domingo, 5 de julio de 2009

Tocllaraju 6.032 mts. (Cordillera Blanca) Perú

3 DE JULIO DEL 2009

Tocllaraju desde el Campo Base

Por fin llegamos al campo 1 del " Toclla ", me encontraba fuerte, no me había dado mal de altura y tan siquiera sufría dolor de cabeza, no podía decir lo mismo Santiago, desde el primer día había sufrido en sus carnes los males de la montaña, su mala aclimatación a la altura le había costado la cumbre del Ishinca y casi le cuesta  la del Urus en donde tuve que ir tirando de él casi hasta la misma cumbre.


Sabíamos que se trataba del campo 1 situado a 5.100 metros porque el porteador que habíamos contratado nos había dejado la carga en un altillo de nieve, el paraje era verdaderamente espectacular, quizás el lugar más espectacular donde haya dormido, situados sobre un glaciar por arriba se levantaban las caras oeste del Tocllaraju y Palcaraju,


 picos de más de 6.000 metros, sus glaciares bajaban por delante nuestra a romper en la Laguna de Milliacuocha, cualquier cosa que se te cayese podía acabar 400 metros más abajo entre grietas.


El Huascarán como siempre sobresalía entre las demás aunque esta vez lo tapaban las nubes y delante el "Copa", el "Paccharaju" otros dos colosos agrietados.



un poco de música para terminar la jornada.

El cielo estaba bastante cubierto y amenazaba a posible nevada por la tarde, por lo que montamos la tienda pronto para posible resguardo, esta vez Santiago se encontraba mejor parecía que estaba aclimatando en condiciones y tenía que ser así porque la jornada de cumbre no podíamos tener dudas de ningún tipo y teníamos que ir encordados de principio a fin, además teníamos que mantener un ritmo propicio para llegar y no pasarlo mal en el descenso.


Aprovechamos la tarde para descansar, mientras veíamos pasar por delante de la tienda algún grupo más de alpinistas que acamparon a 100 metros de nosotros. La tarde se me hizo eterna entre estruendos de aludes en la Cara Este del Palcaraju, cada uno con sus cascos de música, escribiendo en mi diario y dándole vueltas a la cabeza sí íbamos a ser capaces de superar las dificultades técnicas sobre todo del último tramo de cumbre, "el hongo de nieve", parece ser que según nos contaron los italianos, estaba muy abierta la rimaya del hongo y se abría una pared de 4 metros extraplomada a superar, ellos habían llegado hasta allí el día anterior y se habían quedado a 100 metros de cumbre.



Un tanto aburrido y nervioso (ante tal frío, día oscuro y la aludes constantes en el Palcaraju)  me dirigí a las tiendas de los compañeros de campamento, resulta que eran tres grupos independientes: unos japoneses con guías, unos "hippyes" americanos de California que querían subir por la pared Este directamente y unos alemanes con guías también, estuve hablando con ellos un rato con mi inglés "a nivel de usuario" y nos prestaron su ayuda para lo que quisiéramos mientras comenzaba a nevar levemente, nos despedimos deseándonos suerte para la jornada próxima.
 
Mientras la montaña nos comenzaba a regalar uno de esos momentos mágicos, la ladera del Nevado de Palcaraju comenzó a teñirse de colores cálidos, al igual que sus glaciares y toda nuestra atención se puso en los momentos del ocaso.
 
 
Los compañeros de otras expediciones comenzaron a salir de sus tiendas para disfrutar de un momento como éstos en donde a pesar del cansancio, el esfuerzo y la falta de oxígeno, el cuerpo humano se mueve siguiendo sus emociones, en este caso inexplicables ante tal belleza.
 
 
En el horizonte comenzaba a trazarse una línea de fuego entre las oscuras nubes y la Cordillera Negra y delante el Nevado Urus como "torre de Mordor" en la famosa saga del Señor de los Anillos.
 
 
Anonadados no paramos de hacer fotos mientras la luz iba menguando por segundos y el sol se comenzaba a meter tras la Cordillera Negra
 

 
Nos acostamos a las 19:00 horas, la temperatura había descendido hasta unos -10º y las nubes no se habían disipado con el ocaso por lo que las dudas se instalaron en la tienda. Quizás en una expedición con guías o logística en estos momentos descansas pensando en que el guía decidirá qué y cómo hacerlo, pero cuando estás sólo, en medio de glaciares, a 5.100 metros en los andes, tu compañero está mal y hace mal tiempo, te encuentras muy muy solo y a merced de la montaña.
 
4 DE JULIO DEL 2009, DÍA DE CUMBRE
 
extracto del diario: "La noche se hace interminable, a 5.100 metros se duerme muy mal, no logro conciliar el sueño ni media hora seguida, sobre las 22:00 horas me ha dicho Santi que ha despejado por lo que tiraremos hacia arriba".
 
Llegó la 01:00 de la mañana ha sonado el despertador y ha Santiago le duele la cabeza para variar aunque decide tirar hacia arriba, ¡lo intentaremos!, comenzamos a ver los frontales de los compañeros del campamento así que trataremos de seguir su estela ya que hay varios guías en los grupos. Ya salimos tarde debido a las medicinas de Santi y durante la primera hora de caminata paramos unas 6 veces, vamos francamente mal se nos han escapado los grupos de delante y sobre las 3:15 hacemos una pequeño gabinete de crisis, me dice Santiago que para subir tiene que ir a ese ritmo y hemos tardado una hora en recorrer 100 metros de desnivel sin dificultades técnicas, así que emplear 10 horas de subida es inviable así que decidimos dar la vuelta.
Tras descender unos metros me encuentro con una cordada de italianos con los que había coincido en el Ishinca, venían directamente desde el campo base y subían en dos cordadas, a la primera cordada intenté comentarle de la idea de acoplarme con ellos y me dijeron rotundamente que no, en la segunda cordada hablé con el guía peruano y me dijo que él no podía opinar sobre esto, que hablara con el jefe de expedición italiano situado más atrás en la cordada y ésta era mi última posibilidad, así que tras preguntarle se quedó un tanto parado, les comenté que no iba a ser ningún lastre ya que había hecho días atrás los Nevados de Urus y de Ishinca de 5.500 ambos y que había pasado ya dos noches a 5.000 metros. No se si fue la cara de pena que les puse o su amabilidad pero el caso es que me aceptaron en su cordada y me despedí de Santiago a escasos 300 metros lineales del Campo 1, zona sin grietas, ni peligro para él.
 
Una vez en la cordada, vi que ascendían con mucha rapidez, incluso iba bastante pasado de ritmo y de pulsaciones, en un primer momento pensé que lo hacían para ponerme a prueba si era capaz de ascender con ellos sin problemas y "callado como una puta" no me queje y ponía buena cara a todas sus preguntas en italiano por unas rampas durísimas.
Llegaron las grietas, pasamos unas por la derecha, otras por la izquierda e incluso bajo un serac tuvimos que montar una cuerda para superar un primer resalte de 3 metros verticales, momentos en los que aproveché para tomar aliento mientras el cielo continuaba estrellado.
 
Recorrimos una ladera de unos 40º y el ritmo era continuo en la cordada, cuando iba a llegar al límite de mis pulsaciones, uno de los italianos levantaba la voz para parar, así que este compañero me iba a ayudar a aguantar el fuerte ritmo del guía peruano. Salimos a la larga arista cimera, desde allí la pendiente era mayor aunque en un primer tramo sólo era una ladera tendida hasta que llegamos a la zona entretenida, una ladera a 60º en donde subimos con los dos piolet, tras pasar ese tramo empinado y mientras amanecía ya pudimos divisar el último y más entretenido de todos,
 

 una zona de serac caídos por donde pasamos a toda prisa por si le daba por caer alguno más, daba paso a la gran rimaya, una grieta abierta en la base del hongo de cumbre, este era el lugar donde se habían dado la vuelta los italianos de la jornada anterior, pero hoy parecía haber huella abierta por un lateral de la grieta, eso sí con unos pasos en un puente de nieve y un patio enorme.
 

 
 
El guía peruano camino unos metros por el puente de nieve entre grietas, bordeando la principal y más abierta por la izquierda se montó en el lomo del hongo por donde ascendió hasta la parte alta del mismo, allí montó reunión y nos tiró la cuerda para ir subiendo nosotros. Tras superar el paso teníamos por delante una estética y delgada arista donde ya había huella,
 
 
verdaderamente era un lugar increíble por donde caminábamos, por la fina arista llegamos a un nuevo resalte de un segundo hongo en donde había un grupo esperando para ascender, esperamos unos minutos y ya notaba como los pies se me estaban quedando helados de tanto parón menos mal que el sol estaba saliendo por encima de las nubes en el horizonte e iba a comenzar a calentar. 
 

Superamos el segundo hongo por un paso de 4 metros verticales a 90º, asegurados por el guía y continuamos hacia cumbre por una fácil ladera poco inclinada, ¡¡ bien !! delante del horizonte azul ya no había más montaña, la ladera comenzaba a bajar, eso quiere decir que estábamos en cumbre., nos abrazamos todos, uno de los italianos rompió a llorar como un niño y el resto lo abrazamos para consolarle, habíamos llegado por fin a cumbre, había superado los 6.000 metros por primera vez y estaba de subidón, era increíble el lugar miraras a donde miraras, todo repleto de glaciares y altas montañas.

 
Me hicieron una foto con la "bandera" de mi localidad, mientras me preguntaba el guía por el "cóndor" de la bandera, a ver como le explicaba yo a 6.000 metros que esto era una avutarda.
Hacia el Norte podía distinguir montañas de sueño: los Huandoys, el Huascarán, Alpamayo, Chopicalquí, Pisco, etc..


Y hacia el Sur el Chinchey y el grandioso Nevado de Huantsan de casi 6.400 metros.


Con viento nulo y a -8ºC intenté comer algo y beber, cuando de nuestro "letargo alucinógeno" nos sacó el guía al tiempo que nos instaba a iniciar el entretenido descenso, aprovechamos el último segundo para hacer fotos e iniciamos el descenso por la ladera nevada de poca inclinación.

 
Pronto llegamos al resalte de 4 metros en donde había una estaca de cerca de un metro clavada en el hielo, allí iniciamos un primer rápel hasta la fina arista


y la recorrimos hasta una nueva estaca donde se iniciaba el rápel del segundo hongo u hongo principal. Rápel bastante curioso ya que descendías por la ladera de 50º hasta el labio del hongo, donde el rápel era volado y el destino era el interior de la grieta, allí con otra cuerda te tiraban hacia fuera para llegar al borde de la grieta y ya poder salir de la misma a zona "más segura".

 
 

Esperando a que mis compañeros bajaran la Quebrada de Pacliash hacia el Oeste con su laguna.
 


 Ya todos fuera del hongo, comenzamos a descender por las pendientes medias de 40º, teniendo precauciones en no caer, intentando salir de aquel mar de grietas y hielo.
 

 

 
Al llegar a la ladera de 60º, la destrepamos con piolet tracción cara a la ladera y continuamos la marcha ya más tranquilos y relajados


Aún nos quedaban algunos seracs antes de llegar al Campo 1, en donde la nieve reblandecida aún nos podía dar algún susto.

 
Tras unas 10 horas de actividad ya teníamos cerca el Campo 1, ya podía ver nuestra tienda amarilla y el terreno era sin problemas, me extrañó no ver a Santiago por allí fuera o la tienda ya desmontada y tras llegar le encontré en el interior con los cascos puestos y metido en el saco escuchando música. Me despedí dándole las gracias de los amigos italianos y peruanos mientras les di una propinilla en soles peruanos, lo equivalente a una jornada de un guía.


 
 extracto del diario: "Me encuentro muy cansado, tengo un leve dolor de cabeza, creo que es por falta de comer y de hidratación, desciendo al Campo Base".

Tras descansar unos minutos junto a la tienda, comer y beber en abundancia, Santiago continuó con sus cascos y cuando me disponía a recoger para descender al base vi que estaba usando mi esterilla, habiendo dejado mi saco en el suelo de la tienda donde se había mojado por el agua de la nieve, estaba claro que no éramos buen matrimonio, ni tan siquiera de conveniencia. Le comenté que me dolía la cabeza y que iba a descender al Campo Base y el me dijo que el iba a comer tranquilamente antes de bajar, por lo que desmonté la tienda y guardé mi mitad de carga para descender al base yo solo mientras él hacía sus cosas.

No tardé mucho en perder altura por la morrena y llegar al campamento base de Ishinca donde teníamos montada la otra tienda y donde me volví a encontrar con los compañeros italianos y peruanos, nos tomamos unas "Inka kolas" en el refugio para despedirme de ellos de buena manera y nos deseamos suerte para los próximos objetivos: Huascarán.

extracto del diario: "Ya no me duele la cabeza, eso sí algo el juanete derecho y la rodilla por sobrecarga, tras pasar una tarde tranquila en el valle de Ishinca, me he recuperado bien, comemos y cenamos en el refugio al fuego de la hoguera, hacemos las paces y solucionamos fricciones", mañana bajamos a Huaraz donde tenemos día de descanso"
 

 


 
 
 
 
 
 
 



 


 
 
 


domingo, 8 de marzo de 2009

Norte del Almanzor, 200 mts. AD+ (dedicada a JK)

croquis original by pele
Partimos Juan y yo el Viernes hacia Gredos con la idea de realizar un viejo sueño, como era la Norte del Almanzor, para ello nos dirigimos a Hoyos del Espino donde había estado nevando dos días atrás y donde el viento se había llevado parte de esa nieve, que aún dejaba algunas zonas manchadas de blanco. Tras hacer un poco de tiempo para que se echara la noche, nos dirigimos a un Refugio de Pescadores cercano a la Plataforma y donde en otras ocasiones habíamos dormido. Cuando llegamos estábamos solos pero tras la cena, llegaron un trío de Albacete y otro de Ciudad Real, los manchegos nos rodearon y nos incomodaron la estancia, ya que corrieron los petas, la bota de vino y la música que tan mal suena en estos lugares de montaña. Pero el cansancio nos podía más que los manchegos y en los sacos caímos entre las extrañas conversaciones.
El sábado madrugamos bastante, y tras el desayuno nos dirigimos hasta la plataforma, en donde ya había algunos coches. Hacía unos 3ºC y corría un poco de viento del Norte, terminamos de preparar las mochilas y nos las echamos a la espalda observando que la aproximación iba a ser un suplicio. Ya había nieve desde el comienzo como preveíamos y extrañamente en estas fechas nada de hielo, (normal con estas temperaturas). Así fuimos ascendiendo por la huella abierta y atravesando el Prado de las Pozas, se iba mejor por los laterales del camino en donde la nieve estaba dura, a la vez que perfecta para progresar por ella.

Cruzamos el puente del Arroyo de las Pozas en donde no se veía agua alguna, tapada por la nieve y comenzamos el vía crucis de los Barrerones, menos mal que con la cantidad de nieve que había la huella en lugar de ir por el camino, ahorraba unas cuantas zetas y se dirigía en línea recta hacia la parte alta.


El sol comenzaba a pegar, pero cuanto más nos aproximábamos a los Barrerones el viento más fuerte era, haciéndonos poner las chaquetas para poder continuar, algún que otro grupo nos adelantaba, haciéndonos sentir caracoles con la casa a cuestas. Nos pasaban chicas, chicos, jóvenes, viejos, vamos de todo pelaje, hasta que por fin coronamos los Barrerones, realizamos la típica parada para realizar la foto hacia el circo y alucinar con la mejor estampa de todo el Sistema Central sin duda.


Y continuamos por el camino de descenso, extrañamente sin piornos, tapados por la nieve, sin la fuente, también tapada por la nieve y sin realizar esas zetas que tanto queman a la vuelta. Así en línea recta fuimos perdiendo altura y aproximándonos a la zona de la laguna, que llegamos 20 minutos después. Saltamos la grieta que separa la tierra firme con la Laguna Helada y comenzamos a cruzarla, en algunos tramos el azulillo ese típico del hielo aguado comenzaba a verse y tratábamos de ir separados por si aca. Hasta que por fin llegamos al Refugio de Élola. Tras saludar al guarda nos dispusimos a montar la tienda, pero viendo que andaba por allí la Guardia Civil y los guardas del parque, decidimos subir un poco, hasta encontrar un lugar idóneo para montarla y estrenarla.
Comenzamos a hacer el hueco en la nieve, aprovechando un talud cercano y me encontré un poco mal, me dolía la cabeza, estaba mareado, raro raro vamos, y un poco forzosamente montamos la tienda y descansamos sobre una piedra donde repartimos todos los cacharros de la mochila.


Tras descansar un poco, bajamos al refu para tomar un café que tampoco me arregló el cuerpo y decidimos suspender la actividad que queríamos realizar (alguna cascada de hielo sencilla o algún corredor) debido al estado que me encontraba. Tras otro par de horas tumbados como marmotas sobre la piedra, y viendo subir y bajar a la gente hacia el Almanzor, me decidí tomar un “Algidol”, que llevaba Juankar, pese a ser un poco reacio a los fármacos. Y, “tachan”, en un minuto de reloj se me quitó el dolor de cabeza y me comencé a encontrar mucho mejor, esto es increíble pensé, no me lo podía creer. Me encontraba bien, hasta tal punto que cogimos los archiperres, las cuerdas y nos dirigimos a unas rocas cercanas, para montar unos rápeles y unos seguros, para practicar un poco. Comenzó a caer la noche y tras la cena nos metimos pronto en el saco para descansar en condiciones y mañana será otro día.
Sonó el móvil, eran las 5:00, habíamos madrugado tanto, para quitarnos el atasco de gente en la Norte, que pensábamos que sería bastante peligroso. La noche estaba despejada, el viento era nulo y el reloj marcaba 1ºC. Fuimos al refugio a coger agua para el desayuno y toda la jornada, había gente vivaqueando por los alrededores y 7 u 8 tiendas montadas. Volvimos a la tienda y tras desayunar, preparamos la mochila y partimos sobre las 6:30. La huella estaba más que clara, pero se progresaba mejor por los laterales en donde la nieve se encontraba dura, así fuimos ganando altura rápido, pasamos la zona de morrenas, en donde la huella se dirigía casi lineal hacia la Hoya Antón, Llegamos allí en menos de una hora y comenzamos a ascender por la amplia canal de la Portilla Bermeja, la claridad comenzaba a aparecer tras los tres hermanitos y los tonos naranjas hacían una estampa increíble.

Llegamos al lugar en donde se queda el último nevero del circo y comenzamos a girar hacia la derecha dirección Portilla del Crampón, ahora haciendo honor a su nombre nos sentamos en unas piedras para ponernos los crampones, piolet, arnés y casco, y seguimos ascendiendo ante un hecho extraño, no dejaban de caer cristalillos por la canal. Cuando ascendimos algunos metros más y antes de comenzar la travesía los cristalillos caían como pedradas desde las paredes del Almanzor, con los primeros rayos de sol, la roca se calentaba y el hielo formado en sus paredes por la noche comenzaba a caer, al principio lo tomamos como una curiosidad, pero cuando nos bufaron varias trozos del tamaño de pelotas de tenis nos preocupamos, ascendíamos con la mirada puesta hacia arriba y tratábamos de esquivar las “pedradas” como si de humor amarillo se tratase. Teníamos la esperanza que en la Cara Norte al estar en umbría no cayera nada, y poco a poco, por tramos y cubriéndonos con las rocas íbamos evitando la caída de hielo y bordeando toda la falda rocosa esquivando cristales. Por fin llegamos a la base del Corredor Norte, la cosa estaba igual, el sol estaba más alto, eran las 8:00, y la impotencia me quemaba por dentro, seguramente que estaba en condiciones pero la lluvia de cristales nos hacía imposible el meternos allí. Un poco resignados y en lugar seguro, esperamos media hora cerca de la entrada a la Norte, mirando con cara de tontos como caían más y más cascotes desde arriba, hasta decidir abandonar la empresa para dirigirnos por las faldas del Cuchillar de Ballesteros hacia la Galana. Así, manteniendo cota nos fuimos alejando de un sueño que tenía de hace 3 o 4 años, y acercándonos a otra montaña que quizás sea más bonita que el propio Almanzor.

En poco tiempo por palas de nieve dura bordeamos todo el Cuchillar de Ballesteros y por unas bonitas crestas sin patio llegamos a la zona del Aventadero, para continuar ascendiendo por terreno ya más rocoso y mixto hasta la zona donde en alguna otra ocasión había montado un rápel para ascender a la Galana, pero esta vez, entre la nieve acumulada en la brecha, y la que había entre las rocas, un simple y corto destrepe nos llevó hasta la mencionada brecha. Habíamos dejado las mochilas en el lugar del rápel y seguíamos sin ellas con una cuerda y algo de material hacia la parte alta de la Galana, llegamos al paso clave y observamos unos metros más arriba dos cintajos, que nos iban a venir bien para rapelar, pero no para subir., Así que montamos una reunión, y por la cara que da a Cinco Lagunas, fui atravesando la corta terraza aérea que estaba llena de cristales de hielo. Llegué al otro lado de la terraza y subí fácilmente a la cumbre, desde allí me asomé para ver a Juankar y le arrojé la cuerda que aseguré en la piedra cimera. Así con la ayuda de la cuerda ascendió unos metros y juntos nos situamos en la bonita cumbre de la Galana. Nos hicimos unas fotos y observamos el precioso paisaje, que desde allí se divisa, toda la Sierra de Gredos en su extensión. Antes de comenzar el descenso observé como una cordada de tres se metía en la Norte del Almanzor quedándome estupefacto, esto me animó bastante y pensé en que quizás había dejado de caer cristales o quizás estaban arriesgando mucho, no iba a cejar en mi empeño y propuse a Juan volver por el mismo itinerario para pasar de nuevo por la base de la Norte del Almanzor.

Así montamos un rápel desde las cintas de la Cara Sur y descendimos hasta zona segura observando como unos fieras se tiraban con esquís por una canal cercana al Risco del Gutre. Continuamos descendiendo hasta la brecha y subimos hasta el lugar en donde estaban nuestras mochilas, bien custodiadas por un grupo de tres que habían realizado el corredor que lleva a la Brecha de la Galana. Tras meter todo en la mochila nos dirigimos por nuestra propia huella rumbo a la Norte de nuevo para ver el estado en el que se encontraba, dejando atrás el Aventadero y las laderas del Cuchillar de Ballesteros. Escasos 25 minutos nos bastaron para llegar a la zona de nuestro objetivo, se acababa de meter una nueva cordada de dos y observamos como ahora no caía hielo. Me había dado un subidón de adrenalina al ver estas condiciones, y pensé que era nuestro momento, pero Juankar había llegado algo cansado y no se veía en condiciones para afrontar algo, que no sabíamos exactamente como era, ni cuanto nos iba a costar. Le intenté animar, instándole a que se hidratara y tomara algún gel, como hice yo, pero igualmente no se veía con confianza para ascender por ese corredor que teníamos a vista y tan cercano. Como buen amigo y conocedor de las ganas que yo tenía por realizar dicha vía, me comentó que podía yo dirigirme por el corredor y unirme a la cordada que aún estaban superando el primer tramo y no tardé en hacerle caso y escuchando a mi corazón, me despedí de Juan y partí rumbo a la Norte del Almanzor.
Comencé ascendiendo por el estrecho corredor de unos 55º, en su tramo medio tenía algo de hielo y a buen ritmo ascendí hasta casi sin darme cuenta llegar a la bifurcación en donde estaban la cordada que iba delante, eran una chica y un chico madrileños, a los que pregunté si me podía unir a ellos y sin muchas respuestas me aceptaron en la cordada.

Habían montado una reunión con tornillos en el primer largo y con varios tornillos intermedios hasta llegar a la base del resalte principal y punto más comprometido de la vía, en donde Dani había montado una nueva reunión. No dejaba de caer hielo, tentando a la suerte y asegurado por un tibloc ascendí hasta la reunión principal quitando los tornillos intermedios y llegando a la base de la cascada hasta donde recuperamos a Ana. Allí Dani me cedió los galones y me aseguró para que afrontara el siguiente largo y más chungo; comencé ascendiendo un par de metros verticales en donde intenté meter un tornillo, me era imposible ya que el hielo no estaba en condiciones y opté por meter un pitón en la roca de la derecha, el agua caía de la roca y me estaba empapando los guantes y camiseta, tampoco podía meter el pitón, ya que la maza me pillaba a izquierdas y no podía golpear bien al clavo para meterlo en una pequeña fisura. Al verme un poco justo de fuerzas y sin poder meter nada para asegurar, decidí continuar hacia arriba, saliendo en un par de metros más al campo de nieve que precede al resalte de unos 50º, por donde ahora si fui ascendiendo más fácilmente. Busqué una roca para asegurar por la izquierda, luego por la derecha y finalmente ascendí unos metros más hasta una que estaban en la parte central superior, en donde metí dos pitones y comencé a recuperar a Ana.


Estaba un poco justa de fuerzas y le costó un montón superar el resalte, para seguir por el corredor y llegar a mi posición, luego fue Dani el que sin muchos apuros también llegó a la reunión y se dispuso a comenzar el tercer largo, por un estrecho corredor situado en la parte izquierda y que se veía algo pelado en su tramo medio con algo de hielo. Tiró hacia arriba y metió un primer tornillo, para posteriormente meter otro en la zona más pelada de nieve, desde ese punto desapareció de nuestra vista y continuó, hasta que tuvimos que indicarle que le quedaban unos 4 metros de cuerda. Montó una reunión en roca y fue asegurando a Ana, que iba ascendiendo lentamente por el estrecho corredor con algo de hielo de 55º.

Yo fui detrás de Ana, sin asegurar con cuidado tratando de buscar la huella hecha por otras cordadas anteriormente, hasta que por fin pudimos divisar la brecha que separa las dos cumbres del Almanzor. Comenté a mis compañeros que iba a continuar hacia arriba, en busca del sol, ya que estaba helado y me dirigí hacia la comentada brecha, desde donde vi, que Dani iba a asegurar a Ana para llegar hasta donde yo me encontraba. Tras unos minutos al sol y de espera, decidí ascender hasta la misma cumbre donde esperé a mis compañeros para hacernos una foto de equipo, allí nos dimos los correos, nos repartimos el material, y nos despedimos hasta pronto tras darnos las gracias mutuamente por la ayuda.

Yo bajé a toda mecha por la normal, intentando no hacer esperar mucho tiempo a Juankar en la zona del Élola, y a toda prisa por buena nieve, fui destrepando la chimenea Sur, realizando la travesía de las Canales Oscuras y descendiendo desde la Portilla del Crampón por las palas llenas de huellas y de blanda nieve. El sol que tanto había echado de menos durante la ascensión de la Norte, ahora lo aborrecía y acalorado realicé una parada en la Hoya Antón para quitarme todo el material y echarme un poco de crema para protegerme. Bastante cansado continué por el mismo itinerario de la ida y llegué en algo menos de una hora, desde cumbre a la tienda, que ya estaba desmontada y donde me esperaba Juankar, con los brazos abiertos.


Entre tragos de agua y bocados de comida le estuve contando como me había ido y a continuación comencé a hacer la mochila para la dura vuelta. Algún kilo más de 20 me eché a la espalda y comenzamos el descenso, el descenso de 20 metros para llegar al refugio, porque desde allí a travesamos la laguna y emprendimos lo que en otras ocasiones es duro, pero que en esta se me hizo interminable,, es como el Mortirolo en Italia, el Alpe d´Huez en Francia,,,, los Barrerones de Gredos. Agotado y sufriendo como un cabrón los ascendimos, yo creo que sacando las fuerzas de la alegría de poder irme a casa con un viejo sueño, llamado, NORTE DE ALMANZOR.