A las
5 nos levantamos, tratamos de no hacer mucho ruido para no despertar
a David y Esther, aunque la noche que nos ha dado un ratoncillo
tirando los colines de pan al suelo para luego llenar el almacén ha
sido buena y sino que se lo digan a David, que le estuvo merodeando
por sus pies. (sería para pedirle permiso para coger los colines).
Hacía
-1ºC en el interior del refugio y nos calentamos con un desayuno "hot" con cereales antes de salir a por nuestra Norte del día.
A las
6 partimos del Refugio de Carigüela, tomando la pista del Águila y
poniendo rumbo a las posiciones, era noche cerrada, pero una noche
bonita, todo el cielo estrellado y hacia el Norte Granada lleno de
lucecillas. Se había quitado el fuerte viento de Noroeste y tan solo
soplaba una leve brisa que no molestaba para nada.
En
unos 40 minutos llegamos a las Posiciones del Veleta, nos fue fácil
reconocer la zona del rápel en la noche, ya que forma una especie de
ventana natural de roca. No tuvimos que sacar nada de material ya que
lo llevábamos puesto desde el refugio (arnés y crampones), sólo
sacamos las dos cuerdas de 60 metros y los piolet para asegurarnos en
el punto final del rápel.
Anudamos
las cuerdas y las lanzamos hacia abajo desde la instalación de rápel
de la parte derecha (cadena con argolla), fue bonito ver como se
perdía David y la luz de su frontal por el reborde rocoso. En cuanto
desapareció apagué mi frontal, espectacular estar allí colgado con
el cielo estrellado y sin un solo ruido que perturbe nada, por un
momento llegué a imaginar lo que podían sentir los alpinistas de
grandes paredes invernales, vivaqueando en pequeñas repisas de nieve
y con medio firmamento en todo lo alto.
Pronto
desperté al tiempo que volvía a encender mi frontal, David me gritó
“el libre” y rapelé hasta su posición. Lo primero que me dijo
fue: “ha sido precioso ver descender la luz de tu frontal por todo
el paredón”, pronto entendí que practicamos la misma religión.
Guardamos
las cuerdas en la mochila y mientras se comenzaba a atisbar algo de
luz sobre el Cerro de los Machos, descendimos la ladera un tanto
peliaguda a 40º, pero por la que la jornada anterior habíamos
abierto la huella y no estaba ni la mitad de peligrosa. Llegamos al
fondo del Corral del Veleta y siguiendo el track del GPS de David
fuimos perdiendo altura por la parte derecha en busca de un
característico bloque cuadrado que separa en cierta manera las
vertientes W y N de los Machos. Para llegar allí no estaba la cosa
nada fácil, se trataba de una pendiente media de unos 25-30 grados
pero de puro hielo y en donde los crampones clavaban unos pocos
centímetros, una caída allí y ladera abajo mínimo 100 metros
hasta parar con rocas.
La
pendiente aminoró y nos situamos sobre los 2870 metros, zona en
donde se encuentra el mencionado bloque. Desde allí mantuvimos
altura atravesando varias canales de roca-hielo un tanto delicadas
por la dureza de las placas hasta llegar a salir a la amplia Canal
Norte del Cerro de los Machos. Pronto nos dimos cuenta que lo mejor
hubiera sido perder altura por mitad del corral y haber cogido la
canal desde más abajo (sobre los 2800 metros), y así evitar todos
estos tramos de media ladera helados.
La
visión desde allí de la canal, la verdad que tenía buena pinta, se
trataba de un ancho corredor con una inclinación inicial de 35º en
donde no era necesario el uso de cuerda, de igual manera que no te
puedes caer ya que el autodetenerte con el estado de la nieve-hielo
era imposible. David a lo “Ueli Steck” cogió la delantera (la
verdad que no la dejaría en todo el corredor), se progresaba bien
clavando puntas delanteras y con ambos piolets usados como
piolet-bastón, pero en unos cuantos metros los gemelos echaban humo,
a veces había algún tramo de nieve más blanda con costra dura que
nos permitía meter más bota y descansar algo las piernas.
En 15
minutos habíamos ganado ya los primeros 100 metros de corredor,
David iba como un tiro y como le conozco, preferí seguir a mi ritmo
y dejarle marchar unos metros por delante. Después el corredor ganó
algo más de verticalidad, unos 40º y se fue estrechando
progresivamente hasta llegar a una curiosas construcciones situadas a
3.000 metros no sabemos muy bien para qué, pero que intuimos que
para algún aprovechamiento mineral o bien de nieve.
Allí me esperó David sentado y continuamos hacia arriba los dos para llegar a un pequeño resalte en la parte donde se inicia el encajonamiento del corredor. Se trata de un pequeño resalte rocoso de un par de metros en donde hay que tirar de piolet-tracción para superarlo pero que no excede de los 50º por lo que se supera muy bien.
Allí me esperó David sentado y continuamos hacia arriba los dos para llegar a un pequeño resalte en la parte donde se inicia el encajonamiento del corredor. Se trata de un pequeño resalte rocoso de un par de metros en donde hay que tirar de piolet-tracción para superarlo pero que no excede de los 50º por lo que se supera muy bien.
Tras
pasar dicho tramo, nos introducimos en la parte más bonita para mí,
el corredor se encajona y mantiene los 40º, se alternan tramos de
nieve muy dura con otros de nieve menos dura, perfectos para tensar y
relajar músculos alternativamente.
Superamos el segundo centenar de metros de corredor y llegamos a una bifurcación que tomamos por la derecha, más arriba vemos que ya el corredor se abre y pierde su forma y verticalidad.
Superamos el segundo centenar de metros de corredor y llegamos a una bifurcación que tomamos por la derecha, más arriba vemos que ya el corredor se abre y pierde su forma y verticalidad.
Se
terminan los contrafuertes rocosos laterales y sobre la nieve de la
derecha va apareciendo la silueta del Veleta, estamos prácticamente
fuera ya. Algunos tramos de roca nos cortan el paso y ahora está un
poco dudoso el lugar por donde salir del corredor, parece que por la
izquierda de la zona rocosa hay paso y hacia allí nos dirigimos,
como siempre David en cabeza.
La pala de nieve termina y un par de
pasos laterales en algo de hielo y roca salpicada nos llevan a
finalizar el corredor y salir a las palas superiores del Cerro de los
Machos. Una ladera con 20º de inclinación en donde el viento no
deja acumular la nieve y endurece a la vez que suelda las pequeñas
piedras salpicadas a lo largo de la ladera.
con el veleta de fondo |
una mirada hacia atrás |
salida del corredor |
Ascendemos
los últimos 60 metros de desnivel charlando, hasta que comenzamos a
ver el sol en el horizonte, esto nos reconforta a la vez que
calienta. Vemos el gran hito de cumbre a la izquierda, pero no vamos
a subir a pesar de estar a escasos 40 metros, por una pequeña
depresión accedemos a la vertiente Sur, sí esa vertiente donde se
ve el Mediterráneo, donde hay playas, temperaturas cálidas y climas
casi tropicales.
Decidimos
perder la altura suficiente como para llegar a la pista que cruza
toda la sierra, ya que en altura el viento sopla con fuerza, allí en
la pista paramos a comer algo y echar un trago más relajados, el sol
de Enero “nevadensi” es abrasador.
Tras
la parada, partimos rumbo a Carigüela que está a poco más de 100
metros de desnivel por encima, recorremos el último tramo de pista y
ascendemos por la ladera de nieve algo más dura hasta llegar a la
terraza del refugio. Allí observamos que nuestros compañeros ya se
han ido como era normal y tras rehacer la mochila, cargados partimos
por la pista del Águila rumbo a las posiciones, por tercera vez en
dos días.
Refugio de Carigüela |
La
bajada no se nos hizo muy larga, las palas heladas de la subida, esta
vez estaban algo más reblandecidas y nos permitían perder altura
con rapidez rumbo a la zona del Albergue Universitario.
Centenas
de personas, estaban por allí tirándose con plásticos y trineos, y
es que era día de Reyes, que día mejor para estrenar juguetes y
subir a pisar nieve. Aunque más que nieve era hielo ya que nos
quitamos los crampones a 5 metros del propio coche.
En el
Albergue Universitario estaban esperándonos David y Esther, no
habíamos llegado al final mucho más tarde que ellos, ya que no
habían madrugado en exceso y allí en la terraza de la instalación,
con el sol en todo lo alto, nos relajamos mientras guardábamos todo
el material en las mochilas, nos cambiábamos de ropa, y nos
tomábamos una cerveza con una tosta de pan con tomate y jamón.
Aún
era pronto y aprovechamos para comer de tapas por Granada antes de
pisar “tierras mesetarias”.
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