En la habitación del Refugio de Altavista se hace la luz. Tengo la mochila semi-preparada y sólo me cambio de ropa y salgo hacia el comedor, allí empiezo a hervir agua para desayunar.
Van saliendo mis compañeros a cuentagotas y el resto del refugio se va levantando. Pronto se ocupan todas las mesas del comedor y la gente prepara sus mochilas en el hall con sillones. Esto es una locura, decenas de personas se agitan con el mismo fin de subir al techo de España.
Salgo a la calle, 8ºC en el termómetro, no hace ni pizca de frío. Durante mi ascenso anterior, hace ya de ésto 10 años, recuerdo que la temperatura era negativa en el refugio, hoy bastará con subir en manga larga de camiseta.
Hay varias parejas que siguen nuestros movimientos y es que no son muy montañeros, ya nos pidieron el día anterior si podían subir con nosotros, o más bien entre nosotros ya que tampoco llevan frontal. Como no, aceptamos.
Nos hemos levantado a las 4:30 y antes de las 5:30 nos ponemos en marcha, previsiblemente vamos a llegar bastante antes de amanecer, pero no hace frío como para no poder esperar arriba sentados. En otras ocasiones esto sería una utopía.
Partimos por la senda que sale tras el refugio los 9 más otros 4 ó 6 "arrejuntados", a nuestras espaldas todo lleno de luces de los pueblos costeros; la capital Santa Cruz, Puerto la Cruz, Candelaria, es decir todo el perímetro de la isla iluminado de puntitos amarillos.
No corre ni gota de viento, el cielo está estrellado y por delante vemos algún que otro grupo pequeño con sus propios frontales. Nosotros a un ritmo continuo vamos ascendiendo por la senda que asciende cómodamente aunque con desnivel por la ladera oriental.
El camino comienza a cambiar en cuanto a forma y en lugar de subir comienza a mantener altura girando entre grandes bloques de lava. Esto indica que estamos llegando a la instalación del teleférico. He subido la basura para tirarla en los contenedores cercanos a la edificación y bromeamos con ello, ya que ya se sabe; "la basura nunca se sube y siempre se baja". Pues en este caso al revés.
Hemos pasado los 3500 metros y caminamos junto a la edificación del teleférico, que dejamos a la izquierda. Desde este punto la pendiente vuelve de nuevo y casi a modo de escalones vamos subiendo por la zona conocida como la Rambleta. El olor a azufre llega con mayor intensidad y el cielo estrellado es perfecto. El amanecer promete.
Llegamos a la primera hora de marcha y hemos superado casi 400 metros de desnivel, un ritmo muy bueno para estas altitudes, aunque ya se nota la altura y coger aire cuesta más que por abajo.
Tras varios zig-zagueos asomamos al cráter, a pesar de que el sol no ha salido y aún le queda un rato, el cielo está tan claro que podemos ver el borde del crater. Sólo nos queda el último trecho por el mismo borde hasta llegar al punto más alto del crater, del Teide y de España entera.
Llegamos a los 3.718 metros, estamos pisando el terreno español más alejado del centro de la tierra y más cercano al sol. Nos felicitamos los unos a los otros y aguardamos la salida del sol, al que aún le queda un rato ya que son las 6:40 y estimamos que esto ocurra a las 07:00.
Nos abrigamos y esperamos el momento junto a una veintena de personas más, cada uno busca su hueco en la cumbre y su foto. Al poco tiempo y antes de las 7 el cielo comienza a ponerse anaranjado por el Este y junto a las luces costeras hacen del lugar algo espectacular.
Observamos con cierta pena que el horizonte hacia el Este esta nuboso, por lo cual no vamos a poder ver el sol salir tras el mar de manera circular, sino que la claridad invadirá primero el cielo y después el sol saldrá tras las nubes, algo menos especial pero también nos vale.
Fotos y más fotos hacia todas direcciones, me voy al otro lado del cráter y saco la silueta de mis compañeros en el punto más alto, después vuelvo y ato las banderitas de oración que ondean con el viento de Norte, como ondearon en el Refugio de Altavista y en la Cabaña de Fidel. Esto va por las víctimas del terremoto de Nepal acaecido hace pocos días.
La claridad inunda todo, el sol ha salido sobre las nubes del horizonte y ahora la sombra cónica del Teide queda proyectada hacia el lado contrario, el Oeste y sobre la Isla de la Gomera. Otra de las imágenes del día.
Nuevas fotos a la silueta y va siendo hora de marchar de los 3718 metros, aún nos quedan otros tantos metros que bajar y promete ser larga la jornada, aunque tenemos todo el día recién nacido por delante.
A las 7:30 comenzamos a descender de la cumbre, la visibilidad es total y casi nos hemos quedado solos arriba, permaneciendo cerca de una hora. Perdemos altura por el borde del cráter y bajamos por la ladera SSE en dirección al teleférico.
El camino de subida y bajada es cómodo aunque con algo de pendiente y en 15 minutos estamos en la edificación turística. Allí ya nos da el sol por completo e ilumina a la parte superior del volcán con fuerza.
Una breve parada para observar las Cañadas del Teide de tonos ocres y continuamos el descenso por el camino de subida que no abandonaremos hasta el refugio. Bueno sí, lo abandonaremos para observar una cosa curiosa:
Hace unos años, cuando vine por primera vez, un corto camino te llevaba a una cueva de hielo, esta vez y por temas de peligro de caídas, han cerrado el camino y han tratado de ocultar un poco el itinerario a la cueva, aunque trataremos de encontrarlo.
Bajamos con tranquilidad por el camino normal, estoy al tanto de la altitud, ya que aproximadamente a los 3380 metros está la cueva. Hemos dejado el teleférico a 3540 metros y pronto llegaremos al desvío. Voy saliendo del camino a menudo y mirando hacia la izquierda, hasta que parece que la he visto, tiene una protección metálica exterior y la he encontrado.
Descendemos por el camino hasta el desvío, que efectivamente no denota que vaya senda hacia la cueva, y que han tratado de disimular bien la gente del parque.
Nos salimos fuera del camino y hacia la izquierda, según se desciende, a unos 30-40 metros se encuentra la boca. Ésta tiene una escalera metálica para entrar, ya que el suelo está 3 o 4 metros más abajo y por la que hay que descender cuidadosamente.
Eso hacemos y nos metemos uno a uno a la oscuridad de la cavidad, actualmente no tiene nada especial, pero durante casi todo el año conserva alguna columna de hielo digna de ver en las entrañas de un volcán.
Como curiosidad merece la pena ver, y tras hacer algunas fotos en el interior salimos por la escalera para emprender nuevamente el descenso por el camino construido a base de rocas volcánicas que ya están erosionadas y que nos lleva en 10 minutos más al Refugio de Altavista.
Hemos llegado a las 8:45, el sol ya está pegando bien a estas horas y para contrarrestarlo hemos llenado los 2 litros de la camel bag con agua y nos estamos cambiando de ropa, poniéndonos ropa de manga corta.
Más abajo en la separación de caminos haremos dos grupos; los que bajan en bus y los que bajamos a pie. Pero la gente ya se está posicionando en una de las dos vertientes, según cansancio, ganas o motivación.
Mas aligerado por la comida consumida vamos perdiendo altura, nos cruzamos con corredores de trail, y de charla descendemos por la pedrera volcánica descompuesta, por la que levantamos una polvareda buena.
Casi sin pensarlo hemos nos hemos quitado la parte más empinada y sucia, los primeros 500 metros de desnivel en poco menos de una hora y los ligamentos siguen ahí, aún no se quejan. Intento trasmitir el tomarnos el descenso con calma y por ello quiero parar cada hora de recorrido a comer y beber algo aunque sea mínimo, por lo tanto antes de caminar por la pista de la montaña blanca realizamos una parada.
Tras el pequeño "kit-kat", continuamos por la amplia pista, ya podemos divisar el Collado de la Fortaleza al fondo y más allá el ansiado mar. Pasamos junto a los huevos del Teide y en sub grupos se está fraguando la división definitiva que se confirma poco antes de llegar al cartel que divide los itinerarios y nuestra más próxima aventura.
Finalmente descienden a pie más de los esperados: Julia, Javi, Natalia, Bola y yo, los otros 4 compañeros lo harán en bus. Transporte que va a salir algo caro, ya que algunos de mis próximos compañeros de bajada estaban apuntados en el bus.
Con una despedida un tanto fría, o más bien caliente, el grupo se divide y nosotros cambiamos de rumbo y nos tomamos como próximo objetivo aquel collado defendido por paredes oscuras; La Fortaleza.
La bajada por Montaña Blanca se hace cómoda, el viento de Norte nos da de frente y aminora la sensación de calor tan esperada por estos lares, incluso se puede decir que vamos cómodos.
Hemos descendido la parte desértica de Montaña Blanca y van apareciendo algunos matorrales más, entre algunos de ellos aprovechamos para hacer una nueva parada y volver a comer algo, el camino es largo y el depósito corto.
Hemos perdido otros 500 metros de desnivel y la verdad que no son ni las 12 del medio día aún. Atravesamos la zona de matorral que nos da acceso al vallado bajo La Fortaleza, único tramo de subida de todo el itinerario de bajada a la playa. Comenzamos la corta subida despacio y con paciencia, los grupos musculares que trabajan no son los mismos que las últimas horas y hay que tratarlos bien.
Superamos los pocos metros de desnivel y llegamos al Collado de la Fortaleza, desde allí parte una pista que nos viene de perlas para continuar.
Vamos dejando la masa forestal de Pino Canario a la izquierda y esta vez en lugar de meternos al pinar por donde subimos, continuamos recto por la pista que nos deposita en el otro margen de la zona sin pinos. Donde tomamos otra pista que desciende más vertical y en dirección norte total.
Al no trazar zetas, desciende bruscamente, a la izquierda nos despedimos de la Cabaña de Fidel, donde pasamos la primera noche, y nos adentramos a la masa forestal enlazando con el itinerario de la ida.
Caminamos durante un rato por el pinar y decidimos hacer una parada, son las 13:30 y estamos ya a 1800 metros de altura. El calor comienza a apretar un poco más y nos arden los pies, nos quitamos las zapatillas en las paradas para refrescar la planta y esta vez de agua vamos bien.
Tras la parada, iniciamos nuevamente el descenso, continuamos entre los pinos y marchamos a buen ritmo. Vamos bien de piernas todos y lo peor son las plantas que a partir de la media hora de marcha comienzan a subir la temperatura. Salimos de la zona de pinos y nos adentramos en el bosque de fayal - brezal. Hemos dejado atrás el cruce de 4 caminos y ya no tenemos pérdida ya que desde la playa es descender por donde subimos dos días antes.
Lo hacemos con rapidez, la pista no toma demasiadas curvas y los metros del gps descienden considerablemente. Llegamos pronto a la zona de laurisilva y más abajo eucaliptus, en este punto la pista se adentra hacia el bosque para trazar varias curvas pero nosotros tomamos la Vereda de los Junquillos, una estrecha senda que nos ataja bastante trazado.
Después del atroche, enlazamos con la pista y continuamos el itinerario más cómodos, pasamos junto al Mirador del Asomadero situado a poco más de los 1000 metros y continuamos con la vista puesta en las antenas de más abajo, lugar donde se encuentra la pista de asfalto y la pequeña hermita.
Antes de llegar al lugar, salimos de la zona de arboleda, no está pegando mucho el calor, hay una especie de calima que nos protege de los rayos y a eso sumado el leve viento de norte, la verdad que dan una sensación agradable
Comenzamos a ver huertas de labor, ¡bien, zona habitada!, e incluso algún vehículo que sube a sus parcelas, hasta que por fin llegamos a la ermita donde ya hay unos cuantos vehículos. Está situada a 760 metros, ya queda menos y tras perder un intento falllido de atajar, terminamos bajando por la pista semi-asfaltada y acercándonos a las primeras casas de Icod el Alto.
Ante la inminente llegada al primer bar del camino, las chicas se adelantan, llegan primero a terreno asfaltado y urbanizado, callejeamos por las calles de Icod y llegamos a la carretera principal, la TF-221, por la que caminamos los escasos metros hasta el Mirador del Lance con nuestra estatua del gran guerrero Guanche.
Por supuesto que hacemos una parada, venimos con ganas por igual de sentarnos y de tomarnos algo gaseoso. Tras degustar unas cervezas "tropical", pensamos en la bajada, la verdad que no andan en general muy mal los cuerpos. Natalia tiene un poco dolorida la rodilla y Julia unas leves ampollas. Pero sólo nos quedan los últimos 500 metros de desnivel.
Preferimos ponernos en marcha cuanto antes, los cuerpos asimilan el descanso y aún nos queda una hora de itinerario para terminar todo, así que continuamos la bajada, esta vez por el carril bici de la propia carretera.
Lo hacemos durante los metros suficientes para tomar la bonita senda empedrada que nos desciende a Tigaiga. Tiene un buen desnivel y nos hace sufrir un poco con los cuádriceps, pero pronto llegamos a la citada localidad, donde nos enteramos que son las fiestas de los Mayos y que por supuesto esta noche es especial en Realejos, de la que es pedanía Tigaiga, ya que tiene unas fiestas declaradas como interés turístico nacional.
Cruzamos la población y descendemos por una carretera asfaltada con terrenos laterales de árboles de cultivo. Podemos ver nuestra playa a lo lejos, pero aún nos quedan unas cuantos pasos que dar hasta allí.
El asfalto da paso a tierra y tras varios giros descendemos por el barranco que nos lleva a la carretera principal.
De igual manera que durante la subida, recorremos unos metros por el arcén hasta llegar al desvío con la consiguiente raqueta para pasar bajo la vía y dirigirnos rumbo a la playa nuevamente.
Ya huele a mar, aparecen los plataneros, todos los carteles indican a la Playa del Socorro y la gente sube con toallas al hombro.
Son los últimos 100 metros de desnivel, el asfalto se pone inclinado, pero ya nada ni nadie nos puede parar. Simplemente la inercia nos lleva a echar una pierna y luego la otra.
En estos casos, la que conduce es la mente.
Al fin llegamos a la barandilla del paseo, vemos la playa abajo, hay mucha gente tomando el sol, pero nos va a dar igual, el baño está asegurado.
Trazamos la última curva del camino y sólo nos separan 4 metros de desnivel hasta la playa, ¡ lo hemos conseguido !. Son las 17:30 y hemos empleado 10 horas en descender del Teide a la playa, eso sí con sus respectivas paradas.
Como nos sobra todo el mundo, pasamos entre las toallas a primera línea, allí nos hacemos una foto para el recuerdo y después nos desnudamos para el ansiado baño.
Olas y más olas rompen sobre nosotros. Cada uno lo disfruta a su manera.
Tras el baño nos subimos al paseo para irnos quitando la arena, hemos llamado al taxi que vendrá sobre las 18:00 para llevarnos de vuelta a Puerto La Cruz.
Y allí nos juntamos media hora más tarde con nuestros compañeros, excepto Miriam que volaba a la península esa misma tarde.
Nos merecemos una buena ducha, que ya van más de tres días sin ella y después un paseo y una gran cena en uno de los restaurantes más típicos de la zona de platos canarios.
Como siempre en estos casos, la celebración nocturna se alargó de manera indebida por las calles del puerto. Pero todo sea por un gran Teide. Nuestro gran Teide.
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