viernes, 4 de febrero de 2011

Macizo de Neuvielle, capítulo 1

Hemos vuelto de las vacaciones sanos y salvos, tras 9 días de buen tiempo en los Pirineos algo alucinante e impensable para un mes de Febrero.
La primera parada como habíamos pensado fue en el Pirineo francés, ¿por qué?, muy fácil, no conocíamos ninguno de los dos el Macizo de Neuviellle, totalmente situado en territorio francés con un buen número de tresmiles y que ahora que teníamos algunos días consecutivos era buena idea descubrir.
Salimos el Jueves 3 de Madrid rumbo a Francia,,, tras un viaje tranquilo obligado por las múltiples obras de la carretera de Barcelona, pasamos Aínsa con las últimas luces del día, la nieve no era muy copiosa a pesar de haber nevado 3 o 4 días antes,- ¿dónde están todas esas aludes que se esperaban?- pensábamos. El hielo si era protagonista del Valle del Zinca, el fuerte contraste de temperaturas y el deshielo de la nieve acumulada hacía que la carretera tuviera zonas de hielo, estuviera salpicada de sal y nos cruzáramos durante el camino con 3 o 4 máquinas esparciendo sal. Tras echar gasolina en España, llegamos al túnel y desde allí, tras los 15 minutos de parada habitual por el semáforo en rojo, vimos que las cascadas estaban bastante bien, aunque las españolas como son soleadas estaban perdiendo bastante hielo.
Semáforo en verde y cruzamos el túnel,, al otro lado de la frontera la cosa cambiaba completamente, la nieve en la boca Norte superaba el metro y con la cara de susto nos preguntábamos que a donde nos dirigíamos a abrir huella. Descendíamos metros hacia francia y la cosa no parecía cambiar, pasamos junto a la estación de “Piau” y todo repleto y finalmente llegamos a la población de Fabien, situada a poco más de 1.000 metros y en donde no podíamos aparcar casi en ningún sitio porque quitando la carretera principal el resto estaba lleno de nieve. Nos buscamos un hueco para aparcar la furgui un poco escondido y dimos una vuelta para ver in situ el lugar y la nieve. Eran las 19:15 todo cerrado,, es Francia claro,, todo en silencio y tan solo las farolas amarillas nos dejaban ver todo el manto que había acumulado por todos lados. Hubo un momento de surrealismo tras nuestra llegada a Fabien:, me encontraba sentado a los mandos de un trailer averiado, arrancándolo con las llaves mientras el buen hombre ucraniano intentaba purgar el vehículo para poder llegar a España, todo esto en un pueblo perdido francés del pirineo, finalmente arrancó y el ucraniano no sabemos hasta donde llegó. Tras la cena estrenamos la furgui con la primera noche de pernocta.
Nos levantamos, mientras desayunábamos salió el sol y bajo los rayos del mismo hicimos la gran mochila para subir hasta el Lago de Aubert, zona donde queríamos dormir y donde había un refugio libre. Antes de partir preguntamos en información y una seca francesa nos dijo que efectivamente podíamos dormir allí, ya que era una zona libre en invierno, nos pronosticó unas 3 horas para llegar y además nos dijo que teníamos que dejar el vehículo en el mismo pueblo porque la carretera estaba cerrada y cortada por una valla. Pronto echamos cuentas, 1100 metros de desnivel, 14 kilómetros, mochilas adolescentes (de 16), nieve reciente -bueno parece accesible-, y partimos hacia arriba sin mover tan siquiera la furgui.
La carretera partía desde el mismo cruce principal de Fabien, unos 100 metros más allá una barrera cortaba el paso de vehículos por donde fuimos caminando con las zapatillas y cargados con las botas y raquetas. Caminábamos por las rodadas de los vehículos oficiales que si habían pasado la barrera y sin ganar mucha altura nos adentrábamos en el parque por el Barranco de Couplan







Tras algo más de una hora de agradable marcha si no fuera por las pesadas mochilas llegamos al primer desvío, desde allí una pista se dirigía al Lago de Oule y desde ese mismo punto a 1540 metros las rodadas de vehículos ya no existían. Nos cambiamos las zapatillas por las botas y nos pusimos las raquetas ya que unos 20 centímetros de nieve polvo cubrían en su totalidad la carretera. Aunque parezca mentira la sensación al continuar sin tanto peso en la espalda y con más en las piernas era mejor y además la progresión con las raquetas era más regular que sin ellas. Pero eso solo era en un primer momento y pasaba la segunda hora y la tercera, comenzando a notar el peso de la bota y la raqueta.
El valle se encajonó bastante y perdimos de forma definitiva el sol, la temperatura descendió considerablemente, siendo de unos -2º a las 4 de la tarde. La carretera por la que ascendíamos comenzaba a trazar curvas y ganaba altura por pendientes bastante fuertes, mientras nosotros veíamos como las horas pasaban y no llegábamos ni siquiera al primer lago acordándonos de nuestra amiga de información,-la de las tres horas-.
Tras 5 horas llegamos lago de Oredón, estaba helado y un gran refugio hotel apareció al otro lado del barranco, para llegar a él, descendimos algunos metros por la carretera nevada y cruzamos por encima de la presa para observar que todas las instalaciones estaban cerradas.




Ya comenzamos a pensar que se nos iba a hacer de noche para llegar al lago de Aubert, aunque teníamos confianza en el último tramo que se trataba de una ladera bastante soleada donde deseábamos que no se hubiera acumulado mucho la nieve para poder progresar más rápido. Atrás dejamos el Lago de Oredón helado y al fondo del valle la Presa del Lago de Cap de Long y el Pico de Staragne.
Acertamos en parte y menos nieve había pero aun nos quedaban 4 o 5 kilómetros, la carretera trazaba muchas curvas y el gran peso de las mochilas nos obligaba a parar cada media hora para descansar las espaldas un poco. Por el pinar de Aumar fuimos haciendo todas esasa curvas, incluso atrochamos en alguna de ellas, llegando al Collado de Aumar anocheciendo y teniendo que sacar los frontales en el mismo.
Desde el collado, iniciamos un pequeño bordeo del Lago de Aumar, bueno eso decía el gps, ya que con la oscuridad que había debido a que la luna tan solo nos enseñaba una pequeña cejilla no veíamos nada. En leve descenso proseguimos por encima de la carretera se supone y llegamos al final del lago, allí había una cabaña que en un principio pensamos que se trataba del refugio de invierno, pero luego vimos por el gps que estaba unos 500 metros más al Oeste junto al Lago de Aubert. Sin querer y cuando nos quedaban 100 metros para el refugio, descendiendo por una pequeña depresión Jose metió la pierna en un pequeño arroyo, mojándose la bota, no había pasado nada no se había mojado por dentro y aprovechamos el agujero para coger agua y así no tener que pasarnos alguna horilla derritiendo nieve, aunque con los camel bag era tarea de ingenieros o mas bien de esquimales el coger agua de ese pequeño boquete. Tras salir del barranco pronto llegamos a una edificación, buscamos la puerta de entrada pero estaba cerrada con llave, se trataban de unos aseos, así que mirando un poco en las cercanías vimos que había otra edificación a pocos metros, era la Cabaña de Aubert, la que estábamos buscando y a la que llegamos en plena noche, con 8 horas de marcha en las piernas, con pesadas mochilas, tras 16 kilómetros por nieve blanda. Eso sí el refugio era ideal estaba limpio, tenía colchones y mantas, sin duda un buen lugar para pasar la noche.

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