Desde entonces habían pasado más de 8 meses, muchos para mí, sin necesidad de mirar los apuntes lo notaba, lo sentía, echaba de menos esos pinos negros a 2.000 metros, esas pedreras graníticas de altura y esos ibones, fondos de los casi extintos glaciares.
Por curiosidad miré los apuntes, 9 años hacía que no estaba tantos meses sin ir al Pirineo, así que ya tocaba e iba a ser cerca de una de mis primeras; la zona del Ballibierna.
El objetivo no iba a ser exactamente al pico de ese nombre, sino a los Russell, y digo los Russell porque a pesar de ser sólo uno el principal tiene otras 5 puntas satélite de más o menos prominencia y con diferente dificultad.
A ésta zona ya habíamos venido hacía algunos años y habíamos realizado un tramo de la arista completando los tres más lineales, nos habíamos dejado en el tintero el Este y las dos Agujas, la Sur y la SW, así que el objetivo era llegar a ellas. Agujas que albergan pasos de trepada y aéreos pero sin la necesidad de usar cuerda.
El grupo fue también algo atípico, esta vez no iba con personas con las que comúnmente salgo, sino con tres personas totalmente diferentes y que no se conocían entre sí.
Javi Calleja era uno de ellos, excombatiente montañero, actualmente corredor y con el que pase de las mejores expediciones de mi vida y de los peores momentos.
Por otro lado Raúl y Sergio, con los cuales no había salido nunca, pero de los que tenía muy buenas referencias de amigos comunes. Ingredientes nuevos para un cóctel perfecto.
Ésta vez la meteorología no nos asustó y a pesar de dar alerta amarilla en el Pirineo el viernes por lluvias y tormentosas el sábado, nos decidimos a ir.
VIERNES 29 DE AGOSTO.
Marchamos en la fugui de Sergio, todo transcurría perfectamente durante el camino; Guadalajara, Calatayud, Zaragoza, Huesca, los resplandores de los rayos en el horizonte hacia el Norte, todo bien.
Pasamos la localidades de Barbastro, Graus y Campo, desde donde comenzó todo.
Atravesamos la pequeña población de Campo y comenzamos a ver el suelo del asfalto mojado, pero sin noticias de la lluvia, un par de kilómetros más allá nos adentramos en el Congosto de Ventamillo y la lluvia apareció torrencialmente. En un primer momento con dar a tope los limpiaparabrisas nos valía, podíamos continuar atravesando incluso un par de salidas de piedras laterales, pero sin darnos cuenta nos metimos en la boca del lobo.
Entre el parabrisas y la fuerte lluvia vimos un derrumbe de piedras grande que nos cortó el camino, por momentos pensamos en atravesar por un lado, pero cuando nos acercábamos, varias piedras del tamaño de un balón de baloncesto cayeron del lateral rodando y en cuestión de un minuto la montaña de piedras se elevó hasta un metro de altura.
Marcha atrás nos quedamos en una curva a 20 metros del derrumbe y observamos como por las paredes caían auténticas cascadas de agua que llenaban la carretera de agua, que corría hacia el fondo del Río Esera.
Dar la vuelta era imposible, una ford trafic es grande y por la carretera del desfiladero a duras penas entran dos vehiculos. El agua caía con fuerza y sólo deseábamos que ninguna piedra cayera sobre la furgui. Llamamos al 112 y comunicamos el panorama a la espera de que las aguas torrenciales pararan.
Tras media hora de espera, no paraba para nada de llover, vimos un vehículo que al otro lado del derrumbe dio la vuelta y ya casi a las 12 de la noche intentamos hacerlo nosotros. Buscamos la parte más ancha del desfiladero y con decenas de maniobras ganamos centímetro a centímetro al asfalto y pudimos cambiar de sentido.
Ahora a ver como está el camino de vuelta, despacio nos dirigimos a Campo, pasamos un primer derrumbe pequeño donde el vehículo nos dio en los bajos.
Llegamos a un nuevo derrumbe, en este parecía haber algunas piedras más grandes cubiertas por agua. Me decidí bajar para quitarlas y cuando eché el pie a la carretera casi se me va una chancla, allí había más de 20 centímetros de agua. Me descalcé y con el poncho me dirigí hacia las piedras, con la intención de quitarlas, no me hizo falta mucha ya que cuanto la toqué marchó rodando carretera abajo por la fuerza del agua.
A toda prisa me metí de nuevo en el vehículo, me había llegado el agua casí a la rodilla y pasamos el derrumbe para continuar nuestro camino, al fin más limpio.
Nos cruzamos con algún que otro coche, al que alertamos del derrumbe y llegamos a Campo donde increíblemente no llovía.
El revuelo estaba formado en la cafetería, alertados todos de que el desfiladero estaba cortado. Llamamos de nuevo al 112 y dijimos que ya estábamos bien, mientras nos comunicaron que durante esta noche los bomberos de Benasque intentarían quitar los derrumbes.
Ahora que iba a ser de nosotros?. Por momentos con mapa en mano cambiamos la decisión y en lugar de subir al Benasque vimos como buena opción el Pico de Cotilella, situado cerca de allí, pero el itinerario normal de subida sale de Barbaruens, al otro lado del desfiladero.
Así que decidimos buscar un lugar para dormir en Campo y mañana amanecerá por donde quiera, eso sí pronto que los montañeros madrugan. El lugar elegido fue la entrada de la oficina de correos que nos brindó el único recoveco a la sombra de todo el pueblo.
SÁBADO 30 DE AGOSTO.
Amaneció en el Prepirineo, abrí los ojos o más bien me los abrió el sonido del móvil. Pocas horas de sueño pero intensas, no así mis compañeros que entre el olor a cigarrillo y a gasolina soñaron con "fast to furius".
Tras un desayuno rápido, nos ponemos en marcha hacia Benasque con la idea de ver como está el desfiladero. Pues ni rastro de agua, ni derrumbe alguno. Pasamos por Benasque y nos dirigimos a la parada frente al Hotel Pilar, por aquí tiene que pasar el autobús de la pista de Ballibierna a las 7:30.
Preguntamos a la mujer del hotel; -"lluvia?, sí dicen que llovió ayer por el desfiladero, aquí nada"-.
A las 7:30 llega el autobús y lo tomamos rumbo a Ballibierna, estamos solos en el bus. Realizamos la parada pertinente en el Plan de Senarta donde nadie monta y extrañamente los 4 solos subimos hasta el Puente de Coronas casi a 2.000 metros ya, tras recorrer la estrecha pista.
A las 8:15 estamos preparados, ultimamos las mochilas bajo el tejadillo e iniciamos la marcha valle arriba. El día está un poco cubierto pero después de la de ayer no tememos nada a las inclemencias del tiempo.
Entre pinos y grandes matorrales de boj marchamos por la amplia senda-pista que nos lleva por el GR.11, un itinerario de gran recorrido que me ha dado muchas alegrías en los Pirineos. Pronto dejamos el desvío de Coronas a la izquierda y continuamos ahora por un camino más estrecho ganando altura.
El Pico de Ballibierna domina el valle, y en poco más de media hora llegamos a la bonita Pleta de Llosars, desde allí ya vemos las Crestas de Llosars, Tempestades, el Aneto e incluso los Russell.
A pesar de no darnos aún el sol la temperatura es buena, unos 15ºC y caminamos a gusto. Dejamos el camino que lleva a los Ibones de Llosars a la izquierda y tras cruzar un puente de madera continuamos por las marcas de GR. rumbo a los Ibones de Vallibierna.
El camino a partir de aquí cambia un poco, la senda se estrecha y serpentea entre rododendros. El pendiente de subida aumenta pero el paisaje es precioso y los retorcidos pinos negros decoran todo el panorama.
El cielo se muestra azulado se han disipado todas las nubes y el sol por fin nos muestra sus rayos, nuestra previsión atmosférica ha cambiado por completo y en lugar de esperadas tormentas el Pirineo esta pletórico.
Nos quitamos la manga larga y continuamos siguiendo las marcas de gran recorrido, ahora la senda se pierde entre grandes bloques rocosos que defienden los Ibones de Ballibierna por su barranco.
A las 9:40 llegamos al Ibón bajo de Ballibierna. Lo bordeamos por el márgen izquierdo, según la marcha, para dar a una nueva pedrera de bloques grandes, la atravesamos y nos montamos en un gran depósito morrénico tapizado de verde, dejando barrancos a ambos lados.
Por la parte alta continúa la senda que ahora desciende unos metros para llegar al fondo del barranco y por el mismo avistar el Ibón alto de Ballibierna, lugar donde vamos a montar el campamento.
A primera vista está todo algo húmedo, los prados cercanos tienen bastantes piedras, pero vemos unos vivacs situados en una pequeña península junto al agua. Modificando algunas piedras podremos agrandarlo un poco y será el lugar idóneo.
Son las 11 y hemos terminado de montar las tiendas, parece que han quedado bien y hemos comido algo antes de partir hacia arriba rumbo al Collado de los Sarrios por los trazos de G.R., en un rato ha crecido nubosidad por todo el cielo y la peor parte se la lleva la zona del Posets valle atrás que ya tiene grandes nubarrones oscuros. Veremos a ver si aguanta.
Bordeando el Ibón de Ballibierna seguimos la senda, ésta es cómoda y gana altura ahora más bruscamente abriéndose paso por pedreras en dirección a los Collados de los Sarrios y de Ballibierna. Los últimos rescoldos de hierba se pierden bajo extensas pedreras y es que estamos ya en terreno de alta montaña y piso alpino.
Parece que el collado no llega nunca, la senda desaparece entre pedreras y el tamaño de los bloques aumenta poco antes de llegar al final de la subida donde el itinerario está marcado con hitos.
Llegamos al collado de Ballibierna a las 11:40, hacia el lado catalán la nubosidad es abundante y nosotros debemos realizar un flanqueo por la vertiente Oeste hacia el Collado de los Sarrios manteniendo altura por una serie de hitos.
Ibones de Ballibierna |
Continuamos hacia el Norte por la parte alta de la cresta, es la misma que asciende a la Aguja Sur de Russell pero más arriba se afila y complica.
Caminamos por una zona muy cómoda y hay varios lugares idóneos para un buen vivaqueo. Vemos a la derecha los pequeños ibones de Bouquetins y tras haber recorrido un tramo de arista descendemos a los mismos perdiendo altura entre cómodas pedreras, por esta zona ya no hay hitos.
vistas del Russell Este y la antecima SW |
Desde su base debatimos si el primer tresmil, el Russel Este, está más allá o más acá y decidimos subir por unas pedreras inestables lo antes posible a la arista, de esta manera no nos dejaremos ningún pico atrás. El único inconveniente es que vemos un par de agujas por la parte alta que no sabemos si podremos superar por la arista.
Nos ponemos manos a la obra y vamos ascendiendo por la pedrera, es muy inestable y a pesar de tratar de buscar terrazas de hierba, no podemos evitar tirar piedras de vez en cuando.
Sobre los tresmil metros de altitud llegamos a la arista, observamos que por la vertiente de Salenques es más fácil y continuamos ascendiendo ahora echando alguna mano, para por terreno fácil llegar al primer tresmil de la jornada; el Russell Este.
Son las 13:00 y se nos ha metido la niebla, por delante todo un itinerario alpino, y aunque llevamos gps, dudamos si comenzará a llover en breve y nos complicará la arista. De momento aguanta.
Tras las fotos continuamos la marcha, vemos que el par de agujas que divisábamos desde abajo, desde aquí no son nada y por la vertiente de Salenques continuamos destrepando hacia una depresión en la que aún queda un nevero. Desde allí podemos ascender por dos zonas; continuando por la arista o por la parte de Salenques ascendiendo entre bloques. Optamos por ésta última menos expuesta al viento y vamos trepando bloques y más bloques para ganar altura con rapidez.
subiendo por pedreras a la antecumbre SW y dejando atrás la cumbre Este. |
Llegamos a los 3.200 metros, la antecima SE está cerca, pero primero vamos a hacer la Aguja Sur de Russell, que se presenta interesante. Miramos hacia el Sur y la niebla nos tapa todo, me asomo por la arista descendente hacia el Sur y tiene mala pinta, parece mejor idea perder altura por una amplia canal que desciende un poco a la derecha. La roca parece sobada por lo que tras un primer destrepe perdemos altura por la amplia canal, más bien pedrera. Abajo y entre la niebla asoma la puntita la esbelta aguja sur, -la hemos encontrado-.
La canal se estrecha y un corto resalte se interpone en nuestro camino, parece que por la izquierda con cuidado se puede destrepar, IIIº hasta llegar a la brecha que la separa de toda la cuerda principal y donde ya si hay hitos de la ruta procedente de la vertiente de Cap de la Vall.
Con un corta travesía accedemos a los pies de una fácil chimenea, IIº que ascendemos hasta situarnos entre dos bloques, pasamos entre ellos y por la izquierda accedemos a la cumbre de la Aguja Sur de Russell. La niebla entra y se va, a veces vemos a Javi que se ha quedado en frente para hacernos alguna foto y otras le perdemos de vista. ¡Qué bonito lugar!.
canal de descenso a la Aguja, foto desde la Aguja Sur |
En menos de 5 minutos llegamos a la Antecima SE, es el tercer tresmil de la jornada, pero no nos entretenemos y paramos lo justo para hacer una foto y continuar la marcha, estamos en el punto más delicado de la jornada, ya que vamos a iniciar el tramo más afilado de la arista y la lluvia sería fatal para nosotros. Así que a apretar el culo.
La arista es cómoda en sus inicios desde la antecima, además parece que el tiempo nos está dando una tregua, podemos ver incluso en algún momento los Ibones de Llosars por abajo, pero es algo efímero y nuevamente se meten nubes a la vez que llegamos a la parte más comprometida y afilada.
La arista se estrecha, hay buenos cantos en todo momento, pero hay que hacer de contorsionista para pasar a veces las piernas y otras las manos primero. Es muy similar su parte final al Paso de Mahoma del Aneto y hay que estar atento en los últimos 20 metros donde se agrupan las dificultades, IIº+.
Al fin pasamos el tramo más delicado, pero nos espera un último destrepe "tontorrón", se trata de 10 metros de destrepe en donde hay buenos pies y manos para llegar a una pequeña brecha que da acceso tras una corta trepada a la cumbre principal de todo el itinerario; el Pico Russell de 3205 metros.
Llegando al Russel principal, al fondo el último destrepe. |
Aprovechamos para comer de nuevo y es que llevamos unas cuantas horas de marcha ya, se nota que el cuerpo va demandando con mayor velocidad tras gastar los depósitos energéticos.
Por momentos pensamos en dejar para otro día la Punta de la Brecha Russell, ya que está un tanto retirada del resto y su altura y prominencia es casi insignificante, pero mientras lo debatimos ya estamos en marcha hacia la misma.
Aneto, Tempestades y Margalida cubiertos por la niebla. |
En unos 15 minutos llegamos a la punta, desde allí vemos Margalida en primer plano y Tempestades en segundo, las nubes acumuladas en su filo crean una panorámica similar a la de un volcán emanando gases.
Tras la pertinente foto de cumbre, volvemos por nuestros pasos hacia la cumbre principal de nuevo y poco antes de llegar perdemos altura en busca de la curiosa diagonal, normal de ascenso al Russell y dificil de encontrar entre la niebla si no fuera porque tiene grandes hitos en su inicio.
Vamos descendiendo por la vía normal hacia Llosars, la canal está inclinada y tiene en su mitad un tramo escabroso si está mojado, por fortuna llegamos al mismo con todo seco y destrepamos de uno en uno, IIº+ la placa para llegar a una parte más estable y donde por lo menos crece la hierba que habíamos olvidado ya hacía unas cuantas horas.
zona de placas de la canal de descenso |
vistas de la Aguja SE |
Por las pedreras vamos perdiendo altura, son 250 metros de desnivel que se hacen unos cuantos más por el cansancio acumulado, pero vamos tirando siempre dejando la aguja a la izquierda, incluso vemos un corredor que asciende a la brecha donde tenemos que subir, pero por esta vertiente tiene muy mala pinta.
descansando entre morrenas |
Dejamos las mochilas allí y sin peso ascendemos por una canal que parece fácil, está marcada con hitos y a pesar de estar un poco descompuesta se va ascendiendo bien para llegar a la brecha superior donde tenía la salida la canal que habíamos divisado desde la vertiente contraria.
Desde la brecha, divisamos una canal rocosa, surcada por una fisuras verticales y además una cuerda fija instalada. Nos extrañamos del hallazgo y decidimos no usarla para ascender ya que desconocemos su fijación arriba. Comenzamos la trepada y desde abajo parece más fácil, tiene algunos pasitos delicados IIIº y ya comenzamos a comprender el por qué? del uso de la cuerda para descender.
Las mayores dificultades aparecen en su mitad y en la parte superior la dificultad aminora para llegar entre dos bloques a la cumbre de la bonita Aguja SW de Russell, sexto y último tresmil de la jornada.
Celebramos la cumbre, además el día ha mejorado y disfrutamos con las mejores vistas del valle, incluso podemos ver nuestras tiendas montadas en el Ibón superior de Ballibierna. Hacemos las últimas fotos de cumbre e iniciamos el descenso de la aguja por la canal fisurada.
Prefiero descender sin cuerda para ver la dificultad real de esta aguja y en su parte más dificultosa me tengo que agarrar a la misma, prefiero no exponer. Usando todos la cuerda llegamos a la brecha, desde donde perdemos altura por la canal hasta la zona de las mochilas.
aprovechando la cuerda fija que encontramos |
Después del breve descanso, marchamos hacia abajo, pedreras y más pedreras.... , bloques de todos los tamaños, más grandes, más pequeños, recordamos por momentos el soniquete de "tocando el vacío", lo cantamos, nos recreamos en él, diría yo.
Todos estos mecanismos nos ayudan a llegar a las cercanías de la Brecha Soler i Coll, se sitúa sobre los 2.650 metros y digo cercanías porque desde el amplio collado donde ya crece la hierba aún queda un tramo marcado con hitos hasta llegar a la misma brecha.
En la brecha nos sentamos en la hierba, las tiendas están allí abajo y tan sólo nos separan de ellas los últimos 150 metros de desnivel, ¡ésto está hecho chavales!
Hasta abajo una ladera herbosa verde, pero verde apagado, y no somos nosotros los que la vemos con cansancio, sino las nubes que se han apoderando de nuestro valle por completo y que parecen que ahora sí quieren amedrentarnos de verdad.
Son las 19:00 y ya han pasado 11 horas desde nuestra partida, cansados pero plenos llegamos al margen del ibón, la luz está menguando y vamos con rapidez hacia las tiendas. Pero antes hacemos una parada, las luces hacen del lugar un sitio majestuoso y aún nos recreamos con las fotos antes de llegar a la tienda.
5 minutos más tarde llegamos al hogar de tela; charlamos, descansamos, nos cambiamos y comenzamos a cenar con las últimas luces mientras el cielo comienza a tronar. -"huy, huy, huy"-.
Acto seguido caen las primeras gotas y con rapidez nos metemos en la tienda grande. La lluvia va en aumento, cada vez más rápido y nos acomodamos en la tienda, uno en cada esquina para terminar el día disfrutando esta vez de la compañía e historias varias.
Tras una hora la lluvia paró, las nubes se disiparon y la calma volvió al valle al igual que un millón de estrellas. Nos enamoramos del Pirineo al igual que Henry Russell el conde con más tresmiles.
Aquí la vida de Henry Russell.
http://carlosbravosuarez.blogspot.com.es/2008/02/henry-russell-el-enamorado-de-los_28.html
fotos: Javier Delgado y Daniel Pelegrina