Una borrasca entraba por el Sur en la península ibérica y prometía quedarse a vivir durante unos días.
El primer destino pirenaico lo tuvimos que desestimar a las primeras de cambio y sólo había una zona que se podía librar del mal tiempo. Dicha zona era la zona cantábrico-leonesa, por allí varios planes de escaladas apetecibles.
Los integrantes del grupo inicial fueron desapareciendo al igual que la buena meteorología en la comarca leonesa y a pesar de esperar hasta el mismo viernes para decidir el destino final la mala previsión nos terminó de echar para atrás.
De bajón anímico y con la mentalidad de que la vida se me escapa entre los dedos de las manos bajé al búlder a quemar la adrenalina almacenada durante la semana para el fin chafado.
Me llega un washapp:
-oye sales mañana??, nosotros queremos hacer la cuerda larga en medio del borrascón-
Justo lo que necesitaba, actividad con un punto de locura, nada técnico pero muy mal tiempo desde el portal de casa.
A las 7 estábamos en el lugar de quedada habitual, 4 perdidos de la vida con un suegro que se pudiera volver con la trafic. Lloviendo por su puesto.
Partimos rumbo a Miraflores de la Sierra y desde allí al Puerto de Morcuera. Los dos últimos kilómetros de puerto nevando.
Nos cambiamos de ropa, nos pusimos los gores y bajo la nevada con 0º en el termómetro iniciamos la marcha con 10 centímetros de nieve en el piso.
Toco abrir huella por supuesto, de eso se encargó Abel durante el primer y largo rato inicial.
Desechamos la idea de subir a la Najarra y nos dirigimos directamente hacia el Collado de la Najarra donde en sus cercanías soplaba el viento de Este.
Enganchamos con el G.R. 10 que atraviesa la península de Este a Oeste y por el flanco Sur de la cuerda continuamos la marcha, ahora por zonas más rocosas y con menos arbustos bajo la nieve.
Antes de llegar a la parte alta de la Loma de Bailanderos aprovechamos los pinos que pueblan la vertiente sur para cobijarnos en uno de ellos y aprovechar para realizar una primera parada.
Desde este punto la nieve ocupa un manto más contínuo debido a la menor presencia de matorral, son algo más de 150 metros de desnivel entre la niebla hasta llegar de nuevo a la parte alta.
Éste es un lugar propenso para perderse, ya que el itinerario da un doble giro de 90º cambiando la dirección. Llevamos dos GPS y otro más apagado así que no tenemos problemas para seguir el G.R.
Tras pasar por la cumbre principal de Asómate de Hoyos tomamos dirección Oeste perdiendo altura. El Collado de las Zorras sólo está 50 metros por debajo, así que cuando nos queremos dar cuenta estamos subiendo de nuevo por la Loma de Pandasco.
Llevamos 8 kilómetros y la zona está más venteada por lo que la acumulación de nieve es menor, eso nos permite progresar mejor rumbo a Cabezas de Hierro.
Paramos en la vertiente Sur bajo unas rocas, comemos algo y continuamos de nuevo hacia el punto más alto de la cuerda. Esta subida a mi se me atraganta, voy arrastrando un resfriado desde hace días y tengo la tráquea inflamada. La subida me parece que la hago a 5.000 metros de altura teniendo que coger aire cada menos tiempo del habitual, por lo tanto aumentando la frecuencia cardíaca.
A ritmo se sube a todos los lados, por lo que voy al mío, siempre veo a algún compañero entre la niebla que me espera y cuando aminora la pendiente es buena señal, ya que estamos llegando a cumbre.
Aparece el vértice en el lado derecho casi sin esperarlo, hemos llegado al punto mas alto, Cabeza de Hierro Mayor y vamos a hacer una nueva parada a pesar del fuerte viento y la nieve.
Hacemos algunas fotos, más bien rollo selfies, ya que ni hay vistas, ni la cámara se puede mantener sobre ninguna roca. Además el café con leche de termo de Abel aún caliente me calma de sobremanera el dolor de garganta que no me permite ni hablar.
Continuamos el camino. Perdemos altura hacia el Oeste, la nieve es más copiosa y el manto continuo. Ademas en el collado entre cabezas el viento es inexistente, nos protege del Este.
La cabeza menor la bordeamos por la ladera del Sur, la pendiente se inclina a 30º, pero hay trazas de esquís de travesía que nos ayudan a mantener el equilibrio y dejar la pequeña de las cabezas de hierro atrás.
Por delante un descenso más prolongado y además protegidos del viento, vamos sumando metros al cuentakilómetros y pasamos por el Collado de Valdemartín tras más de 200 metros de bajada.
De seguido iniciamos el ascenso a Cerro de Valdemartín, la penúltima subida de la jornada. La niebla es más densa aún, el sudor me empaña las gafas de ventisca y no veo "ni papa". Me las pongo en la frente y entre la niebla voy siguiendo los pasos de mis compañeros. De nuevo me he vuelto a quedar el último, pero prefiero subir a mi ritmo de enfermo.
Los 130 metros de ascenso hasta la parte alta del cerro se me hacen largos, pero ya veo la antena y la pequeña caseta además de la silueta de mis tres compañeros, que me están esperando. Sin parar y con las instalaciones de la estación de esquí a la derecha vamos perdiendo altura de nuevo.
Hay una capa de nieve blanda de 10 centímetros perfecta para caminar y el descenso se hace cómodo hasta llegar al Collado de Guarramillas, donde iniciamos los últimos 100 metros de subida del día.
Ya hay alguna persona que nos cruzamos por el camino, la huella está abierta y en poco tiempo nos situamos junto a las antenas de TVE que aparecen y desaparecen entre la niebla.
La nieve se ha convertido en lluvia y dejamos las antenas a la izquierda para seguir las balizas rojas y blancas que marcan la parte asfaltada de subida y que esta vez vamos descendiendo.
Llegamos a la parte superior del telesilla, allí han montado una pista para todo terrenos y conducción sobre nieve. Han modificado el camino habitual y los tres vehículos están aparcados junto a la edificación.
Bajamos directamente por las pistas y tras pasar por la Virgen de las Nieves, nos metemos en las pistas de esquí que en estas fechas están cerradas por falta de nieve, claro.
El último descenso es rápido, lo hacemos en línea recta y ya podemos ver el puerto más abajo. Parece que ha abierto algo la nubosidad, pero la lluvia está siendo la protagonista en el Puerto de Navacerrada.
Puerto al que llegamos poco después. Nos dirigimos directamente a la Residencia de Navacerrada, sabemos de un buen menú para comer y no tardamos en sentarnos en el amplio comedor y montar allí el campamento base.
Nos cambiamos de ropa, ponemos la seca y degustamos buenas judías, callos con la respectiva botella de vino, esta vez nos la hemos merecido.
El tren desde el puerto parte a las 17, así que bajamos a menos poco hacia la estación. En el camino tenemos que parar a sacar a un francés que se ha quedado bloqueado por el hielo en una de las calles y es poco hábil con el volante. Y al final nos toca correr para coger el tren que parte hacia Cercedilla y desde allí a Madrid y Parla.
-Nuestro trayecto fueron 18 kilómetros, en 6:54 horas y con un desnivel acumulado de 2.200 metros.
Track en wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9167737
Fotos de: Sergio Moyano, Alfredo Lopera y Daniel Pelegrina.
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