domingo, 12 de abril de 2015

El Cilindro y su pitón, operación 3000. Parte 2.

Nos acostamos en el Refugio de Góriz, mañana promete ser otro día intenso y un día con tan buen clima no se puede desperdiciar en la cordillera pirenaica.
La mayoría del grupo va a descender al valle pero nosotros queremos hacer actividad de nuevo, también se animan Abel y Miriam que se quedan con nosotros la jornada del domingo.

El despertador suena a menos 20, nos vestimos y bajamos al comedor del refugio. El día está despejado y a las 7 en punto estamos cogiendo las bandejas de plástico del desayuno con ganas de echar algo al cuerpo.

Tras el desayuno, un litro de agua para el ascenso y componemos la mochila para el corto ataque al Cilindro.
A diferencia que la jornada pasada, esta vez nos han dejado una cuerda y dos arneses. La nevada de ayer por la tarde ha podido dejar la chimenea de IIIº un poco delicada y preferimos llevarla, aunque dos de nosotros no tenemos arnés.

A las 7:45 partimos, esta vez la nieve está dura y nos ponemos los crampones desde el mismo refugio. Los primeros neveros están inclinados y uno no se puede caer.



Los crampones nos facilitan la progresión, vamos directos superando las fajas e intentando caminar siempre por nieve, a veces no puede ser y atrochamos por tramos de hierba y roca.

Nos quitamos el inicio empinado y ya salimos a la senda de ayer. Las sensaciones son mejores, el corazón ya sabe lo que son 2500 metros y eso se nota. Como siempre digo: la jornada del domingo es la más próspera en los fines de semana.


La temperatura no es fría, unos 4ºC y el sol ya está irradiando energía a la cumbre del Cilindro al igual que a la Punta Tobacor, el valle se despereza sin una nube en todo el cielo.



Ganamos altura con rapidez y es que la nieve está perfecta, durante la primera hora estamos ya a 2600 y caminando tranquilos los cuatro juntos. 

Vamos charlando y dejamos a la izquierda el desvío de la Faja Roya a 2800, hacemos una pequeña parada en la Ciudad de Piedra y continuamos el camino a buen ritmo observando ya por encima la Cubeta Glaciar del Lago Helado.



Podemos divisar incluso el corredor de subida al hombro del Cilindro, buscamos la zona más tendida del valle y trazamos un doble giro para montarnos en una diagonal a izquierdas que nos lleva al borde de la morrena del Lago Helado donde ya el sol pega de lo lindo y situado a 3.000 metros, la cota invisible.

Dos horas hemos tardado en llegar hasta este punto, un tiempo fenomenal. Sentados al sol nos echamos crema, sacamos las gafas de sol y comemos algo para emprender el tramo de subida más exigente con energías.


Observamos el Monte Perdido hacia el Este, una nube lenticular cubre su cumbre y la escupidera que da acceso a ella se ve cargada de nieve. Por otro lado nuestro Cilindro se ve libre de toda nubosidad y vamos a iniciar el ascenso del corredor siguiendo la huella de dos personas que van por delante y que nos llevan unos 30 minutos desde que partimos.

Abandonamos el Lago Helado situado a 3.000 e iniciamos el ascenso por el corredor, la nieve está muy bien y progresamos rápido, la rampa de unos 20º iniciales, asciende a 30º y se va manteniendo hasta la parte superior donde quizás toma los 35º.


 Es un corto tramo ya que pronto se llega al final del corredor y hombro desde donde observamos la chimenea de ascenso. Hemos tardado 20 minutos desde abajo.

Allí están metidos los dos compañeros de delante, están un tanto atascados y mientras, nos ponemos el arnés, sacamos la cuerda e improvisamos con cinta plana otro para el Peluka. Yo me ataré a la mochila y al cinturón de la misma.

Miro hacia la chimenea y veo que la cordada de catalanes está en las dos argollas de la mitad, están un poco pensando si subir y bajar y es que la nieve caída ayer ha tapizado parte de la roca y está un tanto complicado el ascenso. Menos mal que subimos finalmente la cuerda.



Mientas se deciden subimos al tresmil secundario del Piton SW del Cilindro, situado a escasos metros, para la mayoría de los montañeros puedes ser insignificante pero para mi no. Es mi último tresmil del macizo y cuando bajé por primera vez del Cilindro hace unos cuantos años lo deje adrede a sabiendas de que volvería. Y aquí estoy.



Entre la puesta de arneses y las fotos del Pitón aún estamos esperando, los catalanes parece que se disponen a rapelar viendo las dificultades de la chimenea y les indico que si se quedan en esa reunión intermedia y no molestan quizás podamos subir directos por la chimenea y una vez allí aprovecharse de nuestra cuerda fija y salir por arriba.

Aceptan y se anclan con el cabo de anclaje a la reunión intermedia. De nuestro grupo va a subir Abel de primero, no tiene mucha experiencia sobre terreno mixto, ni nieve, pero de cabeza va sobrado y tira hacia arriba como un tigre, sube sin crampones inicialmente y en la reunión de los catalanes hace una parada para ponérselos y continuar saliendo por arriba de la chimenea.



 Un acto de sobresaliente porque la chimenea la verdad que está complicada y expuesta con nieve. Además el único seguro intermedio era la reunión de los catalanes, vamos que una caída en la salida y toca suelo.

Con la calidez que te da la cuerda por arriba, comprobamos las dificultades de los pasos; primero un estrechamiento de empotrar brazo IIIº un tanto seco, luego ensancha y se pone fácil, para terminar por una zona más vertical donde la nieve cubre los pocos apoyos que existen para pies y manos. Repito un acto sobresaliente por parte de Abel.



Estamos todos en la reunión superior, también los dos catalanes y juntos continuamos por la loma del Cilindro que en este inicio no es tan loma y es más arista.


Los pasos son fáciles, contornean las zonas rocosas de la parte alta por el Este en la mayoría de los casos y llegamos a una nueva dificultad. Se trata de un pequeño resalte de dos metros donde las manos son mínimas y está cubierto por la nieve.
Como antiguamente, ayudándonos de manos y piernas vamos superando el paso, pensando si es preciso en rapelarlo a la vuelta y vemos como ahora sí la parte alta se ensancha y se convierte en una fácil loma por donde transcurre la senda, borrada en ocasiones por la nieve.


Desde la chimenea han sido unos 35 minutos y ya estamos arriba en cumbre. La verdad es que las vistas son nulas, la nubosidad se ha metido por completo y ahora hasta sopla algo de viento.
Nos hacemos unas fotos y charlamos con los catalanes mientras aprovechamos para comer. Nos hemos retrasado bastante en la última parte, son las 12:00 del medio día y aún tenemos que bajar hasta la Pradera de Ordesa pasando por Góriz, así que la jornada promete ser bastante larga, ya que además tenemos que volver a Madrid en el día.

Estamos 15 minutos en cumbre y nos disponemos a descender rumbo al Sur por la loma-arista. Lo hacemos con cautela y sin parar hasta llegar al corto paso de destrepe. Por no perder más tiempo sacando la cuerda, nos ayudamos como en el ascenso y superamos los dos metros para continuar por la parte más afilada donde la caliza nos va poniendo las dificultades a su antojo.


Conocemos los pasos por lo que los superamos con facilidad hasta llegar a las argollas del rápel. Llevamos una cuerda de randonee de 30 metros por lo que optamos por hacerlo tres en simple y llegar al suelo y Abel como último en doble en dos tramos de rápel.

chimenea de IIIº rapelada
Pronto estamos en la base de la chimenea a 3170 metros y continuamos la bajada por el corredor. La nieve está perfecta para descender y lo aprovechamos perdiendo altura con rapidez y con el paisaje cubierto por la niebla.




En 50 minutos desde la cumbre hemos llegado al Lago Helado.
Sin hacer parada continuamos hacia abajo saliendo de la niebla, las nubes se han quedado arriba sobre la cota 3.000 y posiblemente hoy vuelva a precipitar como ayer ya que el cielo está más oscuro.

Continuamos con nuestro descenso, yo opto por quitarle los crampones y mis compañeros los mantienen, comienzan a venir algunos tramos de roca donde la nieve escasea y el Valle de Ordesa nos regala su vista más famosa y espectacular mientras nos acercamos al refugio.



Las zetas de las fajas son el último escollo del itinerario hasta el refugio, al que llegamos tras 2 horas exactas desde cumbre.

El sol parece que quiere salir entre las nubes y aprovechamos para sacar todos los bártulos de la taquilla y exponerlos sobre el firme cementado de la puerta, donde los reecolocaremos en la mochila. Todo ello aderezado con una cerveza, está claro.

La verdad es que muy rápidos no hemos sido en hacer la mochila, son las 15:00 y una jornada así pirenaica hay que disfrutarla y sentirla con tranquilidad como hemos hecho.

Tras saldar las deudas en el refugio iniciamos el descenso al valle.



Descenso ya en zapatillas hasta que tras perder 50 metros de altitud me doy cuenta que he perdido un tramo de mi bastón. Errorr!!
Mientras mis compañeros continúan a paso lento yo subo de nuevo hasta el refugio donde encuentro mi deteriorado tramo telescópico, "ya es más por cariño que por otra cosa".

De nuevo comienzo a descender, ¡será por metros de desnivel este finde!. Mis compañeros ya caminan lejos, pero me gusta descender y más hacerlo rápido.

El cielo se ha vuelto a cubrir, no augura nada bueno para esta tarde y ya los veo en la lejanía con Ordesa de fondo. Pronto estamos descendiendo juntos por la aérea senda que nos lleva a las Clavijas de Cotatuero y a las que hemos llegado en 30 minutos desde el refugio.



Destrepamos las clavijas y cadenas con atención y en breve tiempo estamos en la senda descompuesta que nos lleva al Puente de Soaso frente a la Cascada de la Cola de Caballo.

Son las 16:20 y tras comer algo en una corta parada, toca dirigirnos valle abajo. Lo que nos queda es sobradamente conocido; Circo de Soaso, Gradas de Soaso, Cueva del Frachinal, Bosque de Hayas, Cascada de Arripas y Tozal de Mallo.


Todos estos lugares forman parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y los vimos pasar con nuestros ojos durante las dos horas siguientes de recorrido. Las que tardamos en llegar a la Pradera de Ordesa, exactamente a las 18:30 a la vez que el cielo rompía a llover con fuerza.

La paz interior nos invadía, lejos de correr para volver a "los madriles", nos lavamos y cambiamos de ropa en los servicios techados de la pradera y cogímos el coche para poner rumbo a algún lugar donde poder contentar nuestros cuerpos deficitarios de alimentos.

En Torla no pudo ser, ni en Broto, tampoco en Sabiñánigo. Finalmente descubrimos un nuevo lugar; Almudévar y su plaza, pasado Huesca. Allí devoramos los mejores bocadillos aragoneses.
A buen seguro que volveremos.

Ruta subida en wikiloc:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9604862








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