Les debía algo a mis amigos Sanguino y Chiri, así que les propuse llevarlos a la Cabrera nuevamente, esta vez a escalar una vía completa y aceptaron gustosamente. Iba a ser su primera clásica a sí que elegí la Vía Rivas Acuña, sencilla y representativa del conjunto granítico. Además la quería hacer completamente por la original ya que siempre que me había "metido" en ella, había realizado variantes más estéticas y complejas, pero nunca la original abierta por Pedro Acuña y Salvador Rivas allá por el año 57.
Quedamos un domingo por la tarde para estar más tranquilos y a las 17 estábamos en la gasolinera del Pico de la Miel. Nos aseguramos de llevar el material pertinente y con las mismas nos dirigimos por las sinuosas sendas hacia la base del Pico de la Miel repasando teorías de cuerdas, nudos y material según subíamos lentamente.
Sobre las 17:40 llegamos al pie de la vía elegida, la temperatura era buena pero nos obligaba a llevar un forro polar para escalar o por lo menos manga larga. Así que depositamos todo lo sobrante bajo las encinas del pie de vía y planificamos la escalada correctamente:
La idea era subir yo de primero los dos largos primeros y los dos siguientes de IVº/IVº+ se los iban a dar de primero Chiri y Sanguino según fuésemos de hora. También íbamos a cruzar en diagonal el segundo largo de la Rivas por la "Harakiri o Casera Atómica" con el fin de evitar la travesía de la Rivas un tanto peligrosa para los segundos de cuerda, así que ya estaba resuelto y definido el plan.
LARGO 1
Comencé a escalar de primero el largo original de la Rivas Acuña. Ya lo había escalado alguna vez y da gusto proteger el largo, el primer seguro un tanto alto pero después, bavaresas y lajas a placer para meter todo tipo de cacharros sobre algún paso de Vº que me depositaron en la terraza con la instalación fija de seguros.
Desde allí recuperé a mis compañeros que fueron subiendo, flipando un poco con la exposición de este tipo de escalada.
Primero subió Sanguino
Y después el Chiri hizo lo propio.
LARGO 2
La vía original de Rivas y Acuña asciende en la vertical por un diedro hasta llegar a una pared y realizar travesía a izquierdas cruzando la canal principal a una terraza con una nueva instalación, pero con vistas al posible péndulo tiré en diagonal a izquierdas por el inicio de la Harakiri y la Casera Atómica, aunque en lugar de subir hasta la terraza donde atraviesa la Rivas me dirigí más a izquierdas para llegar a la canal directamente. Realmente no se trata de un largo con un nombre determinado pero no es la primera vez que lo escalo de esta manera y mucha gente hace lo mismo.
El largo son unos 30 metros pero combina pasos finos de fisurilla, con tramos de placa que para combinar con el primer largo es una muestra clara de lo que te puedes encontrar en cualquier vía de la Cabrera de grado asequible claro está.
Esta vez primero subió Chiri,
La verdad que con buen estilo de escalada y bastante tranquilo.
Después lo hizo Sanguino, algo más nervioso y relatando algún que otro "ya no vengo más".
O su típico -"esto que mierda es"-
En la R2, las pulsaciones subieron de la cordada, la travesía les había puesto a tono y es que cuando no se practica la adherencia siempre cuesta bastante adaptarte a este tipo de escalada.
LARGO 3
Mi propuesta fue que Chiri escalara el tercer largo y Sanguino le asegurara, aceptaron y ambos se pusieron manos a la obra. No había perdida, una canal estrecha por momentos con agarres de IVº+ y sobre las 19:30 en el reloj, así que en condiciones normales la luz nos acompañaría hasta el coche, aunque algo justos de hora.
Chiri decidido cogió los cacharros y comenzó a ascender por la canal,
un cacharrito por aquí, otro por allá y le perdí de vista mientras pensaba que ya habíamos ganado un adepto más a la escalada clásica por como se movía y con la tranquilidad que lo hacía. Llegó al estrechamiento donde está el paso del largo y se atoró por momentos.
Me preguntó que hacía, y le respondí que o escalar o montar reunión, así que decidió hacer lo primero y comenzó a escalar hasta que la cuerda se tensó mientras cayó. -¡Todo bien!- nos gritó. Se había quedado pillado de un fisurero justo sobre una terraza, venditos seguros. Y decidió optar por la opción B, montar reunión. Así que subimos hasta allí arriba los otros dos protagonistas de la peli.
El paso la verdad que estaba con musgo, era aún Abril y la humedad estaba un poco extendida por la zona ya que yo creo que la mayoría de las cordadas usan otras vías para ascender y no el canalizo habitual de desague.
Superé el paso y monté la reunión en las siguientes argollas a sabiendas de que la hora se nos iba a echar ahora sí encima, tras el pequeño parón, lo único que esperaba era descender por el Soyermo por lo menos con algo de luz ya que tan sólo teníamos un frontal entre los tres.
Así que recuperé a los dos compañeros con algo de celeridad.
Eran las 20:45 y nos dispusimos a subir el último largo, le dije a Sanguino que lo iba a escalar yo por el tema de la luz y aceptó con agrado después del miedo que había pasado en los primeros y es que sino se está acostumbrado al patio, el granito de la Cabrera asusta hasta en estas vías más asequibles.
El último largo era el más fácil y cuanto pude llegué, monté y comencé a subir a mis compañeros, que pronto asomaron el casco entre los bloques y con las farolas de las calles de La Cabrera encendidas detrás.
En esta ocasión no había mucho tiempo para la celebración de cumbre, es más ni tan siquiera subimos al vértice, ya que decidí que íbamos a descender por el callejón de la izquierda del Pico de la Miel por ahorrar tiempo y lo que tardamos en quitarnos los gatos y ponernos las zapatillas más guardar las cuerdas, nos pusimos en marcha hacia el Oeste, con el fin de encontrar el callejón.
Todo fue perfecto, destrepamos entre los bloques hasta la senda que baja por el callejón y por allí con el frontal y la luz del móvil pudimos ir descendiendo hasta el pie de vía casi a las 22:00 horas.
Guardamos todo el material y con las mochilas grandes comenzamos a descender el abrupto camino de piedra suelta con cuidado y especial atención. Un giro para allá, una mano a la roca, bordeamos una encina y por fin llegamos a la senda principal que paralela a la Cabrera transcurre por sus faldas.
La tomamos hacia la izquierda, las luces de la gasolinera la delataban y caminamos hasta situarnos frente al aparcamiento con el fin de tomar la pequeña senda que lleva al aparcamiento. Tras una primera visual no vimos nada, unos metros hacia atrás, ¡estará más allá!, más hacia acá.
Y entre tanto vaivén Chiri pisó mal y se quejó de un dolor fuerte en el tobillo, ¡noooooo!.
Estábamos a escasos 50 metros de la gasolinera buscando la senda y Chiri no podía casi ni andar, se había hecho un esguince fuerte y le dolía bastante. Al fin entre las encinas encontramos la sendilla que junto a la valla oxidada de los perros nos llevó hasta al aparcamiento.
La cosa se había puesto tensa por momentos, pero salimos bien de la situación, aunque algo tarde.
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