domingo, 21 de febrero de 2016

Despoblados de Oliván

En el Prepirineo entre los cauces del Ara y el Gállego existe una comarca misteriosa., está regada por profundos barrancos y dividida por sierras de hasta 2000 metros de altitud.
Lo más atrayente de esta zona no es su orografía, que también, sino sus poblados. Sus poblados, despoblados.


Hasta alguno de ellos se puede ir en vehículo pero lo más recomendado es hacerlo a pie para sentir.....
Adentrarse por ellos te causa una doble sensación de libertad y paz y por otro lado de misterio y curiosidad.

Es una zona altamente recomendable para una actividad tranquila de un día y prepara la cámara de fotos porque estos pueblos dan para mucho.

DESDE NUESTRAS RETINAS.

Tras la buena actividad del sábado en el Anayet, descendimos a Biescas y allí pasamos la noche.
No madrugamos mucho, tampoco era necesario y dejamos que el propio día nos despertara,.........y lo hizo sobre las 8 de la mañana. Había helado esa madrugada y aún rezumaba la humedad de los prados antes los primeros rayos de sol de la jornada.

Desayunamos en un bar de Biescas, en el que nos suelen tratar bien y nos dirigimos en coche al cercano pueblo de Oliván, situado en la entrada del valle del mismo nombre. Tras atravesar el pueblo por una pista de tierra descendemos hasta el mismo cauce del río y antes de cruzar el puente aparcamos. Una señal reza; prohibido el paso a vehículos y es el lugar ideal para comenzar la pateada.


A las 9:15 y a 840 metros de desnivel tomamos la pista y cruzamos el cauce para continuar por la pista que ahora va ganando desnivel entre pinos, robles y arbustos de boj. La humedad se hace patente y los tramos helados en el suelo son la mayor demostración de que esta noche hizo frío de verdad.


La pista traza un giro acentuado y continua subiendo, justo en la curva dejamos una senda que asciende directamente a Susín (el primer pueblo abandonado), pero merece la pena hacerlo por la pista más cómodamente.


Poco tiempo después y a unos 20 minutos del inicio llegamos a una bifurcación de la pista, aquí tomamos a la derecha para subir a Susín y con rumbo SW vamos caminando observando robles de majestuosas dimensiones y una verja que debemos abrir y cerrar tras nuestro paso.


Pronto comenzamos a ver vallas de piedras, el hecho más claro de que la mano del hombre ha actuado y de que el primer pueblo se acerca. Desde la lejanía ya podemos apreciar la increíble iglesia románica de San Pedro de Susín que con el sol de Este toma unos colores ocres y marrones totalmente fotogénicos.


35 minutos sólo nos ha costado llegar el primer pueblo, damos una vuelta por el mismo y disfrutamos con cada uno de los rincones que nos ofrece el lugar deshabitado. Merece especial atención las vistas hacia el Valle de Tena desde las eras con la nevada Sierra de la Partacua de fondo.


Tras la pequeña vuelta salimos del pueblo por una senda que desciende levemente entre dos muros de piedra, ésta nos lleva a una zona bastante húmeda por donde corre el agua y nos tenemos que esmerar para no acabar de barro hasta arriba. Pronto vemos una nueva construcción moderna y damos a una pista principal que tomaremos a la izquierda esta vez, siguiendo las indicaciones de Berbusa y Anielle por el PR3.


La pista comienza a descender y tras varias zetas amplias llegamos a la pista que llevábamos inicialmente y que tomaremos a la derecha esta vez.


Cruzaremos un primer barranco (el de Puntasplanas) mas o menos manteniendo la altura y ya podremos ver al otro lado del valle la siguiente población (Berbusa).


Un poco más adelante en una bifurcación tomaremos la pista de la izquierda que tiene pinta que va al fondo del valle y 400 metros más allá, desde la misma saldrá una senda a la izquierda que se adentra en el bosque de boj, pedregosa y con inclinación descendente.

Nos llevará al fondo del barranco, allí hay veces que el cauce va crecido y es imposible el paso, esta vez quizás si se pueda pero preferimos quitarnos las zapatillas y evitar sobresaltos. Además así aprovechamos para mientras se nos secan los pies hacer la primera parada que ya llevamos casi 2 horas de marcha y el cuerpo pide "gasolina".


Al sol de Febrero nos secamos los pies y seguimos por las marcas de GR que ahora ascienden por una senda que gana altura con rapidez. En 10 minutos llegamos al despoblado, está bastante derruido y nos llaman la atención las grandes piedras ornamentales que tienen algunas casas para ser poblados tan pequeños.


Damos una vuelta por Berbusa, como siempre en estos casos la mayor arquitectura suele ser la iglesia y aunque sea domingo y cerca de las 12, por motivos no católicos entramos a visitarla. Todo está en ruinas y da cosa verla por dentro, así que ponemos de nuevo marcha hacia el siguiente pueblo, que esta vez está algo más alejado.


En la entrada del pueblo un cartel de madera lo indica; Ainielle a la izquierda y aunque hasta él nos separen 4 kilómetros vamos a ir a visitarlo. Tomamos la senda mencionada rumbo al Este, parece que mantiene altura a media ladera durante bastante tiempo, así que intuimos que va a ser cómoda.

Lejos de éste pensamiento, pronto observamos que la senda que se dirige hacia allí hace las veces de acequia y por la misma corre agua en cantidad. Así que nos esmeramos en continuar por los laterales, a veces piedras, otras hierba y las más barro.
Quien algo quiere algo le cuesta y a sabiendas de que estamos poniendo en peligro la grata comida en horario normal que nos íbamos  a pegar después, continuamos como circenses toda la senda/acequia/riachuelo.


Cruzamos un barranco y observamos que todos nuestros males en cuanto a progresión procedían desde allí, así que solucionado el problema del agua ahora sí, nos dirigimos a Ainielle a buen ritmo y con escasos desniveles de altitud.

Robledales y pinares son las principales especies boscosas y vamos ganando ahora levemente altitud, mientras nos adentramos en un pequeño barranco con una bonita cascada y después salimos nuevamente a la soleada terraza que llevamos en forma de camino.


Hacemos la 3ª hora de marcha y observamos que el camino va tomando rumbo al Norte rodeando una ladera, eso es bueno ya que ya estamos encarando el último tramo hacia la última población.

Lo podemos ver a lo lejos, al otro lado del Barranco de Ainielle pero hasta allí aún nos queda cerca de un kilómetros que se pasa rápido a buen ritmo.
Las especies arbóreas de ribera aparecen en la cabecera del barranco, barranco que tenemos que cruzar para subir a las primeras edificaciones de Ainielle. Esta vez las edificaciones están mas separadas, éste pueblo está situado en una especie de era con terrazas y tiene más amplitud, aunque el estado de conservación es el mismo que el anterior.
Nos adentramos ya casi por norma en la iglesia, observamos que sólo quedan las cuatro paredes y la pila bautismal y salimos de nuevo a terminar la ruta por el último de nuestra "trilogía despoblada".


El sol y el buen lugar nos hacen sentarnos en plena era y comer unos frutos secos. Son ya las 12:30 y va habiendo "gusa". Aunque nada comparable a la que podemos tener en un par de horas, así que tras la parada ponemos rumbo al coche de momento por el mismo itinerario que hemos traído.

Hacia el Sur nos dirigimos, tenemos el fondo del Valle de Oliván ahora de cara y tras el primer kilómetro de vuelta llegamos a la primera bifurcación de la senda. En lugar de tirar hacia Berbusa por el itinerario de la ida, decidimos bajar hacia el fondo del valle por una senda zigzagueante que pierde altura bruscamente entre matorrales de boj por una especie de loma o espolón y con buenas vistas al valle.


No tardamos mucho en llegar a una pista forestal ancha, estamos ya cerca del fondo del valle por donde transcurre el río y la tomamos a la derecha en dirección a Oliván. Nos lleva por el margen derecho del valle en leve descenso y en unos 15 minutos desde que tomamos la pista llegamos al Puente de la Molina, lugar por donde cruzamos el cauce y tomamos la pista ahora por el otro lado del barranco.

Esta pista es la misma que llevábamos antes de descender a Berbusa, y ya no la abandonaremos hasta la misma furgui. Durante el primer trayecto mantiene la altura y cómodamente entre pinos nos lleva al desvío que tomamos hace un par de horas para bajar al cauce. Nosotros seguimos por ella y ahora la pista va perdiendo altura lentamente entre pinares y algunos robledales residuales, que en una hora desde que la tomamos nos lleva al puente donde teníamos apracada la furgui. Final de Trayecto.

Recorrido: 19 kms.
Desnivel: 750 mts.
Tiempo: 5 horas 10 min.

Track:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15410450



sábado, 20 de febrero de 2016

Norte del Anayet AD+ (80º, M5 expo, IVº, 400mts.)


Todas las nieves que habíamos echado en falta en el inicio del invierno estaban cayendo ahora. Este Febrero aunque no muy frío había dejado espesores grandes de nieve polvo en toda España, eran las nieves esperadas.

Según objetivos ya tocaba sacar los crampones a pasear, si bien la temporada estaba siendo de las más raras que se recuerdan, estábamos aprovechando las mínimas posibilidades para picar algo de hielo y no en vano durante la temporada desde inicios de Diciembre ya habíamos ido a Pirineos, Sierra Nevada y Gredos aprovechando lo acumulado en los diferentes frentes escalonados que habían depositado.

Proyectamos una actividad a 10 días vista y como no, "la meteo" nos tuvo en vilo hasta el último instante. La misma semana aún dábamos vueltas si dirigirnos a un lado u otro, había nevado bastante por todos lados y la actividad estaba posada en la delgada línea que separa el riesgo de aludes del 3 al 4. Lo que dirían los meteorólogos; Riesgo notable de aludes.

Si bien no íbamos a cometer ninguna locura, tomamos la decisión de ir a Pirineos y allí ver "in situ" el estado nivológico de las laderas. 
Según mi opinión la nieve había caído 4 días antes de la actividad que íbamos a desarrollar, pero lo había hecho con vientos huracanados, muy venteada por lo que se habría depositado todos en los fondos de los valles.

Nuestra apuesta era alta, el objetivo de la actividad era realizar una cara norte en Pirineos, dudábamos entre la Norte del Aspe, alguna de la Sierra de la Partacua o la Norte del Anayet y preguntamos al amigo Javi que andaba por allí de curso TD2. Días antes había estado en la zona de Peña Telera y nos indicó que no había apenas hielo en los resaltes de todas las zonas y nos mandó una foto de la Norte del Anayet bastante tapizada de nieve que había tomado ese mismo día desde la parte superior de Formigal.
Fue el impulso que nos faltaba.

foto de dos días antes.
Tras echar un vistazo a la foto observé que había bastante nieve, pero la parte superior parecía que había sido venteada, daban buen tiempo hasta el fin de semana, así que en dos días y medio el manto se estabilizaría en parte.

El objetivo estaba cerrado, ahora nos faltaba decidirnos por donde aproximarnos a los pies de la pared; si por Canfrac y Canal Roya o por Valle de Tena y Formigal. Tras darle unas vueltas y a sabiendas de que las tres horas por ambos lados no nos las quitaba nadie, decidimos tirar por Formigal por el simple hecho del riesgo de aludes. (El valle de Formigal es más abierto, aunque habría que bajar un tramo a la Canal Roya sí o sí).

ON ROAD

El viernes 19 de Febrero a las 17 nos pusimos en marcha hacia el Pirineo con la furgui de Gayu, con las expectativas quizás demasiado altas y con la misma ilusión de Thor Heyerdhal por cruzar el Atlántico.

Cenamos ya en el Valle de Tena y después nos subimos al primer parking de Formigal a dormir. Cuando nos aposentábamos nos dieron el toque a pesar de explicarle nuestras intenciones al guarda, finalmente nos quedamos en un lateral de la carretera a que el día siguiente llegara.

Nuestras bazas pasaban por madrugar en exceso y a las 6 de la mañana nos pusimos en pie, aún era de noche pero era lógico ya que la aproximación prometía ser larga. Tomamos la furgo y recorrimos los escasos kilómetros de carretera hasta llegar al final de la misma, junto a unas instalaciones de esquí y a 1740 metros de altitud.

Con -3º en el termómetro de la estación partimos por la pista de esquí principal, ascendiendo levemente en busca de nuestro valle, el Barranco de Culivillas.

A decir verdad estábamos un poco perdidos, caminábamos por una pista de esquí recién pisada y la claridad aún no nos dejaba ver apenas el valle por donde nos teníamos que desviar de las pistas. Yo había pasado por aquí en verano de trekking y todo cambiaba con tanta nieve caída.

Fue amaneciendo conforme ascendíamos por la pista, los tonos morados del horizonte hacia el Este nos hacían presagiar una buena jornada de montaña y llegamos a la altura del barranco que buscábamos, el de Culivillas.


Nos salimos de la pista y la nieve rondaba los 50 centímetros de nieve polvo, nos hundíamos hasta media pierna, así que nos pusimos las raquetas (por fin alguna vez iban a servir de algo), que habíamos alquilado en el club.

Descendimos por nieve polvo hacia el fondo del barranco rumbo al Oeste, allí había una huella bastante marcada y nuestro objetivo prioritario era llegar a ella porque con esta cantidad de nieve temíamos que íbamos a tener pocas probabilidades de éxito de llegar a la Pared Norte del Anayet.


Llegamos a la huella y observamos que era de algún grupo de paseantes con raquetas, nos habían dejado todo bien pisado y podía ser el único hilo de esperanza que nos llevara a la zona de los Ibones de Anayet, ya había pasado 1 hora de nuestra partida y habíamos ascendido poco más de 150 metros de desnivel.

Por la huella la cosa cambió, el manto endurecido por las pisadas, nos hacía progresar con mayor rapidez  e incluso podíamos disfrutar de los picos situados a ambos lados del valle y de la salida del sol tras nosotros.


Recorrimos todo el fondo del valle hasta unas pendientes un poco más empinadas, pero la huella realizaba perfectas zetas ascendentes que nos llevaron a salir del barranco de un plumazo y llegar al llano de los Ibones de Anayet, fabuloso lugar.

Frente a nosotros el altivo Anayet, observamos el directo Corredor de los Franceses con ganas tremendas de comenzar a trepar, incluso nos lo planteamos por algún momento a sabiendas de que no teníamos datos del estado de la Cara Norte, ni lo que nos podía llevar llegar a ella.



 En este lugar abandonamos la huella de las pisadas, la nieve estaba bastante blanda y nos dirigimos a la cabecera de la Canal Roya en busca de un lugar para descender. Pronto lo encontramos y fuimos perdiendo altura por laderas de unos 30º rumbo al Norte para intentar llegar al fondo del Valle de la Canal Roya.
Cuando parecía que todo iba sobre ruedas, algo cambió: la orientación norte de esta pendiente, había formado costras duras de nieve helada en donde las raquetas no valían para nada. Las dos primeras costras las superamos a duras penas, pero los siguientes cambios de nieve, nos hicieron penar, las raquetas se nos aflojaban debido a las zetas que realizábamos para bajar y se nos torcían en ocasiones. Para nieve blanda bien, pero en estados de nieve dura nos las quitamos, ahora nos quedábamos vendidos en mitad de laderas de 30º - 40º sin crampones y con la necesidad de acometer cortos tramos expuestos a caídas.

Con paciencia e intentando localizar las zonas blandas, pudimos dejar la zona con más pendiente atrás y meternos de nuevo en zonas de nieve blanda de acumulación cercanas al fondo del valle.
Pero para nuestros intereses no nos convenía bajar al fondo del valle sino mantener la altura hacia el NW para acceder a los pies de la Cara Norte y ésto fue un suplicio.

Con raquetas descubrimos que no se puede "laderar", es decir mantener la altura por una ladera de 25º de pendiente lateral y acabamos por quitarlas y guardarlas en la mochila para portearlas (como siempre).


Sólo nos quedaba abrir huella por 40 centímetros de nieve polvo, algo genial para nuestros psoas iliacos.

Poco a poco fuimos recorriendo la maldita ladera, íbamos viendo aparecer sobre nosotros algunos corredores de la Cara Este que mirábamos con ojos de "corderito" en las numerosas paradas que la falta de oxígeno nos obligaba a realizar.


Al fin observamos un falso collado u hombro, desde él nos imaginábamos que ya daríamos acceso a la Cara Norte, pero aún nos quedaba tela de cortar y para llegar a él las últimas zetas nos costaron "dios y ayuda".



En el hombro cumplimos las 4 horas de aproximación, eran ya las 11 pasadas de una mañana de invierno y aún no nos habíamos puesto ni los arneses, -"la jornada prometía ser de las buenas"-, sobre todo a sabiendas de que no contábamos con ninguna reseña clara de por donde ir y que encontrarnos por el camino.

Realizamos una parada para coger el aliento y analizamos con vistas a los 400 metros de la Cara Norte las posibilidades que ésta nos brindaba. Podíamos subir por la parte central, la izquierda y la derecha, todas ellas tentadoras desde aquí abajo y además observamos una huella abierta hacia la pared procedente desde más abajo.

itinerario realizado
Nos pusimos el equipo; arnés, casco, piolet, crampones y material., El objetivo primario era llegar a la huella que habíamos divisado y hacia ella nos dirigimos de manera ascendente.

La huella era reciente, esto nos sorprendió, y trazaba zetas bastante perfectas que nos ayudaron a aproximarnos bajo una primera faja rocosa. Después bordeamos la faja por la parte derecha con la intención de ascender a un gran nevero situado bajo la pared y con menos inclinación que el resto.

Bajo el paredón realizamos una parada, teníamos que decidir por donde seguir. Lo más lógico era continuar hacia arriba por una serie de terrazas situadas en la parte central de la pared, pero la huella que seguíamos se dirigía a la izquierda por un corredor estrecho y no precisamente hacia una dirección lógica de salida de la pared, sino que parecía que más bien salía directo a la arista NE.


Dudamos por momentos pero nos declinamos por seguir la huella así que nos pusimos a cruzar todo el nevero a izquierdas rumbo al corredor estrecho, lugar por donde vimos aparecer a un montañero rapelando.
Nos extrañó, y continuamos ascendiendo hasta los pies del corredor casi a 2300 metros, mientras esperábamos con ansia que los dos montañeros descendieran por el corredor hasta nuestra posición.

Poco después bajó el primero de ellos y nos indicó que descendían de un estrecho corredor situado a la izquierda de la pared y que ascendía paralelo al espolon NE, pero que la nieve estaba muy mal y no encontraban roca para asegurar los pasos y se habían bajado tras dos rápeles y el destrepe final para volver al coche.
Nosotros les explicamos que nuestra idea inicial era subir por la parte central de la pared e incluso les invitamos a probar los 4 por allí, pero ellos decidieron bajarse por el tema de tiempo (ya eran las 12:00).
Tras un pequeño "quorum" decidimos intentarlo por donde se habían bajado, su relato no hizo más que espolearnos para probar por allí.

Sacamos el segundo piolet de la mochila y nos adentramos en la pared por el estrecho corredor a 40º.
La nieve estaba muy blanda y además la bajada de los compañeros no había hecho otra cosa que "revolvernos" la buena huella.
Llegamos a un pequeño resalte vertical 90º con hielo, que superamos muy bien debido a sus pequeñas proporciones y continuamos con las ansias de llegar al lugar donde teníamos que girar 90º a la derecha y ver los dos largos de donde se habían bajado.


No tardamos mucho en hacerlo y otros 20 metros más nos depositaron en una amplia campa de nieve desde donde avistamos parte del corredor que ascendía a derechas y con una muy buena pinta, además de estrecho.

Ascendimos otro tramo a 40º y nos fuimos encajonando a la vez que la inclinación crecía por momentos llegando a los 50º y finalizando en un diedro tapizado de "verglace" paposo.


En un primer momento pensamos en tirar sin encordar pero tras ver las malas condiciones del hielo/nieve decidimos montar el primer largo limpiando las fisuras de nieve para poder montar la R0.

LARGO 1
Tras los preparativos tiró Gayu el primer largo, la nieve algo endurecida por la orientación norte era nuestro único sustento y comenzó a ascender por el diedro tapizado. Pronto descubrió que la buena tracción en esta pared con los piolet iban a ser los cepellones de hierba helada y así fue progresando por el estrecho lugar, pisando y clavando a tientas y protegiendo más bien poco.
Salió un largo de 20 metros de los cuales, unos 6 metros a 70º más bien mixto y delicado M5.


LARGO 2
Llegué a la reunión y por delante un nuevo diedro, la pared de la izquierda ofrecía alguna protección pero la roca bajo la nieve iba a ser el mayor inconveniente a la hora de escalar.
Tiré hacia arriba y la nieve blanda poblaba toda la canal, los crampones "chirriaban" en la roca bajo la capa de hielo papo. La pendiente era mantenida a 70º y al igual que el largo anterior las fisuras no se dejaban ver en esta roca tan peculiar.


Ayudándome de las tracciones sobre hierba fui ascendiendo el primer tramo y llegué al segundo en donde la canal me obligaba a ir pegado a la roca de la izquierda, por fin vi alguna fisura algo manchada de nieve, pero "menos da una piedra", protegí y continué progresando sobre roca y hierba helada hasta disminuir la pendiente un poco más arriba quedándose en cómodos 40º.
Comencé a buscar el lugar donde montar la reunión y nada de nada, un poco más arriba y bajo un pequeño resalte observé un cordino con dos mosquetones (los del rápel de huída de los dos compañeros) y hacia allí me dirigí sin dudarlo la reunión perfecta y además montada. Unos 30 metros de largo con 2 seguros y donde los últimos se ponía de nuevo inclinada la película a 50º.


LARGO 3
Llegó Gayu hasta mi posición, una incómoda reunión, por delante un resalte rocoso cubierto de hielo en forma de diedro algo más inclinado que lo realizado hasta este punto.
A partir de aquí la huella no existía. Desde aquí se habían bajado los compañeros y no sabíamos muy bien lo que quedaba por arriba, el caso es que estábamos a 2460, a poco más de 100 metros de desnivel de la cumbre del Anayet por lo que no debía de quedar mucho y eran las 13 en el reloj.


Gayu partió en travesía a la derecha, buscaba situarse bajo el diedro helado. En su base metió un tornillo de hielo en nieve dura un poco de aquella manera y ascendió hasta clavar hielo con los piolets en la parte superior, allí intentó meter un segundo tornillo pero tan sólo entraba un par de centímetros con lo que decidió sacarlo y pegar el resalte "a pelo".

Una fina capa de hielo consistente esta vez lo recubría y poco a poco fue ascendiendo introduciendo escasos centímetros tanto crampones como piolets hasta desaparecer de mi vista por arriba.


Me tocaba a mi y pude comprobar las "delicatesen" que esconde esta cara norte, saliendo por arriba y llegando hasta la precaria reunión que monto con un clavijo y poco más.

Desde este punto el corredor se abría, aparecían laderas de nieve virgen a 50º que íbamos ascendiendo y así llegar a otras menos empinadas sobre los 40º. Progresábamos en ensamble pero había poca roca a la vista para proteger por lo que llevábamos la cuerda desplegada porque sí.


Con la sensación de que quedaba poco, salimos a una arista nevada, abriendo huella por su parte alta, uno de los placeres del invierno.


Tras recorrerla vimos que más a la derecha quedaba otra arista más principal y decidimos trazar una diagonal ascendente hacia aquella, llegando a una zona mixta, que tras superarla nos comenzaron a golpear los rayos del sol por primera vez en la jornada.


¡¡Bien!!, el olor a cumbre nos invadía, recorrimos los últimos metros por la zona más cómoda y llegamos a la llanura de la cumbre. El Pirineo nevado hacia todas direcciones.

Desde Montes Navarros, hasta Balaitous, pasando por Collarada, Midi, Pala de Ip, Peña Telera, Frondiellas e Infiernos.


Comimos en la cumbre, el día era perfecto y tan siquiera hacía frío, desde las 15 hasta casi las 16 horas allí arriba, a sabiendas de que la noche se nos podía echar encima, aunque ésto era lo que menos nos preocupaba en ese momento.


Nos quedaban 3 horas de luz y nos dispusimos a descender, volvimos por nuestros pasos por la arista, hasta llegar a la chimenea de descenso de la vía normal. En principio no presentaba más dificultad que un estrecho corredor a 40-45º, pero la caída más abajo era muy fea y para evitar una salida de nieve blanda, decidimos montar un rápel que nos dejó en la base del corredor justo.

Ahora teníamos que mantener altura hacia la instalación con cadenas de la vía normal. La ladera estaba muy blanda y al ir pegados a la roca, en ocasiones se abrían bajo nuestros pies agujeros debido al calor reinante que calentaba la roca.


Realizamos la travesía con cuidado y llegamos a las cadenas, que fueron lo menos peligroso de toda la jornada,


 desde allí descendimos por la ladera hacia unas rocas rojizas muy características y tras superarlas tuvimos que bajar al otro lado de la pendiente, al Oeste con el fin de evitar alguna paredes escarpadas y llegar a un amplio collado.

Desde el collado no se veía muy bien la bajada, así que continuamos en ascenso hacia el Vertice de Anayet y hacia los 2440 observamos una ladera menos empinada por donde bajar a la zona de los Ibones de Anayet.

el descenso por la vía normal
De nuevo nos adentramos a zona umbría, de hecho ya no volveríamos a recibir los rayos que tan poco nos duraron. Descendimos cómodamente por la ladera y además unas huellas de esquiadores nos endurecieron en parte el camino, aunque los calores de la jornada nos hacían penar en demasía con los diferente tipos y profundidades de nieve.



Justo en la zona del Ibón y sobre las 17:20 llegamos a nuestra huella de la ida, ahora el camino era más sencillo y los abductores e isquiotibiales podían descansar algo, ésto nos relajó e incluso nos permitimos el lujo de realizar una última parada tirados en la nieve para comer una barrita con las vistas hacia el Barranco de Culivillas y de fondo los Picos del Infierno y Garmo Negro ¡¡ya estaba chupado!!.


Reiniciamos la marcha, por las laderas de la cabecera del Culivillas, ya no hacíamos ni las zetas de subida y perdimos altura con prontitud, llegando al fondo del barranco, lugar por donde seguir la huella con comodidad.
Recorrimos los 2 kilómetros de barranco en media hora, la temperatura estaba bajando y llegamos al final del barranco, allí el arroyo giraba a la izquierda y nuestra huella de ida ascendía a las pistas unos cuantos metros de desnivel más arriba.
Decidimos no subir a las pistas y si tomar el cauce del arroyo, observando que la huella "raquetera" seguía aquella dirección. A sabiendas de que era una ruta guiada con raquetas nos aprovechamos de ello y seguimos su rastro que nos llevó, sin la obligación de subir hasta el inicio de las pistas, junto a las instalaciones de la estación de esquí ya cerrada.

Caminamos hasta el aparcamiento, allí nuestra furgui permanecía junto a otros vehículos de trabajadores de la estación que también terminaban su jornada, eran las 18:30.


Nos cambiamos y finalizamos el día sin mucho que hacer por el valle, bueno o sí, porque la Marchica estaba en todo su esplendor y los bares y restaurantes de Sallent lucían en temporada alta como nunca....

Fotos:
Gayu Moyanus
Daniel Pelegrina