viernes, 12 de octubre de 2012

4ª alforjada de otoño, Segura y Cazorla. Etapa1

El otoño llegó y con ello las ganas de terminar el círculo anual de actividades montañero (nieves, escaladas, expediciónes y otoño) como lo llevaba haciendo durante estos 4 últimos años, con una travesía de bici de motaña con alforjas que me reavive la sensación de ir con todo acuestas y de recorrer grandes territorios difíciles de atravesar en coche y menos a pie.


El lugar elegido fueron las Sierras Subbéticas, más concretamente las de Segura y Cazorla que forman parte de la extensión protegida más grande de España y segunda de Europa, además de Reserva de la Biosfera declarada por la UNESCO.
Ya había dado algunos palos por esas sierras en otras ocasiones, más bien caminando pero siempre me había quedado con la sensación de descubrir tan sólo una minúscula parte de tan grandiosa serranía y ahora con bici de montaña me proponía descubrirla más a fondo.

Llevaba algunos meses dando la plasta a los compañeros sobre la intención de este año para la alforjada y la verdad que tuvo buena acogida, pero finalmente como suele ser habitual sólo tres compañeros nos montamos en el tren de la aventura.

 
Llegó la fecha, la festividad del Pilar era la elegida para aprovechar su día extra y el Jueves 11 de Octubre nos pusimos Javi Cordeiro y yo rumbo a La Puerta de Segura, las previsiones de lluvia no hicieron acto de presencia durante el viaje y la Autovía de los Viñedos nos ayudó bastante a llegar ante nuestra sorpresa al pueblo jienense en 3 horas y media, allí unas últimas compras y un paseito por sus calles empinadas de fachadas blancas antes de la cena. Tras la ingesta nos fuimos a dormir donde nos indicaron los chavales del pueblo; a las cocheras de la plaza de toros y ante la posibilidad de chubascos sacamos las bicis para atarlas a la plaza de toros y nosotros dormir en el interior del coche sobre las esterillas.

DÍA 1: PUERTA DE SEGURA - PONTONES DE ABAJO ( 55 Kms. 1.950 desnivel acumulado )

 
Amaneció cubierto pero no había llovido, tras desayunar realizamos las tareas de montaje de las bicis, las alforjas y tras dejar el coche junto al campo de fútbol iniciamos la ruta atravesando toda la población por la carretera principal en dirección hacia Hornos y el Embalse del Tranco por una buena subida de inicio para ir calentando las piernas. Pronto la carretera perdió su pendiente y comenzamos el llaneo entre olivos con las vistas puestas en la lejanía a la bonita población de Segura de la Sierra situada en altura sobre un cerro y el Río Guadalimar a la izquierda en el valle.

 
La temperatura ideal para montar en bici, cubierto con unos 24ºC, las nubes negras nos alertaban de la posibilidad contínua de lluvia pero mientras estas no aparecieran íbamos bien, tras unos 6 kilómetros llegamos al primer cruce de carreteras y sin los típicos imprevistos de esto me roza o esto me suena. Tomamos hacia la derecha la A-317 en dirección a Hornos para continuar paralelos ahora a las vegas del Río Trujala, por un puente por la carretera cruzamos a la otra margen del río y continuamos hacia el Sur por terreno más bien llano hasta llegar a una población situada en un pequeño puerto llamada Cortijos Nuevos, allí tras los primeros 16 kilómetros realizamos la primera parada, compramos un mapa del parque a gran escala y tomamos el primer café de la jornada.
 
Salimos de la cafetería y alguna gota de agua comenzó a caer, nos pusimos los chubasqueros y continuamos atravesando el pueblo para iniciar un brusco descenso de un par de kilómetros hasta el cruce del desvío hacia el Tranco y la población de Hornos que ya podíamos ver más arriba sobre un cerro.
 
 
 Dejamos el desvío del Tranco a la derecha y continuamos hacia Hornos, los 4 kilómetros que nos separaban parecían menos visualmente pero tenían 200 metros de desnivel con rampas con una inclinación moderada. Durante el inicio cogimos un ritmo contínuo pero nos paramos a falta del último en el mirador para ver el valle, al mismo tiempo que comenzó a llover más fuertemente. Con las bicis continuamos hasta la población para cobijarnos en unos techados de la entrada y evitar el fuerte chaparrón inicial mientras charlábamos con un abuelo de 90 y tantos años, que nos decía: "pero os pagan por hacer esto". Cuando amainó un poco la lluvia nos dimos una vuelta por la población disfrutando de las vistas hacia el Embalse del Tranco
 
 
y las estrechas callejas blancas.
 
 
Aprovechamos para comprar el pan y algo de embutido ya que era posiblemente la última población que íbamos a ver hasta final de etapa y nos restaban por delante unos 35 kilómetros por carretera, incluído un puerto que nos adentraba en la serranía de unos 16 kilómetros y de 700 metros de desnivel vamos incluso algo más duro que nuestro Navacerrada madrileño, así que partimos de Hornos.
 
 
Los extensos pinares pronto nos cerraron y cercaron la carretera, por delante un buen asfalto y un buen puerto -"habrá que regular"-, iniciamos la marcha por rampas con menos pendientes y cuando llegó la primera algo más empinada comencé a notar que el pedal me hacía unos extraños. Paramos y descubrimos que había roto ¡el pedalier,oh oh!. Los platos habían cogido holgura y cuando realizaba la circunferencia completa con el pie para dar la pedalada, en la parte superior me saltaba. Se nos ocurrió llamar a nuestro compañero Malillos que venía camino de Cazorla para reengancharse con nosotros pero tras pensar un poco hoy era día festivo y aparte para realizar una reparación de este tipo necesitas desmontar media bici y un maletín de herramientas.
Solución: continuar así.
 
Le fui cogiendo la postura el pedal y parece que la cosa no iba mal del todo, dejamos a la izquierda un pequeño poblado llamado Capellanía y continuamos nuestro puerto particular. La verdad que a pesar de ser duro, los paisajes y la temperaturan lo hacían todo más llevadero, hasta que unas primeras gotas comenzaron a caer. Así que toco la parada habitual y la puesta de chubasqueros pertinente, sólo fue un amago y pronto nos los volvimos a quitar para rodar más cómodos.
 
 
El final del Puerto era inminente, llevábamos dos últimos kilómetros en donde las rampas eran serias y las pulsaciones subían hasta notarlas en la frente con la presión del casco. Nos pusimos como meta el final del mismo así que forzamos un buen rato las piernas hasta llegar hambrientos y afixiados al "puerto" y cruce de caminos donde realizamos la parada para comer.

 
La verdad que el tiempo nos acompañó, ya que incluso salió en algunos momentos el sol y nos dejó disfrutar de la comida tirados en un prado del pinar, estábamos a 1.450 metros y por delante nos quedaba un continuo sube y baja cómodo para llegar a Pontones.

 
El alimento nos sirvió de gasolina y con nuevas fuerzas partimos por la bonita carretera serrana, al inicio nos comimos algunas subidas de los últimos rescoldos de puerto pero una vez llegamos a los 1500 metros de altitud, la carretera mantenía más o menos cota y dejando los pinares atrás, llegamos a unas bonitas zonas de piedras calizas desde donde las poblaciones de Pontones no estaban muy lejos.
Tampoco estaban lejos algunos rayos y truenos que veíamos y escuchábamos hacia la dirección a la que nos dirigíamos, en el GPS 3 kilómetros para pontones y todo descenso cuando comenzaron a caernos las primeras gotas. -"Si sí, pero de las serias, de esas que caen al suelo y dejan marca como monedas de euro"-. Como llevábamos en las alforjas los sacos de dormir y ropa seca tuvimos que parar a cubrir todo con los chubasqueros y en ese momento se desató el diluvio universal, había sido visto y no visto, a toda prisa emprendimos la marcha y por la carretera a toda mecha de bajada llegamos a a Pontones de Arriba empapados de arriba a abajo, zapatillas, calcetines, culote, un completo. Nos refugiamos en un pórtico de unas escuelas en Pontones de Arriba y al paso en bici nos comentaron unos abuelos: -"Esque sus pensais que en Jaen no llueve"-. En fin.

 
Empapados como dos perros esperamos cerca de 1 hora y nos quedamos bastante fríos, tras pensar qué hacer, decidimos salir hacia Pontones de Abajo que estaba un par de kilómetros más abajo, aunque aún llovía era algo más llevadero y así descendimos los 5 minutillos hacia el más bajo de los Pontones. Ésta población ya parecía otra cosa, había más establecimientos y además estaba llena de vehículos ya que había un mercadillo medieval, así que pensamos en plantar el culo esa noche allí en lugar de llegar hasta el Nacimiento del Segura.
Nos refugiamos en un bar para tomar un café caliente y en ese momento nos acordamos de Malillos, nuestro compañero que iba a salir desde Hornos, -"ufff, pues le habrá caído todo encima"-, y en esos momentos apareció con el coche por la población.
Nos comentó que había salido desde Hornos y a los 10 minutos comenzó a llover torrencialmente asi que con 40 kilómetros por delante se dió la vuelta de nuevo a Hornos y se montó en el coche para llegar aquí.
Con el último sorbo de café, el qué hacer nos poblaba la cabeza, y el cambiarnos era prioritario, así que Andalucía que es así de agradecida, nos regaló un cielo despejado y un sol de últimos rayos, para poder cambiarnos de ropa en un parque y ya secos disfrutar de una tarde-noche con mercadillo medieval incluído, de tomas, pruebas y carcajadas.

 
Pronto en el pueblo éramos reconocidos, ya que íbamos a todos lados con las bicis y nos aconsejaron para cenar un mesón que mejoro nuestras expectativas pero muy holgadamente.

 
Tras la cena, a la búsqueda de un techo donde pasar la noche ya que las probabilidades de lluvia eran altas, la verdad que no había nada y tuvimos que meternos en una obra, al parecer muy transitada por la noche por parejas, viejos y demás lugareños.