Tras escalar un poco en hielo durante el Lunes nos dirigimos por la tarde hacia el cercano Valle de Viadós, íbamos en busca de valles con poca nieve y el Valle de la Pez sabíamos que era bastante soleado, allí se encontraban los Ibones de Bachimala lugar ideal para montar la tienda en una zona alta para al día siguiente hacer algunas cumbres de 3.000 metros.
Esa misma tarde nos dirigimos hacia Plan, allí hicimos las últimas compras, básicamente un mapa de la zona y unas cervezas. Nos adentramos en la pista que se adentra hacia Viadós con la intención de llegar a la zona del Campamento de Fontblanca, sabíamos que iba a haber algo de nieve por la pista y tras entrar y entrar en el valle, nos encontramos que un par de kilómetros antes de llegar al campamento el hielo nos impedía meternos más en el valle, así que aparcamos en un lateral de la pista a la sombra de los pinos y echamos el freno.Allí pasamos la tarde de charla y cuando se hizo la noche no tardamos en quedar noqueados hasta el día siguiente., Martes 8.
No madrugamos mucho, amaneció y tras desayunar tranquilamente hicimos las grandes mochilas de nuevo calculando al milímetro el peso para no subir demasiado lastrados y así a las 11:00 de la mañana partimos caminando por la pista rumbo al Valle de la Pez.
Pronto nos dimos cuenta que habíamos dejado el coche el lugar idóneo, los dos kilómetros de pista hasta el campamento estaban repletos de hielo en la calzada, por lo que a patita y así íbamos viendo el paisaje.
Tras media hora de camino llegamos al llano del campamento, por supuesto no había nadie por allí, a la derecha las cumbres situadas más al Sur del Macizo del Posets empezaron a aparecer iluminadas por el sol y nosotros tomamos un atroche que nos iba a dejar un poco más arriba de la pista que subía hasta el Refugio de Tabernés, siempre caminando entre pinos. Continuamos por la pista tras cruzar el cauce del Barranco de la Pez, Jose se cambió las zapatillas por las botas y los dos seguimos con calzado rígido y con 10 centímetros de nieve sobre la pista.
Llegamos al Refugio de Tabernés, allí nos cruzamos con un hombre, que venía de hacer un corredor y tras charlar un poco continuamos abriendo huella dejando el refugio a la derecha y descendiendo unos metros por la senda para cruzar de nuevo el Río de la Pez, que descendía con bastante cauce.
Nos adentramos en un nuevo pinar por donde un P.R. transcurría, itinerario que seguimos porque sabíamos que se dirigía al Bado de Bachimala, pasamos algunas zonas con más nieve acumulada de barrancos laterales y otras con menos cubiertas por la umbría de los árboles hasta que por una senda helada llegamos al Bado de Bachimala, lugar donde nos teníamos que desviar hacia los Ibones de Bachimala.
La verdad que el lugar era idílico; era una zona soleada, donde cruzaba el río manso, un puentecillo de madera e incluso había alguna zona que se veía el prado alpino sin cubrir por nieve, ante tales observaciones decidimos montar campamento y al día siguiente pegarnos el tostadón ya más ligeros de equipaje.
Nos descalzamos y antes de sacar nada, nos pusimos a comer sentados al solecillo en el puente de madera, incluso nos relajamos tras la ingesta hasta que…………el sol se escondió tras la Sierra de Picaruela, eran tan sólo las 15:30 y el sol había cambiado el panorama por completo Con el lema; “el sol es vida” y un poco a lo tonto hablamos de continuar más arriba y entre ja,ja,ja,ja que broma, ya estábamos con las mochilas pesadas en la espalda “en busca del sol perdido”. Ahora el itinerario cambiaba drásticamente, la senda se perdía y teníamos que subir por un pequeño rastro de verano, que gracias que en gps venía marcado y pudimos seguir. Ascendimos nuevamente entre algunos pinos negros e incluso vimos alguna marca de sendero balizada con dos tonos de verde muy raros, ganamos los primeros 100 metros y ya por el sol que incluso se hacía pesado, -“es que no nos conformamos con nada”-. Proseguimos trazando zetas en la nieve algo más dura por algunos lados y llegamos hasta los 2.000 metros de altitud, desde dicha altura observamos que la senda no cesaba de subir con este desnivel y por si fuera poco teníamos que hacer ahora una travesía bajo un saliente rocoso. Finalmente decidimos ir hacia un prado cercano, con terreno irregular pero limpio de nieve donde esta vez sí definitivamente plantamos el campamento.
Montamos la tienda con el solecillo con las tres cumbres de los Culfredas en frente, la verdad que era una terraza preciosa y tras hacer la casa y la cama, disfrutamos de lo que nos quedaba de tarde al sol escribiendo algunas notas en la libreta y con la musiquilla del mp3 de fondo.
El único pero fue, que como intenté derretir nieve y con el viento el proceso iba a ser muy lento, me fui en busca de un arroyo con el camel bag, y a la vuelta y cercano a la tienda ya, metí la bota abierta hasta la espinilla en un charco de agua marrón., resultado: bota mojada por dentro y por fuera y el único calcetín que llevaba empapado, vaya faena. Con estas cayó el sol por segunda vez y la temperatura comenzó a descender bruscamente, cenamos metidos en los sacos con la cabeza asomada y cocinando a la luz de las estrellas y los satélites.
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