la cuerda no va a llegar hasta la base, por lo que es tontería rapelar y para quedarme a mitad del diedro prefiero buscar otra solución que pasa por descender, no hay otra. Con cuidado vamos bajando por el diedro, parece que la nieve caída es más consistente y se ha pegado un tanto en la roca, ésta aguanta pero queda el inicio más inclinado, los primeros 5 metros. El crampón me vuelve a resbalar en la roca y un poco más a la derecha también,, ¡oh oh!, tomamos un escape a izquierdas por una terraza y parece que por mejor camino bajamos casi hasta la base, una placa de confianza en los crampones sobre la roca marrón y estamos en la base.


Hemos superado la zona más técnica de placas y por lo menos el viento ya no es tan fuerte aquí abajo. Ahora nos queda el "nivel 2" de la jornada que es la rimaya y el 3 que son las grietas del Glaciar Marconi que están tapadas por la nieve fresca y habrá que sortearlas no se muy bien como.


La rimaya, parece más complicada de lo que es, se ve que hay agujero debajo, pero de un salto nos montamos sobre la nieve, descendiendo por una pendiente de 30º hasta la base. Nos volvemos a encordar de nuevo y es que empiezan las grietas. Salimos de la rimaya rumbo al "cogollo" glaciar, primero hay una zona de mero trámite de glaciar sucio con rocas en donde no hay grietas pero pronto llegamos al meollo.

Estoy esperando visualizar la primera para ver el contraste de nieve, entre la niebla y las gafas hay que estar atento y antes de darme cuenta meto el pie en una pequeña grieta nevada que sólo me desestabiliza. Tan sólo se abre 10 centímetros pero ya he podido diferenciar el tono del hielo al de la nieve, parece que puede ser más fácil de lo que parece a priori.

Van apareciendo cada vez más grietas y más grandes; caminamos 4 metros y damos un salto, caminamos otro tanto y otro salto, se ven como finas bandas de nieve fresca, similares a las rayas de una cebra. Ahora van siendo más grandes y no nos llegan los pies para saltar, vamos bordeando por derecha, por izquierda, buscando el paso entre las mismas continuamente.


El viento vuelve a soplar rafagado, tanto que se lleva de golpe mi cubremochilas y lo veo volar glaciar adelante hasta desaparecer de mi vista, -"pues si que me ha durado, lo compre en El Chaltén".
Volvemos al tema de las grietas, ahora estamos en el medio de todo el glaciar y éste está más agrietado, intentamos ir para la derecha, pero una sucesión de grietas nos llevan a la izquierda, en algunos momentos tenemos que hacer algún paso asegurado con piolet bota ya que las grietas se abren más de un metro y hay que saltar y saltar.

Parece que nos hemos alejado de la niebla, el Paso Marconi se ha quedado atrás y estamos ya lejos de la posible caída de seracs, además las grietas ya son insignificantes. La moral del grupo ha subido y nuestros cuerpos se han relajado porque saben que el peligro ya es menor.

Caminamos hasta llegar a una lengua bastante más sucia, donde hay mucha piedra, se trata de un resto morrénico producido por la unión de varios glaciares, nos montaremos en él y no lo dejaremos hasta salir del glaciar. Pero antes paramos a quitarnos los crampones y desencordarnos, comemos también, ya vemos la salida de la ratonera.

Antes de terminar de comer la barrita comienza a caer agua nieve, estamos hasta los mismísimos de este tiempo patagónico, en el que te pueden hacer 10 condiciones diferentes cada día. Ésta vez a pesar del agua que cae pasamos de cubrirnos más y continuamos glaciar abajo entre rocas y hielo por la lengua hasta llegar a avistar la Laguna Marconi, lugar donde el glaciar termina.

El último tramo está un poco inclinado, hay que tener cuidado con el hielo ya que vamos sin crampones y al fin llegamos a la playa de arena del inicio de la laguna, se terminó el mundo helado.


Aquí nos paramos nuevamente. Nos quitamos el arnés y las botas para cambiar de calzado, la lluvia es más intensa y de poco nos valen los gores, lo mejor es salir del valle hacia la claridad que habita más abajo.

Bordeamos la Laguna Marconi por la derecha, siguiendo el itinerario de subida, muchos bloques sueltos para perder y ganar altura hasta las cercanías del desagüe de la laguna. Conocemos el camino y vamos con más seguridad y sobre todo menos peso, la cosa parece que va marchando.


Ahora vamos mirando de reojo el reloj, a este paso a las 22:00 estaremos en Puente Eléctrico, pero a esas horas a pesar de que aún hay luz, no habrá taxis, por lo que habrá que pasar por Piedra del Fraile para que por la emisora llamen a un taxi, pero claro no pagamos el permiso durante la subida, no se como se lo tomarán y seguro que nos lo hacen pagar de bajada. Ya veremos.

Por tramos de roca madre, lamidos por glaciar continuamos la bajada, la senda se ve bastante bien y donde no es así los hitos nos indican el camino. Superamos la parte más elevada de la morrena y volvemos a bajar por una especie depresión que nos lleva a la Playita, zona que se usa normalmente para el primer campamento de subida. Allí vemos varias tiendas montadas, se tratan de guías que están esperando el buen tiempo en el Paso de Marconi para subir. Tras vernos nos preguntan como está el tema por arriba, y les intentamos describir lo más fielmente posible todas las adversidades encontradas. 
Nos confirman que la previsión para hoy era buena, pero no hay más que mirar el cielo. 

Tras la parada nos hemos relajado un poco, a parte que de hora vamos justos, la tensa jornada ya pesa en el cuerpo por lo que decidimos quedarnos a dormir en el Campamento Playita.

Buscamos un buen vivac junto a otras dos tiendas y comenzamos a montar la tienda, mientras vemos que comienza a llover de nuevo. Con rapidez (ya hemos montado y desmontado la tienda en 15 días más de 10 veces) la montamos a la vez que deja de precipitar, cosa que aprovechamos para secar al viento el saco y la esterilla que vienen mojados de arriba.


Tras coger agua toca retirada a la tienda, sopla el molesto viento y en el interior se está bastante a gusto, además Juankar saca una mitad de salamin o salchichón que degustamos a la vez que pensamos que hoy la cena va a ser buena, ya que tenemos lo de dos jornadas y hay que terminarlo.
En mi caso marmitako y bonito con tomate y pimientos, arrea!!!
La jornada termina para nosotros antes de que los últimos rayos de sol reflejen en el valle y es que aquí a las 23 horas aún hay luz.

Día 13, Final de trayecto.

Amanece en la Playita. Son casi las 8 y hemos dormido una buena tirada. Abrimos la cremallera, el día parece despejado y ha mejorado considerablemente respecto a los anteriores. ¿Llegará la añorada ventana de buen tiempo?.

Desde la tienda podemos ver el Fitz Roy asomando, es un lugar espectacular que durante la subida no pudimos apreciar por las prisas, ahora mismo aún están las dos tiendas de ayer, por lo que parece que no han salido hacia arriba.




Desayunamos pacientemente junto a la tienda, no tenemos prisa y lo único que tenemos que hacer es llegar a El Chalten, aunque nos separan aún 14 kilómetros y unas 5 horas de caminata hasta Puente Eléctrico y allí nos tendremos que buscar la vida para llegar al pueblo.



Recogemos la tienda una vez más, esperemos que sea la última, van unas cuantas veces ya y rehacemos la mochila. Esta vez me toca portear el dichoso trineo.
Vamos bordeando el margen del Lago Eléctrico por el caos de rocas procedente del Glaciar Pollone hasta llegar al barranco del mismo nombre.


Esta vez no nos andamos con tonterías y no vamos a andar buscando el buen lugar para cruzar. Nos quitamos las botas, los pantalones y ante la atenta mirada del Fitz Roy, cruzamos sus gélidas aguas glaciares.


Ésta vez ha salido mejor el vadeo y continuamos por la senda alejándonos del lago, rumbo a las morrenas rocosas que se sitúan a una altura considerable y hacia las que tenemos que subir.
Miramos hacia atrás y vemos el Paso Marconi nuevamente en malas condiciones. Pues otro día más que no pasa nadie hacia el Hielo Patagónico


Ahora en descenso, perdemos altura por la senda pintada con marcas celestes a la derecha aparecen altivas tres torres como tres soles; el Fitz Roy, la Mermoz y la Guillaumet. Fabulosas vías de escalada en todas ellas.



Hemos bajado al llano, a la tierra normal, a la que crece hierba verde, árboles y el agua corre por ríos. Atravesamos todo el llano de Piedra de Fraile y nos vamos a dirigir al Refugio del mismo nombre.


A pesar de que no pagamos el peaje de subida, ahora necesitamos que nos llamen a un taxi, por lo que vamos a pasar a las instalaciones, veremos si podemos negociar un precio del permiso y nos tomaremos algo.

Entramos en la caseta principal y no somos bien recibidos. Lo único que les preocupa es de donde venimos y si hemos pagado el impuesto revolucionario. Les decimos la verdad y pronto nos ofenden con malas palabras. Les hacemos ver que para nosotros 40 euros por cabeza por un simple paso nos es muy caro y que aquello que tienen montado allí es algo ilegal, ya que no te dan ni recibo, ni nada, simplemente alegan que ellos viven de ésto.

Nos tomamos unas cervezas mientras tanto y la conversación ha llegado a un punto bastante alto. Incluso nos han amenazado con la policía si no pagamos. Yo soy partidario de marcharnos sin pagar el impuesto pero finalmente accedemos a hacerlo aunque nos cobran como argentinos que pagan menos.
Al final ni taxi ni nada, por la emisora llaman un par de veces y nos dicen que no hay posibilidad de avisarle,  así que tendremos que ir al Puente del Río Eléctrico a hacer dedo o buscar la otra posibilidad que es dirigirnos a la Hostería el Pilar situada unos kilómetros más allá desde donde sí hay teléfono fijo.



Nos marchamos de allí bastante malhumorados. Esto es una aventura diaria y una lucha continua.

Nos adentramos en el bosque de lengas por unas sendas muy bonitas nos quedan un par de horas y vamos notando la afluencia de gente por allí paseando, supongo que no pasarán de Piedra de Fraile, para no efectuar el pago extra.
El calor se va notando, la humedad del bosque hace subir la temperatura y caminamos bastante cómodos saboreando el final próximo de la aventura.

Una hora más allá y cerca de las 15, estamos próximos al Puente sobre el Río Eléctrico, nos hemos separado y me he quedado un poco rezagado tras la llamada de la naturaleza. Cuando llego al puente, mis compañeros ya están allí charlando con unos italianos que van a subir a escalar, le confirman dos días de muy buen tiempo ideales para escalar.


Tras esperar un poco, por allí no pasan coches libres ni taxis. Así que decidimos continuar caminando un par de kilómetros en busca de la Hostería el Pilar, que viene en el mapa pero que no sabemos como será.

Caminamos ahora por la pista pedregosa apta para vehículos y tras unos 15 kilómetros llegamos a un desvío donde nos indica el citado alojamiento. Así que tomamos la pista hasta llegar a una bonita casa de madera con grandes ventanales y coloridas flores, rollo inglés. Hay una mujer en la puerta y la preguntamos por la posibilidad de llamar, amablemente nos permite el acceso y observamos el precioso alojamiento desde el interior.
La decimos si podemos hacer una llamada y ella misma nos llama a un vehículo taxi que trabaja para ellos  con una tarifa incluso más barata que la de los taxis de allí, 260 A$.

En un rato llega una furgoneta que será nuestro taxi y nos lleva hasta El Chaltén,, -¡bien!!, llegamos-.


Le pedimos que nos lleve al Albergue Pioneros del Valle, donde tenemos todo el material sobrante y allí pedimos una cama en el albergue, -todo lleno-, con cara de poker dejamos las mochilas allí en el hall y vamos a recorrer varios hostel, albergues y hosterías en busca de un alojamiento digno, que ya apetece.

30 minutos nos sobran para ver que El Chaltén está desbordado, todo lleno, los carteles de -"full"- cuelgan de las puertas de muchos alojamientos, y en los que no hemos entrado personalmente para recibir la negativa. Pues no nos queda más remedio que dirigirnos al camping, a pesar de que Peluka reniegue de ello.

Tras coger las mochilas de "Pioneros del Valle", nos dirigimos al Camping relinchos, más bien por cercanía que por conocimiento del lugar y es que da a la parte trasera del albergue.
Volvemos a sacar la tienda por enésima vez y montamos de nuevo todo el tinglado.


Tras las tareas de campamento, vamos a devolver lo alquilado para que no nos cobren una jornada más y nos dirigimos al corazón de El Chalten, un tanto guarretes y con ganas de volver al camping para tomar por lo menos una merecida ducha.


Hemos hecho ya toda la ruta, (devolución de trineo, botas, policía) y al final no nos ha dado tiempo de ir a la casa del parque a darnos de baja de la ruta, y es que a las 19 está todo cerrado a pesar de que quedan 4 horas aún de luz.

Nos tomamos en el camping la ducha merecida, el servicio parece un campo de exterminio, pero ya cualquier cosa nos vale mientras sea con agua caliente.
Ahora para cenar no nos vamos a ir muy lejos, cruzamos la calle y tenemos en frente Patagonia Rebelde un restaurante de estilo rústico y que realizan los platos típicos argentinos.
Con un buen vino degustamos la cena, además hay música en directo y disfrutamos del momento.


Alguien le ha soplado a la camarera que fue mi cumpleaños hace un par de días, y el cantante que va un poco pasado me dedica una canción y se viene a tocar con la guitarra "a mi vera", después se sienta en la silla y hasta nos invita a pedir otra botella de vino..
-"entre copa y copa se escapa mi vida, llorando borracho tu perdido amor..."-


 Día 14, buena meteorología, hay que aprovecharla. Laguna Torre y de los Tres.

El día sale despejado, no hay ninguna nube en todo el cielo. Nos hemos propuesto realizar las dos rutas más comunes del lado oriental del macizo; que son la de la Laguna Torre y la de la Laguna de los Tres, pero las vamos a hacer en el mismo día.
Nos salen unos 30 kilómetros sobre mapa y sobre unas 10 horas de marcha así que a eso hemos venido a caminar no?, pues caminemos.

Partimos desde el mismo camping con mochilas ligeras (ya todo el ligero comparadas con las de estos días), por la calle principal, desde allí un cartel indica bien el camino hacia la Laguna Torre, nuestro primer objetivo.

Tomamos una calle asfaltada perpendicular a la que llevábamos y llegamos al final del pueblo, ya las calles son pistas de tierra y mediante unas escaleras subimos hasta el gran cartel del inicio de la senda.



Las primeras rampas son para calentar, un desnivel de 100 metros "a capón". Poco a poco vamos cogiendo perspectiva de El Chaltén a la vez que nos vamos adentrando en las primeras zonas arboladas de Lengas.


El camino es bonito, va algún grupo más con nosotros y vamos manteniendo algo de altura hasta que llegamos al primero de los magníficos miradores. Perplejo me quedo admirando al Cerro Torre, sí esa montaña con forma de aguja inaccesible, esa silueta tantas veces vista en libros y en "la desnivel", esos documentales de los Pou, de al filo con Portilla a la cabeza, esas historias de Salvaterra, de Bonati, allí está colgado el puto compresor, el hongo de nieve, la peli "grito de piedra"............... No me podía morir sin ver el Cerro Torre y aquí estoy admirándolo y sacando centenares de fotos.


Mis compañeros tiraban y yo me quedé allí embobado, sin ser consciente de que lo iba a ver durante las próximas 4 horas bastante de continuo. Proseguí el camino y ya si nos metimos profundamente en un bosque de lengas más viejas. A veces aparecían algunos claros desde donde podíamos ver la silueta "del grande" y otras se ocultaba sencillamente.


Por un camino bastante cómodo llegamos la bifurcación que nos enviaba a la Laguna de los Tres hacia la derecha o hacia la Laguna Torre a la izquierda.


Realizamos una parada de 10 minutos para tomar la primera barrita y continuamos rumbo a la Laguna Torre, dejando siempre a la izquierda el cauce del Río Fitz Roy. Al fondo el circo "del torre".


Mientras caminaba, pensaba: por aquí habrán pasado muchos de los grandes escaladores sobre la tierra llamados por el magnetismo de esta montaña. Me sentía afortunado.
Los pensamientos se borraban cuando nos adentrábamos a frescos bosques de lengas, o nos cruzábamos con gente de todas las nacionalidades y religiones.

El bosque se abrió, la luz iluminó nuestro camino y llegamos a las rocosas morrenas del valle. Justo delante una nueva bifurcación; a la izquierda al Campamento Base de Agostini a la derecha a la Laguna Torre.

Primero fuimos al campamento, situado a escasos metros, aquel es un lugar mítico de todo escalador. Yo recordaba de haberlo visto en documentales y películas, es el último reducto de vegetación del valle y en esperas lluviosas es un puro oasis.
Nos adentramos en el mismo, muchas tiendas montadas y el viento que agitaba las copas de las lengas como si algo especial allí sucediera.
Salimos del campamento por una senda y subimos a un cercano mirador, desde allí el Cerro Torre se veía en toda su expresión. Desde allí iba a ser la foto.


Como la definió Terray "la montaña imposible"

Maravillados por aquella manifestación de roca y con pocas ganas de marcharnos, recorrimos las morrenas en busca de la Laguna Torre, situada bastante cerca. Allí la gente yace en las playas que forma y observa durante horas y más horas la magnífica postal.


La jornada es larga, muy larga y tenemos que marchar. Desconectamos el play cerebral e iniciamos el descenso por el mismo itinerario de la ida. De vez en cuando giramos la cabeza para despedirnos del Torre, somos conscientes de que aquí el buen tiempo dura más bien poco.

Llegamos a la bifurcación de hace un par de horas atrás. Ahora tenemos que tomar la senda hacia la Laguna de los Tres, otro de los lugares de penitencia en Patagonia.

El camino se estrecha y se torna ascendente, son ya bastantes días de abuso de piernas pero éstas aguantan. Notamos que la zona es menos transitada, el bosque es más viejo y a la vez más bonito, nos deja maravillados.


Cuando tras los pasos de un Pájaro Carpintero Gigante vamos en busca de una foto, por el camino nos cruzamos con nuestra pareja de amigos del Paine, ascensionistas de la Aconcagua. Nos contamos las novedades, nos preguntan, les preguntamos y nos despedimos deseando suerte para el resto de aventura.

El camino no cesa de ascender por el bosque, y es que son casi 300 los metros que sube, por fin parece que la cosa relaja, estamos bordeando la Loma de las Pizarras y cambiando de vertiente. Hace un rato que no nos hemos cruzado con nadie y la curiosidad nos lleva entre los arbustos. Es poco probable que aparezca un Huemul pero de la ilusión vive el hombre, si los hay en el parque debe ser por esta zona.

Poco a poco comienzan a aparecer pequeños humedales y prados verdes entre zonas boscosas, esta vertiente es diferente, vamos manteniendo la altura hasta que entre los árboles aparece un oasis natural.
Se trata de la Laguna Hija, podemos imaginar en pequeña escala como se puede sentir un naúfrago al llegar a una isla.
Nos salimos de la senda y caminamos por la arena de pequeños trozos de pizarra hasta el margen de la misma. Allí nos sentamos, preferimos llegar una hora de noche a El Chalten que dejar de disfrutar un rato de las aguas de este marco incomparable.


Comemos algo, llevamos ya la mitad del itinerario unos 17 kilómetros y la jornada va a ser guapa.
Continuamos el itinerario, por la senda que bordea la laguna por la derecha y ésta va ganando algo de altura y alejándose del cauce de las lagunas.

Poco más allá ya podemos ver la Laguna Madre, producida por el desagüe de la hija y a su vez por la nieta, curiosos nombres pero muy afortunadamente puestos. También va apareciendo tras la Loma de las Pizarras el fabuloso Fitz Roy y es que no hay 30 minutos de itinerario donde el camino se haga monótono, esto es un parque temático de las montañas, lagunas, bosques, torres, nieves, glaciares, guauu!!


Ya van más de 20 kilómetros de marcha, se nota en las piernas, hemos llegado a un llano donde se sitúa la bifurcación que nos lleva por un lado a El Chalten y por el otro a la Laguna de los Tres y base del Fitz.
Es difícil la elección, pero movidos por el corazón más que por las piernas nos dirigimos hacia arriba sin pensarlo mucho, hemos venido a jugar.

Mediante unas pasarelas de madera, superamos los humedales que forman el Arroyo del Chorrillo del Salto en dirección a la Laguna de los Tres. Ésta zona está más poblada de gente y es que la ruta hacia la mencionada laguna es la más famosa y publicitada de las rutas en el parque.


Pasamos junto al Campo Base Poicenot, más usado por la gente que quiere hacer el itinerario de la laguna en dos días que por escaladores.



Hay bastantes tiendas montadas y todas cerradas, la gente está en la montaña con estos días de buen clima.

Lo dejamos atrás y cruzamos el cauce del Río Blanco, desde aquí comienza la abrupta subida hasta la Laguna de los Tres. No es moco de pavo y es que se tratan de 420 metros de desnivel por un itinerario muy pedregoso y un tanto peligroso para personas no acostumbradas.

Ponemos la marcheta y vamos subiendo sin parar todos esos metros, pasamos a decenas de personas, más bien turistas que montañeros y en menos de una hora nos asomamos por la morrena que da acceso a la preciosa laguna.
El lugar indescriptible: el Fitz Roy, la Poicenot, la Innominata y la Saint Exupery, todas ellas agujas de biblioteca de montaña.


Nos abrigamos ya que corría el viento moderadamente. Y ante la atenta mirada de los allí presentes un cóndor descendió hasta pocos metros de nosotros.
Pellízcame en el brazo, esto es una verdadera maravilla a nivel, geológico, botánico y faunístico.


Estuvimos una media hora disfrutando del lugar, ya nadie nos acordábamos de la huida del Hielo Patagónico y es más casi agradecíamos el haber bajado de allí arriba porque sino no hubiéramos disfrutado todo ésto.

Comenzamos el descenso, las rocas del camino son muy inestables y la gente va perdiendo altura muy lentamente, nosotros nos abrimos hueco como podemos y bajamos más deprisa, no vamos muy bien de hora y el sol ya ha desaparecido tras las nubes que vienen del Pacífíco.

Terminamos de bajar la abrupta pendiente y nos adentramos entre los bosques hasta la bifurcación, ahora tenemos que tomar rumbo a El Chaltén, hasta donde nos separan unos 7 u 8 kilómetros.



El camino desde un inicio es llano, va manteniendo la altura junto al Arroyo del Chorrillo del Salto y lo vamos recorriendo con bastante rapidez, ahora el problema lo tengo yo ya que el tobillo se me está resintiendo del esguince de hace unos días, es normal van casi 30 kilómetros y más de 1300 de subida.

El camino nos lleva hasta los márgenes de la Laguna Capri, otro bonito lugar donde hay un par de campamentos llenos de gente, y es que aquí pasa la gente más tiempo en los numerosos campamentos del camino que en el propio El Chaltén.
Como no, paramos para relajarnos en sus mínimas playas, esta vez hasta nos quitamos las zapatillas, nos queda poco más de una hora hasta el fin de trayecto y vamos a disfrutar al máximo de las últimas horas.

Nuevamente emprendemos el camino, que nos adentran en más bosques, esta vez la senda va perdiendo altura por la ladera Este del macizo y abajo podemos ver en algunos claros el Valle y Río de las Vueltas.


Nuestro fin de trayecto es inminente, vamos viendo las construcciones de El Chaltén, vemos su irregular plano urbanístico y su privilegiada situación a las faldas de un macizo así, rodeada de grandes paredes para escalar.


En poco más de 14 horas hemos realizado y unido las dos rutas más importantes del macizo y nos encontramos caminando por asfalto tras unos 35 kilómetros.
Estamos cansados. Sí, pero con la sensación de haber disfrutado y conocido la parte Oriental del parque.

En nuestro camping nos espera una buena ducha, ropa seca y disfrutar de una nueva cena patagónica con helado de dulce de leche.

Día 15 de Enero, Vuelta a El Calafate.

A pesar de que nuestras intenciones eran volver pronto a Calafate, no ha podido ser, el autobús sale al medio día y casi perderemos este día 15 entre traslados.

Por un lado, no hemos madrugado mucho y tenemos todo el tiempo del mundo para hacer las mochilas y comprar los últimos souvenirs, entre ellos he comprado una guía de escaladas del macizo, algunas pegatinas, parches y demás friqueces.

También hemos aprovechado para intentar vender las raquetas de nieve, unas botas y la cuerda. Al final es peso de vuelta en material que seguro que aquí aprovechan mejor y le dan más utilidad.

El autobús sale de El Chaltén a su hora, son 3 horas de camino en donde ha reaparecido de nuevo la lluvia que ya casi echábamos de menos tan sólo dos días después. El viaje es tranquilo y viajamos junto a unas japonesas tan peculiares como delgadas.

Llegamos a Calafate, hemos contactado con Noe para volver al hostel Bla! y allí nos presentamos. Nos dan una alegre bienvenida y la noticia de que no hay hueco para todos.
-Pues dormiremos en el salón con la esterilla, total, un día más, un día menos.-

Tras hospedarnos nos dirigimos al Calafate, tenemos que contratar la actividad de mañana día 16, último de nuestra estancia en tierras argentinas y que queremos disfrutar al máximo.

Pronto vemos que está todo full, no hay más kayak por glaciares todas las compañías llenas, no hay muchas actividades que nos apasionen, así que pasaremos un día de relax mañana porque hoy ya son las 20:00.

Día 16 de Enero, Cambio de planes.

Nos levantamos en nuestro último día de estancia en Calafate. Como no había ninguna actividad que nos atrajera hemos decidido hacer un asado argentino en el hostel.
Por supuesto pedimos permiso a Noe en el hostel y extrañada no dice si sabemos hacerlo.
-"mujer, por supuesto, si somos de campo"-, pero nuestras chuletas no tienen mucho que ver con los asados de aquí.
Tras recibir la aceptación de "la jefa", pedimos apoyo logístico a Marcelo el taxista que nos llevó a la frontera con Chile y amigo de la casa, que muy amablemente nos explica todos los pormenores del asado, además nos ayuda a buscar una "chapa" como dicen aquí, (vamos una barbacoa) y nos lleva una carnicería de buena carne.
Además nos insta a comprar "la picada" o aperitivo porque el asado se lleva un par de horas largas y hay que ir alimentando el cuerpo. De nuestra parte corren algunos litros de calimotxo que vamos a introducir en la comarca y unas cervezas.

Con toda la compra hecha nos colocamos en la parte trasera del hostel e invitamos a todo transeúnte del alojamiento, incluso nos metemos con los platos a modo de catering por el salón.


Mientras la carne se hace, nos ponemos "a gusto", se sorprenden de que vaya tan bien la cosa y con dos trozos de uralita metálica hemos hecho las paredes de la "barbaquiu".


Un par de horas después todo está listo, sacamos carne y más carne, de aquello participan, clientes, los currantes, la jefa, la que limpia, el taxista que viene entre servicios y alguno más que desconocemos su procedencia.

La verdad es que lo pasamos bien, el hostel huele entero a humo de barbacoa y seguro que se acordarán de nosotros durante mucho tiempo al igual que nosotros nos acordaremos del cálido lugar llamado
 Bla! guest house.


Hasta la vista!!