domingo, 8 de marzo de 2009

Norte del Almanzor, 200 mts. AD+ (dedicada a JK)

croquis original by pele
Partimos Juan y yo el Viernes hacia Gredos con la idea de realizar un viejo sueño, como era la Norte del Almanzor, para ello nos dirigimos a Hoyos del Espino donde había estado nevando dos días atrás y donde el viento se había llevado parte de esa nieve, que aún dejaba algunas zonas manchadas de blanco. Tras hacer un poco de tiempo para que se echara la noche, nos dirigimos a un Refugio de Pescadores cercano a la Plataforma y donde en otras ocasiones habíamos dormido. Cuando llegamos estábamos solos pero tras la cena, llegaron un trío de Albacete y otro de Ciudad Real, los manchegos nos rodearon y nos incomodaron la estancia, ya que corrieron los petas, la bota de vino y la música que tan mal suena en estos lugares de montaña. Pero el cansancio nos podía más que los manchegos y en los sacos caímos entre las extrañas conversaciones.
El sábado madrugamos bastante, y tras el desayuno nos dirigimos hasta la plataforma, en donde ya había algunos coches. Hacía unos 3ºC y corría un poco de viento del Norte, terminamos de preparar las mochilas y nos las echamos a la espalda observando que la aproximación iba a ser un suplicio. Ya había nieve desde el comienzo como preveíamos y extrañamente en estas fechas nada de hielo, (normal con estas temperaturas). Así fuimos ascendiendo por la huella abierta y atravesando el Prado de las Pozas, se iba mejor por los laterales del camino en donde la nieve estaba dura, a la vez que perfecta para progresar por ella.

Cruzamos el puente del Arroyo de las Pozas en donde no se veía agua alguna, tapada por la nieve y comenzamos el vía crucis de los Barrerones, menos mal que con la cantidad de nieve que había la huella en lugar de ir por el camino, ahorraba unas cuantas zetas y se dirigía en línea recta hacia la parte alta.


El sol comenzaba a pegar, pero cuanto más nos aproximábamos a los Barrerones el viento más fuerte era, haciéndonos poner las chaquetas para poder continuar, algún que otro grupo nos adelantaba, haciéndonos sentir caracoles con la casa a cuestas. Nos pasaban chicas, chicos, jóvenes, viejos, vamos de todo pelaje, hasta que por fin coronamos los Barrerones, realizamos la típica parada para realizar la foto hacia el circo y alucinar con la mejor estampa de todo el Sistema Central sin duda.


Y continuamos por el camino de descenso, extrañamente sin piornos, tapados por la nieve, sin la fuente, también tapada por la nieve y sin realizar esas zetas que tanto queman a la vuelta. Así en línea recta fuimos perdiendo altura y aproximándonos a la zona de la laguna, que llegamos 20 minutos después. Saltamos la grieta que separa la tierra firme con la Laguna Helada y comenzamos a cruzarla, en algunos tramos el azulillo ese típico del hielo aguado comenzaba a verse y tratábamos de ir separados por si aca. Hasta que por fin llegamos al Refugio de Élola. Tras saludar al guarda nos dispusimos a montar la tienda, pero viendo que andaba por allí la Guardia Civil y los guardas del parque, decidimos subir un poco, hasta encontrar un lugar idóneo para montarla y estrenarla.
Comenzamos a hacer el hueco en la nieve, aprovechando un talud cercano y me encontré un poco mal, me dolía la cabeza, estaba mareado, raro raro vamos, y un poco forzosamente montamos la tienda y descansamos sobre una piedra donde repartimos todos los cacharros de la mochila.


Tras descansar un poco, bajamos al refu para tomar un café que tampoco me arregló el cuerpo y decidimos suspender la actividad que queríamos realizar (alguna cascada de hielo sencilla o algún corredor) debido al estado que me encontraba. Tras otro par de horas tumbados como marmotas sobre la piedra, y viendo subir y bajar a la gente hacia el Almanzor, me decidí tomar un “Algidol”, que llevaba Juankar, pese a ser un poco reacio a los fármacos. Y, “tachan”, en un minuto de reloj se me quitó el dolor de cabeza y me comencé a encontrar mucho mejor, esto es increíble pensé, no me lo podía creer. Me encontraba bien, hasta tal punto que cogimos los archiperres, las cuerdas y nos dirigimos a unas rocas cercanas, para montar unos rápeles y unos seguros, para practicar un poco. Comenzó a caer la noche y tras la cena nos metimos pronto en el saco para descansar en condiciones y mañana será otro día.
Sonó el móvil, eran las 5:00, habíamos madrugado tanto, para quitarnos el atasco de gente en la Norte, que pensábamos que sería bastante peligroso. La noche estaba despejada, el viento era nulo y el reloj marcaba 1ºC. Fuimos al refugio a coger agua para el desayuno y toda la jornada, había gente vivaqueando por los alrededores y 7 u 8 tiendas montadas. Volvimos a la tienda y tras desayunar, preparamos la mochila y partimos sobre las 6:30. La huella estaba más que clara, pero se progresaba mejor por los laterales en donde la nieve se encontraba dura, así fuimos ganando altura rápido, pasamos la zona de morrenas, en donde la huella se dirigía casi lineal hacia la Hoya Antón, Llegamos allí en menos de una hora y comenzamos a ascender por la amplia canal de la Portilla Bermeja, la claridad comenzaba a aparecer tras los tres hermanitos y los tonos naranjas hacían una estampa increíble.

Llegamos al lugar en donde se queda el último nevero del circo y comenzamos a girar hacia la derecha dirección Portilla del Crampón, ahora haciendo honor a su nombre nos sentamos en unas piedras para ponernos los crampones, piolet, arnés y casco, y seguimos ascendiendo ante un hecho extraño, no dejaban de caer cristalillos por la canal. Cuando ascendimos algunos metros más y antes de comenzar la travesía los cristalillos caían como pedradas desde las paredes del Almanzor, con los primeros rayos de sol, la roca se calentaba y el hielo formado en sus paredes por la noche comenzaba a caer, al principio lo tomamos como una curiosidad, pero cuando nos bufaron varias trozos del tamaño de pelotas de tenis nos preocupamos, ascendíamos con la mirada puesta hacia arriba y tratábamos de esquivar las “pedradas” como si de humor amarillo se tratase. Teníamos la esperanza que en la Cara Norte al estar en umbría no cayera nada, y poco a poco, por tramos y cubriéndonos con las rocas íbamos evitando la caída de hielo y bordeando toda la falda rocosa esquivando cristales. Por fin llegamos a la base del Corredor Norte, la cosa estaba igual, el sol estaba más alto, eran las 8:00, y la impotencia me quemaba por dentro, seguramente que estaba en condiciones pero la lluvia de cristales nos hacía imposible el meternos allí. Un poco resignados y en lugar seguro, esperamos media hora cerca de la entrada a la Norte, mirando con cara de tontos como caían más y más cascotes desde arriba, hasta decidir abandonar la empresa para dirigirnos por las faldas del Cuchillar de Ballesteros hacia la Galana. Así, manteniendo cota nos fuimos alejando de un sueño que tenía de hace 3 o 4 años, y acercándonos a otra montaña que quizás sea más bonita que el propio Almanzor.

En poco tiempo por palas de nieve dura bordeamos todo el Cuchillar de Ballesteros y por unas bonitas crestas sin patio llegamos a la zona del Aventadero, para continuar ascendiendo por terreno ya más rocoso y mixto hasta la zona donde en alguna otra ocasión había montado un rápel para ascender a la Galana, pero esta vez, entre la nieve acumulada en la brecha, y la que había entre las rocas, un simple y corto destrepe nos llevó hasta la mencionada brecha. Habíamos dejado las mochilas en el lugar del rápel y seguíamos sin ellas con una cuerda y algo de material hacia la parte alta de la Galana, llegamos al paso clave y observamos unos metros más arriba dos cintajos, que nos iban a venir bien para rapelar, pero no para subir., Así que montamos una reunión, y por la cara que da a Cinco Lagunas, fui atravesando la corta terraza aérea que estaba llena de cristales de hielo. Llegué al otro lado de la terraza y subí fácilmente a la cumbre, desde allí me asomé para ver a Juankar y le arrojé la cuerda que aseguré en la piedra cimera. Así con la ayuda de la cuerda ascendió unos metros y juntos nos situamos en la bonita cumbre de la Galana. Nos hicimos unas fotos y observamos el precioso paisaje, que desde allí se divisa, toda la Sierra de Gredos en su extensión. Antes de comenzar el descenso observé como una cordada de tres se metía en la Norte del Almanzor quedándome estupefacto, esto me animó bastante y pensé en que quizás había dejado de caer cristales o quizás estaban arriesgando mucho, no iba a cejar en mi empeño y propuse a Juan volver por el mismo itinerario para pasar de nuevo por la base de la Norte del Almanzor.

Así montamos un rápel desde las cintas de la Cara Sur y descendimos hasta zona segura observando como unos fieras se tiraban con esquís por una canal cercana al Risco del Gutre. Continuamos descendiendo hasta la brecha y subimos hasta el lugar en donde estaban nuestras mochilas, bien custodiadas por un grupo de tres que habían realizado el corredor que lleva a la Brecha de la Galana. Tras meter todo en la mochila nos dirigimos por nuestra propia huella rumbo a la Norte de nuevo para ver el estado en el que se encontraba, dejando atrás el Aventadero y las laderas del Cuchillar de Ballesteros. Escasos 25 minutos nos bastaron para llegar a la zona de nuestro objetivo, se acababa de meter una nueva cordada de dos y observamos como ahora no caía hielo. Me había dado un subidón de adrenalina al ver estas condiciones, y pensé que era nuestro momento, pero Juankar había llegado algo cansado y no se veía en condiciones para afrontar algo, que no sabíamos exactamente como era, ni cuanto nos iba a costar. Le intenté animar, instándole a que se hidratara y tomara algún gel, como hice yo, pero igualmente no se veía con confianza para ascender por ese corredor que teníamos a vista y tan cercano. Como buen amigo y conocedor de las ganas que yo tenía por realizar dicha vía, me comentó que podía yo dirigirme por el corredor y unirme a la cordada que aún estaban superando el primer tramo y no tardé en hacerle caso y escuchando a mi corazón, me despedí de Juan y partí rumbo a la Norte del Almanzor.
Comencé ascendiendo por el estrecho corredor de unos 55º, en su tramo medio tenía algo de hielo y a buen ritmo ascendí hasta casi sin darme cuenta llegar a la bifurcación en donde estaban la cordada que iba delante, eran una chica y un chico madrileños, a los que pregunté si me podía unir a ellos y sin muchas respuestas me aceptaron en la cordada.

Habían montado una reunión con tornillos en el primer largo y con varios tornillos intermedios hasta llegar a la base del resalte principal y punto más comprometido de la vía, en donde Dani había montado una nueva reunión. No dejaba de caer hielo, tentando a la suerte y asegurado por un tibloc ascendí hasta la reunión principal quitando los tornillos intermedios y llegando a la base de la cascada hasta donde recuperamos a Ana. Allí Dani me cedió los galones y me aseguró para que afrontara el siguiente largo y más chungo; comencé ascendiendo un par de metros verticales en donde intenté meter un tornillo, me era imposible ya que el hielo no estaba en condiciones y opté por meter un pitón en la roca de la derecha, el agua caía de la roca y me estaba empapando los guantes y camiseta, tampoco podía meter el pitón, ya que la maza me pillaba a izquierdas y no podía golpear bien al clavo para meterlo en una pequeña fisura. Al verme un poco justo de fuerzas y sin poder meter nada para asegurar, decidí continuar hacia arriba, saliendo en un par de metros más al campo de nieve que precede al resalte de unos 50º, por donde ahora si fui ascendiendo más fácilmente. Busqué una roca para asegurar por la izquierda, luego por la derecha y finalmente ascendí unos metros más hasta una que estaban en la parte central superior, en donde metí dos pitones y comencé a recuperar a Ana.


Estaba un poco justa de fuerzas y le costó un montón superar el resalte, para seguir por el corredor y llegar a mi posición, luego fue Dani el que sin muchos apuros también llegó a la reunión y se dispuso a comenzar el tercer largo, por un estrecho corredor situado en la parte izquierda y que se veía algo pelado en su tramo medio con algo de hielo. Tiró hacia arriba y metió un primer tornillo, para posteriormente meter otro en la zona más pelada de nieve, desde ese punto desapareció de nuestra vista y continuó, hasta que tuvimos que indicarle que le quedaban unos 4 metros de cuerda. Montó una reunión en roca y fue asegurando a Ana, que iba ascendiendo lentamente por el estrecho corredor con algo de hielo de 55º.

Yo fui detrás de Ana, sin asegurar con cuidado tratando de buscar la huella hecha por otras cordadas anteriormente, hasta que por fin pudimos divisar la brecha que separa las dos cumbres del Almanzor. Comenté a mis compañeros que iba a continuar hacia arriba, en busca del sol, ya que estaba helado y me dirigí hacia la comentada brecha, desde donde vi, que Dani iba a asegurar a Ana para llegar hasta donde yo me encontraba. Tras unos minutos al sol y de espera, decidí ascender hasta la misma cumbre donde esperé a mis compañeros para hacernos una foto de equipo, allí nos dimos los correos, nos repartimos el material, y nos despedimos hasta pronto tras darnos las gracias mutuamente por la ayuda.

Yo bajé a toda mecha por la normal, intentando no hacer esperar mucho tiempo a Juankar en la zona del Élola, y a toda prisa por buena nieve, fui destrepando la chimenea Sur, realizando la travesía de las Canales Oscuras y descendiendo desde la Portilla del Crampón por las palas llenas de huellas y de blanda nieve. El sol que tanto había echado de menos durante la ascensión de la Norte, ahora lo aborrecía y acalorado realicé una parada en la Hoya Antón para quitarme todo el material y echarme un poco de crema para protegerme. Bastante cansado continué por el mismo itinerario de la ida y llegué en algo menos de una hora, desde cumbre a la tienda, que ya estaba desmontada y donde me esperaba Juankar, con los brazos abiertos.


Entre tragos de agua y bocados de comida le estuve contando como me había ido y a continuación comencé a hacer la mochila para la dura vuelta. Algún kilo más de 20 me eché a la espalda y comenzamos el descenso, el descenso de 20 metros para llegar al refugio, porque desde allí a travesamos la laguna y emprendimos lo que en otras ocasiones es duro, pero que en esta se me hizo interminable,, es como el Mortirolo en Italia, el Alpe d´Huez en Francia,,,, los Barrerones de Gredos. Agotado y sufriendo como un cabrón los ascendimos, yo creo que sacando las fuerzas de la alegría de poder irme a casa con un viejo sueño, llamado, NORTE DE ALMANZOR.