miércoles, 9 de febrero de 2011

Cresta Picos de La Pez - Pico de Abeillé


Nos levantamos en nuestra terraza particular a 2.000 metros y con las primeras luces partimos hacia los Ibones de Bachimala, la nieve estaba blanda y no tuvimos la necesidad de ponernos los crampones. Ganamos altura por la ladera Oeste del Bachimala y sobre los 2.200 metros comenzamos bordear un tramo rocoso en dirección Norte,

manteniendo la altura y pasando algunos neveros bastante helados esta vez y con unas buenas caídas al Barranco de la Pez.

Sobre la hora de marcha y tras el bordeo comenzamos a ver los Picos de la Pez, bastante pelados de nieve y accesibles desde abajo, una vez con la vista puesta en ellos y la ladera del Bachimala superada giramos hacia el Este con la intención de llegar a los Ibones de Bachimala,la nieve en zona umbría estaba bastante dura

y con los crampones fuímos progresando por palas de poca inclinación hasta llegar al primer ibón situado a 2500 metros. Realizamos una parada sentados en una roca al sol y comimos un poco antes de partir ahora rumbo Noreste, nos fuimos adentrando en el circo de Bachimala y observábamos todos los tresmiles que como puntas de corona lo rodeaban, viéndose bastantes accesibles por diferente corredores con una nieve ideal.
Nosotros tras ganar altura por unas rampas de 30º, llegamos a la altura de los ibones superiores, éstos los dejamos a la derecha y nos dirigimos hacia un corredor que va a salir a la cresta Oeste de los Picos de la Pez.


Tras un pequeño bordeo y subir una plataforma pronto vimos dicho corredor, por el que comenzamos a trazar zetas por rampas de 40º y con una nieve blanda en algunos tramos y más dura en tramos venteados. Remontamos los 100 metros de desnivel del corredor y salimos a un pequeño collado que separa la primera cumbre del Pico de la Pez de una cota situada más al Oeste con 2930 metros. Desde dicho collado podíamos ver los 500 metros de arista que nos separaban del tresmil, la cosa no parecía ser muy complicada, catalogada como PD, y tras ponernos el arnés sacamos el material pesado para iniciar la cresta hacia el Pico de la Pez.


El primer tramo era en roca, sin ser pasos difíciles y con muy buenos agarres el patio era tremendo hacia la vertiente de Bachimala, un poco más arriba la arista ensanchaba siendo la mayor complicación los tramos mixtos de nieve y roca,


en donde teníamos que ir echando mano del piolet y guardándolo muy a menudo, y donde los crampones llegaban a molestar en ciertas zonas de roca. Metódicamente y sin prisa fuimos superando la arista para llegar por un último tramo de nieve a la cumbre de la Pez.


Allí las fotos pertinentes y las vistas hacia el Pirineo eran tremendas y tras alimentarnos un
poco continuamos la arista hacia el siguiente Pico de la Pez. Según el gps, éste estaba situado a escasos 30 metros del primero y tras descender una loma de nieve volvimos a ascender a una cumbre unos metros más baja que la anterior, supuesta mente el Pico del Puerto de la Pez,
digo ésto porque por cartografía tienen la misma altitud (cosa que no nos cuadraba), y a nosotros nos parecía algunos metros más baja que la primera.


Sin darle mayor importancia a ésto nos hicimos una nueva foto y desde allí observamos que la arista hacia el Este tenía algunas
complicaciones más,


en un principio iniciamos la marcha por la arista perdiendo altura entre varias cotas inferiores y llegar a un tramo más complicado, desde allí buscamos posibles puntos de rápel para abandonar la arista hacia el Sur, pero con una cuerda de 50 metros estábamos un poco limitados ya que la altura era mayor. Finalmente continuamos por la arista de roca y tras destrepar un paso II+ y bordear un gendarme por neveros por el Sur pudimos llegar a las palas que van al collado situado entre los Picos de la Pez y el Abeillé un buen lugar de escape.
Desde este collado y ante las ganas que tenía de ascender el Abeille, Jose y yo nos separamos, él se dirigió hacia los ibones de vuelta a la tienda y yo continué por la arista con la intención de llegar a cumbre. Por un corto corredor me adentré en la cresta de roca, sin la mayor idea de la dificultad de la misma (AD), de un inicio fui siguiendo algunos hitos, que por la vertiente Sur iban superando una serie de canales para ir progresando hacia el pico. Después uno de ellos me llevó a la parte alta de la cuerda en una zona más amplia por donde tras pasar varios tramos de nieve me volvió a llevar al mundo de la roca. De nuevo los hitos me llevaron a la vertiente Sur y hacia una chimenea de III por la que tenía que destrepar, después por otra más de similar dificultad y finalmente tras perder los hitos, ascendí por unas lajas de roca bastante expuestas (IV), para salir a la parte alta de la cresta, lugar desde donde pude divisar ya la cumbre. Una vez superados los problemas la cresta se ensanchaba, e incluso la parte más alta del pico estaba situada a algunas decenas de metros de la cuerda principal formando una pequeña depresión en donde había algún vivac.

Con unas vistas similares a los anteriores picos y con bastante prisa porque Jose no esperara mucho inicié el descenso, esta vez empleé la ladera Sur-Suroeste zona por donde con mucha más facilidad pude ir destrepando o descendiendo directamente por neveros para llegar a la base del Abeillé, y dirigirme en busca de las huellas de Jose que pronto encontré.


Desde lejos le podía ver descendiendo del Ibón Inferior, me sacaba unos 30 minutos de recorrido y con buena marcha fui siguiendo sus pasos observando el reloj y pensando que la noche se nos iba a echar antes de llegar hoy a la furgui. Con algo de prisa fui descendiendo por las palas de nieve, dejando los ibones a la izquierda y perdiendo altura hasta pasar el ibon inferior posteriormente llegué a la zona umbría y desde allí a los neveros de nieve dura en los que una caída te lanzan al Barranco de la Pez, zona en donde llegué a Jose. Nos quitamos los crampones y continuamos hasta la tienda en donde tras llegar comenzamos a desmontarla para no perder mucho tiempo, intentando ganar algunos minutos al reloj para poder llegar a la furgui de día y sobre todo para no volver por la pista de Viadós con el hielo en el firme.
Tras el desmonte del campamento iniciamos el descenso,


éste fue rápido debido al estado de la nieve, pronto llegamos al Vado de Bachimala, lugar en donde cruzamos el puente y por el mismo itinerario que el día anterior


fuimos recorriendo todo el valle para llegar al vehículo tras 10 horas y media y con los pies algo magullados sobre todo por la humedad de la bota.
Salimos con rapidez de la pista de Viadós rumbo a Plan, en donde nos buscamos un llano cercano al pueblo donde colocar la furguí y pasar la noche cómodamente que falta nos hacía.

martes, 8 de febrero de 2011

Por el Valle de la Pez

Tras escalar un poco en hielo durante el Lunes nos dirigimos por la tarde hacia el cercano Valle de Viadós, íbamos en busca de valles con poca nieve y el Valle de la Pez sabíamos que era bastante soleado, allí se encontraban los Ibones de Bachimala lugar ideal para montar la tienda en una zona alta para al día siguiente hacer algunas cumbres de 3.000 metros.
Esa misma tarde nos dirigimos hacia Plan, allí hicimos las últimas compras, básicamente un mapa de la zona y unas cervezas. Nos adentramos en la pista que se adentra hacia Viadós con la intención de llegar a la zona del Campamento de Fontblanca, sabíamos que iba a haber algo de nieve por la pista y tras entrar y entrar en el valle, nos encontramos que un par de kilómetros antes de llegar al campamento el hielo nos impedía meternos más en el valle, así que aparcamos en un lateral de la pista a la sombra de los pinos y echamos el freno.Allí pasamos la tarde de charla y cuando se hizo la noche no tardamos en quedar noqueados hasta el día siguiente., Martes 8.

No madrugamos mucho, amaneció y tras desayunar tranquilamente hicimos las grandes mochilas de nuevo calculando al milímetro el peso para no subir demasiado lastrados y así a las 11:00 de la mañana partimos caminando por la pista rumbo al Valle de la Pez.
Pronto nos dimos cuenta que habíamos dejado el coche el lugar idóneo, los dos kilómetros de pista hasta el campamento estaban repletos de hielo en la calzada, por lo que a patita y así íbamos viendo el paisaje.

Tras media hora de camino llegamos al llano del campamento, por supuesto no había nadie por allí, a la derecha las cumbres situadas más al Sur del Macizo del Posets empezaron a aparecer iluminadas por el sol y nosotros tomamos un atroche que nos iba a dejar un poco más arriba de la pista que subía hasta el Refugio de Tabernés, siempre caminando entre pinos. Continuamos por la pista tras cruzar el cauce del Barranco de la Pez, Jose se cambió las zapatillas por las botas y los dos seguimos con calzado rígido y con 10 centímetros de nieve sobre la pista.

Llegamos al Refugio de Tabernés, allí nos cruzamos con un hombre, que venía de hacer un corredor y tras charlar un poco continuamos abriendo huella dejando el refugio a la derecha y descendiendo unos metros por la senda para cruzar de nuevo el Río de la Pez, que descendía con bastante cauce.

Nos adentramos en un nuevo pinar por donde un P.R. transcurría, itinerario que seguimos porque sabíamos que se dirigía al Bado de Bachimala, pasamos algunas zonas con más nieve acumulada de barrancos laterales y otras con menos cubiertas por la umbría de los árboles hasta que por una senda helada llegamos al Bado de Bachimala, lugar donde nos teníamos que desviar hacia los Ibones de Bachimala.

La verdad que el lugar era idílico; era una zona soleada, donde cruzaba el río manso, un puentecillo de madera e incluso había alguna zona que se veía el prado alpino sin cubrir por nieve, ante tales observaciones decidimos montar campamento y al día siguiente pegarnos el tostadón ya más ligeros de equipaje.

Nos descalzamos y antes de sacar nada, nos pusimos a comer sentados al solecillo en el puente de madera, incluso nos relajamos tras la ingesta hasta que…………el sol se escondió tras la Sierra de Picaruela, eran tan sólo las 15:30 y el sol había cambiado el panorama por completo Con el lema; “el sol es vida” y un poco a lo tonto hablamos de continuar más arriba y entre ja,ja,ja,ja que broma, ya estábamos con las mochilas pesadas en la espalda “en busca del sol perdido”. Ahora el itinerario cambiaba drásticamente, la senda se perdía y teníamos que subir por un pequeño rastro de verano, que gracias que en gps venía marcado y pudimos seguir. Ascendimos nuevamente entre algunos pinos negros e incluso vimos alguna marca de sendero balizada con dos tonos de verde muy raros, ganamos los primeros 100 metros y ya por el sol que incluso se hacía pesado, -“es que no nos conformamos con nada”-. Proseguimos trazando zetas en la nieve algo más dura por algunos lados y llegamos hasta los 2.000 metros de altitud, desde dicha altura observamos que la senda no cesaba de subir con este desnivel y por si fuera poco teníamos que hacer ahora una travesía bajo un saliente rocoso. Finalmente decidimos ir hacia un prado cercano, con terreno irregular pero limpio de nieve donde esta vez sí definitivamente plantamos el campamento.

Montamos la tienda con el solecillo con las tres cumbres de los Culfredas en frente, la verdad que era una terraza preciosa y tras hacer la casa y la cama, disfrutamos de lo que nos quedaba de tarde al sol escribiendo algunas notas en la libreta y con la musiquilla del mp3 de fondo.
El único pero fue, que como intenté derretir nieve y con el viento el proceso iba a ser muy lento, me fui en busca de un arroyo con el camel bag, y a la vuelta y cercano a la tienda ya, metí la bota abierta hasta la espinilla en un charco de agua marrón., resultado: bota mojada por dentro y por fuera y el único calcetín que llevaba empapado, vaya faena. Con estas cayó el sol por segunda vez y la temperatura comenzó a descender bruscamente, cenamos metidos en los sacos con la cabeza asomada y cocinando a la luz de las estrellas y los satélites.

lunes, 7 de febrero de 2011

Hielo en Bielsa

Debido a la gran cantidad de nieve del Macizo del Neuvielle, tras bajar decidimos volver a España para realizar algo durante la siguiente semana. Antes de cruzar la frontera vimos la zona del Túnel de Bielsa, no podíamos dejar escapar un lunes de Febrero sin escalar en hielo.

Un corto vídeo de nuestro día en Bielsa intentando escalar en hielo, hicimos lo que pudimos con 5 tornillos de hielo y una cuerda de 50 metros.


Tras una bonita jornada nos dirigimos a dormir a España, por lo menos la tarifa telefónica iba a ser menor.

domingo, 6 de febrero de 2011

Descenso a Fabien, Capítulo 3


Al igual que el día anterior nos levantamos a las 7 de la mañana, tras casi 10 horas de sueño, la salida a miccionar matinal era lo primero del día, y allí estaba de nuevo el gran Pic de Ramoung inluminado por los mismos rayos que nos levantaron del letargo.


Esta vez desayunamos con algo de nostalgia, teníamos que abandonar el lugar donde habíamos vivido durante un par de días, pero la alegría de llegar abajo a la vida consumista nos podía bastante más, esos cafés, huevos fritos, ducha, ropa limpia.. en fin la verdad que teníamos ganas de bajar. Tras guardar todo en las grandes mochilas y observar con alegría cómo estas habían perdido algún kilo al igual que nosotros nos pusimos en marcha, echando el cierre con cuidado y dejando atrás entre esos pinos negros el precioso refugio de anchas paredes, -"volveremos"-.
Para descender en lugar de volver por el itinerario al que habíamos llegado allí, decidimos descubrir una nueva zona y perder altura por una senda que descendía entre lagos pequeños conocidos como los "laquettes", ya le habíamos cogido gusto a las raquetas y como habíamos subido con ellas, íbamos a bajar con ellas también.


Pasamos junto a la presa del Lago de Aubert y pronto descendimos al torrente del desagüe de la misma para entre pinos negros descender en slalon raquetero hasta llegar al primero de los lagos. No nos fiamos mucho y por ello en lugar de cruzarlo por medio, lo bordeamos a un par de metros del borde siguiendo la línea de costa como patrulla en gibraltar. Pronto comenzaron a aparecer en nuestro objetivo las fotos ganadoras con el lago helado y el pico y la arista del Ramoung de fondo,, aquello era una maravilla.



El segundo de los lagos ya lo cruzamos por la mitad, dicha llanura blanca sin una mota, ni piedra que la ensuciara merecía ser trazada por la mitad (me imagino que la misma sensación del típico esquiador que hace el primer descenso del día de la pista negra más guapa de la macro estación de esquí), además los únicos que se alertaban de nuestra presencia eran los pinos que desde lejos bordeaban toda la hoya del pequeño lago, bueno y algún pico picapinos que no dejaba de toc, toc, toquear por la espesura del bosque.

Tras el segundo lago, cruzamos uno más, unído al segundo y tras éste, nos adentramos en un torrente bastante difuso en donde el camino había que inventárselo uno poco, fuimos perdiendo altura entre más y más pinos, tratando de salir del mismo barranco pero éste se bifurcaba en varios ramales que nos impedían trazar una línea recta, así entre piedras y ramajes pudimos salir justo a una de las curvas del camino de subida de hacía dos días y continuar nuestro camino por la pista, cruzándonos con dos policias de montaña bastante majos y corpulentos, o más bien corpurápidos, por que subían.

En menos de 20 minutos llegamos a las instalaciones del Lac de Oredón, había más huellas aparte que de las nuestras, alguien más había subido hasta allí durante esos dos días y el camino estaba bastante bien para descender, nos quitamos las raquetas y continuamos "a pelo" muy cómodos por la huella hecha, dejando el lago a la derecha y continuando esta vez por un atroche paralelo al Baranco de Couplan para evitar un corto ascenso de la pista hasta el cruce hacia el Lago Cap de Long.

Aquí la nieve estaba más blanda, pero ya no nos pusimos las raquetas y acortamos unos cuantos metros para salir nuevamente a la pista principal del valle y descender por ella, encontrándonos con más gente con raquetas que salían a dar un paseo este domingo soleado.

En fin ya tan solo nos quedaba perder altura por la pista y poco a poco acercarnos a Fabien donde nos esperaba nuestra casa coche donde nos tomamos unos huevos fritos con carne, dignos de los mejores restaurantes y haciendo bueno el dicho: -"la mejor comida no es la más cara, la más natural, ni la que comes en los mejores restaurantes, realmente es la que te comes con más hambre"-.



Desde Fabien y observando la cantidad de nieve que había en los macizos franceses decidimos volver a España para realizar algo por Pineta o Viadós, eso sí pasando por el túnel de Bielsa nos enamoramos de las cascadas de hielo que estaban en su apogeo y decidimos emplear el Lunes al sol, en conocer esta famosa escuela de hielo.

sábado, 5 de febrero de 2011

Cumbre de Neuvielle, Capítulo 2

Nos levantamos a las 7 de la mañana, la verdad que en los colchones roídos por los ratones del refugio se dormía muy bien, -1ºC en el termómetro,-“pues tampoco hace mucho frío”-. Salimos a la puerta a hacer las primeras necesidades y desde allí observamos lo que no pudimos ver durante nuestra llegada; delante nuestra el Lago de Aoubert completamente helado y arriba como única roca visible sin tapar por la nieve la punta Ramong y asomando por encima el Pico de Neuvielle, con toda la zona alta alumbrada por el sol de primera hora de la mañana.

Desayunamos tranquilamente e hicimos la mochila para partir hacia arriba, que alivio de mochila esta vez sin mucho peso, aún así decidimos comenzar a caminar con las raquetas en la mano para ponerlas en breve ya que teníamos que cruzar primero la estrecha presa del lago. Así da gusto, desde primera hora los rayos de sol ya nos calentaron el cuerpo y tras cruzar la presa iniciamos el ascenso por la ladera de “Laquettes”, tratamos de ascender por un pequeño valle para ganar altura, la suficiente como para cruzar la cresta descendente del Ramong sobre la cota 2450 mts. La verdad que aunque la pala era soleada y la nieve estaba transformada en parte, bajo los 10 centímetros de nieve “pescadero”, había una capa consistente y muy dura formada por nevadas anteriores y que nos hacían resbalar con las raquetas.



Tras una hora y media llegamos al paso en la cresta, desde allí ya pudimos ver entero el Pico Neuvielle y el Ramong, además de la pequeña Cresta Norte del Neuvielle que teníamos que bordear por su parte baja

Desde allí teníamos que seguir trazando una diagonal ascendente para adentrarnos en la cuenca del Glaciar de Neuvielle, pero para realizarlo primero teníamos que perder un poco de altura desde el paso en la cresta. Esta zona estaba en umbría y además al ser una especie de collado y estar venteado no había nieve blanda acumulada, al contrario era una zona de nieve dura como la piedra y tras varios metros con las raquetas decidimos quitárnoslas para perder altura.

La cosa fué bien, perdimos altura y al iniciar la diagonal ascendente, comenzamos de nuevo a meternos en nieve blanda, aunque entre la pereza y el peso que nos quitábamos de las piernas decidimos seguir abriendo huella por 30 centímetros de nieve polvo.
Este tramo nos costó bastante ya que progresábamos muy despacio y el sol en todo lo alto nos calentaba demasiado. Pero poco a poco fuimos cruzando la ladera Sur del Pico Ramoung y nos acercamos a la Brecha de Chausenque, brecha característica para poder seguir el itinerario.



Como habíamos visto en el mapa, estábamos bajo la Cresta Norte del Neuvielle, ahora teníamos que continuar bajo la misma dejándola atrás y ascendiendo por el circo que forman la misma y la
Cresta de Espade., tras un descanso merecido que nos tiramos como marmotas sobre una roca soleada continuamos ascendiendo por dicho circo, ganando altura con rapidez y llegando supuestamente al propio Glaciar de Neuvielle, digo supuestamente porque se supone que el hielo estaba bajo un gran tomo de nieve. Estábamos ya a 2900 metros casi y sabíamos que no nos quedaba mucho, así que continuamos el ascenso hasta llegar al fondo del circo, donde tomamos unas palas a la izquierda para situarnos bajo la pirámide rocosa cimera del Pico Neuvielle.

Allí ante la dureza de la nieve, por su situación de umbría decidimos ponernos los crampones y acometimos el último tramo; vimos que a la izquierda de la pirámide rocosa había un corto corredor, así que nos dirigimos hacia allí, la nieve en el mismo estaba muy blanda y acumulada, así que poco a poco, fuímos ascendiendo para salir a una zona más rocosa y con una corta trepada salir a la arista Norte del Neuvielle, desde allí podíamos ver la otra vertiente con el inaccesible Pico Ramoung y el Lago de Cap de Log más abajo.
Desde allí realizamos una expuesta travesía, en donde había huella de ascenso probablemente de antes de las nevadas que nos facilitó muy mucho la progresión y tras 15 metros de ascenso salimos a una arista de nieve desde donde divisamos el hito de piedras de la cumbre 10 metros más a la derecha.
Desde arriba las vistas eran alucinantes e hicimos fotos y más fotos hacia todos lados, podíamos ver todos los picos del Macizo de Neuvielle, además del Monte Perdido, Vignemale, La Norte del Taillón, Midi de Bigorre, Munia, y cientos de picos más fronterizos, esta vez la famosa "gabacha" no nos había cubierto las vistas y podíamos disfrutar de un tresmil invernal, sin gota de viento y con una temperatura primaveral total.
Allí disfrutamos durante cerca de una hora antes de empezar un rápido descenso en donde ya no nos importaba la nieve blanda, las raquetas, el calor, ni el frío. Tomándonos nuestro tiempo en descender por el mismo itinerario de la ida y llegando al Refugio libre tras 8 horas totales de marcha y justo 5 minutos después que el sol dejara de calentar nuestra morada temporal.
Pasamos unas horas agradables sentados en la puerta el resto de tarde hasta que la temperatura nos obligó a meternos en el interior, donde comenzamos las maniobras de alimentación,,,,-"hoy arroz, empanada y un poquito de jamón serrano"-.
Nuestro amigo volvió durante la segunda noche también.


viernes, 4 de febrero de 2011

Macizo de Neuvielle, capítulo 1

Hemos vuelto de las vacaciones sanos y salvos, tras 9 días de buen tiempo en los Pirineos algo alucinante e impensable para un mes de Febrero.
La primera parada como habíamos pensado fue en el Pirineo francés, ¿por qué?, muy fácil, no conocíamos ninguno de los dos el Macizo de Neuviellle, totalmente situado en territorio francés con un buen número de tresmiles y que ahora que teníamos algunos días consecutivos era buena idea descubrir.
Salimos el Jueves 3 de Madrid rumbo a Francia,,, tras un viaje tranquilo obligado por las múltiples obras de la carretera de Barcelona, pasamos Aínsa con las últimas luces del día, la nieve no era muy copiosa a pesar de haber nevado 3 o 4 días antes,- ¿dónde están todas esas aludes que se esperaban?- pensábamos. El hielo si era protagonista del Valle del Zinca, el fuerte contraste de temperaturas y el deshielo de la nieve acumulada hacía que la carretera tuviera zonas de hielo, estuviera salpicada de sal y nos cruzáramos durante el camino con 3 o 4 máquinas esparciendo sal. Tras echar gasolina en España, llegamos al túnel y desde allí, tras los 15 minutos de parada habitual por el semáforo en rojo, vimos que las cascadas estaban bastante bien, aunque las españolas como son soleadas estaban perdiendo bastante hielo.
Semáforo en verde y cruzamos el túnel,, al otro lado de la frontera la cosa cambiaba completamente, la nieve en la boca Norte superaba el metro y con la cara de susto nos preguntábamos que a donde nos dirigíamos a abrir huella. Descendíamos metros hacia francia y la cosa no parecía cambiar, pasamos junto a la estación de “Piau” y todo repleto y finalmente llegamos a la población de Fabien, situada a poco más de 1.000 metros y en donde no podíamos aparcar casi en ningún sitio porque quitando la carretera principal el resto estaba lleno de nieve. Nos buscamos un hueco para aparcar la furgui un poco escondido y dimos una vuelta para ver in situ el lugar y la nieve. Eran las 19:15 todo cerrado,, es Francia claro,, todo en silencio y tan solo las farolas amarillas nos dejaban ver todo el manto que había acumulado por todos lados. Hubo un momento de surrealismo tras nuestra llegada a Fabien:, me encontraba sentado a los mandos de un trailer averiado, arrancándolo con las llaves mientras el buen hombre ucraniano intentaba purgar el vehículo para poder llegar a España, todo esto en un pueblo perdido francés del pirineo, finalmente arrancó y el ucraniano no sabemos hasta donde llegó. Tras la cena estrenamos la furgui con la primera noche de pernocta.
Nos levantamos, mientras desayunábamos salió el sol y bajo los rayos del mismo hicimos la gran mochila para subir hasta el Lago de Aubert, zona donde queríamos dormir y donde había un refugio libre. Antes de partir preguntamos en información y una seca francesa nos dijo que efectivamente podíamos dormir allí, ya que era una zona libre en invierno, nos pronosticó unas 3 horas para llegar y además nos dijo que teníamos que dejar el vehículo en el mismo pueblo porque la carretera estaba cerrada y cortada por una valla. Pronto echamos cuentas, 1100 metros de desnivel, 14 kilómetros, mochilas adolescentes (de 16), nieve reciente -bueno parece accesible-, y partimos hacia arriba sin mover tan siquiera la furgui.
La carretera partía desde el mismo cruce principal de Fabien, unos 100 metros más allá una barrera cortaba el paso de vehículos por donde fuimos caminando con las zapatillas y cargados con las botas y raquetas. Caminábamos por las rodadas de los vehículos oficiales que si habían pasado la barrera y sin ganar mucha altura nos adentrábamos en el parque por el Barranco de Couplan







Tras algo más de una hora de agradable marcha si no fuera por las pesadas mochilas llegamos al primer desvío, desde allí una pista se dirigía al Lago de Oule y desde ese mismo punto a 1540 metros las rodadas de vehículos ya no existían. Nos cambiamos las zapatillas por las botas y nos pusimos las raquetas ya que unos 20 centímetros de nieve polvo cubrían en su totalidad la carretera. Aunque parezca mentira la sensación al continuar sin tanto peso en la espalda y con más en las piernas era mejor y además la progresión con las raquetas era más regular que sin ellas. Pero eso solo era en un primer momento y pasaba la segunda hora y la tercera, comenzando a notar el peso de la bota y la raqueta.
El valle se encajonó bastante y perdimos de forma definitiva el sol, la temperatura descendió considerablemente, siendo de unos -2º a las 4 de la tarde. La carretera por la que ascendíamos comenzaba a trazar curvas y ganaba altura por pendientes bastante fuertes, mientras nosotros veíamos como las horas pasaban y no llegábamos ni siquiera al primer lago acordándonos de nuestra amiga de información,-la de las tres horas-.
Tras 5 horas llegamos lago de Oredón, estaba helado y un gran refugio hotel apareció al otro lado del barranco, para llegar a él, descendimos algunos metros por la carretera nevada y cruzamos por encima de la presa para observar que todas las instalaciones estaban cerradas.




Ya comenzamos a pensar que se nos iba a hacer de noche para llegar al lago de Aubert, aunque teníamos confianza en el último tramo que se trataba de una ladera bastante soleada donde deseábamos que no se hubiera acumulado mucho la nieve para poder progresar más rápido. Atrás dejamos el Lago de Oredón helado y al fondo del valle la Presa del Lago de Cap de Long y el Pico de Staragne.
Acertamos en parte y menos nieve había pero aun nos quedaban 4 o 5 kilómetros, la carretera trazaba muchas curvas y el gran peso de las mochilas nos obligaba a parar cada media hora para descansar las espaldas un poco. Por el pinar de Aumar fuimos haciendo todas esasa curvas, incluso atrochamos en alguna de ellas, llegando al Collado de Aumar anocheciendo y teniendo que sacar los frontales en el mismo.
Desde el collado, iniciamos un pequeño bordeo del Lago de Aumar, bueno eso decía el gps, ya que con la oscuridad que había debido a que la luna tan solo nos enseñaba una pequeña cejilla no veíamos nada. En leve descenso proseguimos por encima de la carretera se supone y llegamos al final del lago, allí había una cabaña que en un principio pensamos que se trataba del refugio de invierno, pero luego vimos por el gps que estaba unos 500 metros más al Oeste junto al Lago de Aubert. Sin querer y cuando nos quedaban 100 metros para el refugio, descendiendo por una pequeña depresión Jose metió la pierna en un pequeño arroyo, mojándose la bota, no había pasado nada no se había mojado por dentro y aprovechamos el agujero para coger agua y así no tener que pasarnos alguna horilla derritiendo nieve, aunque con los camel bag era tarea de ingenieros o mas bien de esquimales el coger agua de ese pequeño boquete. Tras salir del barranco pronto llegamos a una edificación, buscamos la puerta de entrada pero estaba cerrada con llave, se trataban de unos aseos, así que mirando un poco en las cercanías vimos que había otra edificación a pocos metros, era la Cabaña de Aubert, la que estábamos buscando y a la que llegamos en plena noche, con 8 horas de marcha en las piernas, con pesadas mochilas, tras 16 kilómetros por nieve blanda. Eso sí el refugio era ideal estaba limpio, tenía colchones y mantas, sin duda un buen lugar para pasar la noche.