Rondaba el mes de Febrero cuando unos amigos nos comentaron que habían realizado un maravilloso viaje de vacaciones. Desde aquel día nuestro destino que iba a ser la costa Oeste francesa, cambió por la Costa Oeste americana.
En los preparativos vacacionales como buen amante de la geografía y la montaña, acostumbro mirar los macizos montañosos que vamos a surcar y en esta ocasión íbamos a rodear casi completamente toda la Sierra de Nevada. Observé que había algunos picos superiores a 4.000 metros y por encima de todos sobresalía el Mount Whitney que con más de 4.400 metros es el pico más alto de todos los Estados Unidos (Alaska, donde se encuentra el McKinley, no está considerado un estado aunque es terreno americano).
En cuanto descubrí esto, me puse a buscar más información sobre el Whitney sin encontrar nada en castellano y algunas cosillas más en inglés que intentaba entender a duras penas. Así descubrí que para ascender a esta cumbre era necesario pedir un permiso en Marzo para entrar en un sorteo de tan sólo 200 permisos diarios. Por supuesto por entonces se me había pasado la fecha así que el Mount Whitney se me alejaba tan rápido como había llegado a mis ojos. Entonces intenté recopilar información sobre otras montañas de 4.000 metros de la sierra y que tenían aproximaciones tremendas para realizar en dos días, pistas de tierra para llegar a los puntos de inicio donde no podía dejar a mi novia un día entero o había que pedir nuevos permisos de ascenso.
Pronto entendí que me iba a tener que conformar con algunos pateos cortos por los diferentes parques naturales, bastante buenos para saciar la sed de salir al monte, pero bastante cortos como para paliar el hambre de una montaña.
De esta manera iniciamos el viaje en Agosto hacia Los Ángeles sin botas en la mochila pero con ganas de descubrir un país. Tras un periplo de 9 días llegamos por la tarde del día 24 y casi anocheciendo a Lone Pine, población situada en la falda de Sierra Nevada. Mientras llegábamos observaba la abrupta silueta del Whitney en el horizonte con melancolía y con la misma sensación que un pájaro en una jaula.
El día 25 alojados en un hotel de más de 70 años, donde había dormido alguna vez John Wayne, abrí la típica cortina opaca americana y lo vi nuevamente, allí estaba, otra vez el Whitney. Salimos a desayunar por el pueblo y todo se llamaba Whitney, tiendas de rocas, bares, hoteles, supermercados, todo era Whitney. Compré algún pin y una camiseta del monte y cuando estábamos despidiéndonos de la población en el último establecimiento que entramos llamado también Whitney hostel, me comentó una chica de habla hispana que a las afueras del pueblo, en el Centro de Interpretación quizás podía encontrar algún permiso, ya que de las 200 personas agraciadas en el sorteo todas no cree que puedan tener dicha disponibilidad después de varios meses.
Cogí el coche a toda prisa y me dirigí al Centro de Interpretación, allí en el mostrador a un hombre ataviado con la misma indumentaria que el guarda bosques del oso Yogui con mi limitado inglés le dije: “is posibol to claimb Whitny for tomorrow”. Me debió de entender porque acto seguido se dirigió al ordenador y me tuvo cerca de un minuto en vilo. Realmente no sé que me respondió pero lo que si supe fue que era afirmativa. Le repliqué: “yes” y me comentó “yes yes”. Me salía del pellejo por momentos y me dio un papel para rellenar. Lo completé no sin ayuda por su parte en ciertas casillas y a continuación me dio una hoja de permiso para llevarla encima durante el ascenso y una bolsa verde caqui. Aunque me imaginaba para que era la bolsa le pregunté por si acaso y me contestó “bathroom je, je, je”. Ok todo entendido.
De seguido me dirigí hacia la sección de librería del centro en busca de un mapa para el ascenso y tras echarle un vistazo opté por uno pequeño pero barato y preciso para el ascenso. Tras salir del centro y sentado en el coche viendo el mapa, me di cuenta de la verdadera dimensión de la ascensión; 34,5 kilómetros de senda en 2.000 metros de desnivel y llegando hasta los 4.416 metros. Buff!!! Bastante duro para hacerlo en el día, tanto es así que de los 200 permisos del día 26 de Agosto, tan sólo 35 eran para ascender en el día el resto en dos días. A mí personalmente lo que me parecía más duro de toda la ascensión no era ni el desnivel, ni la kilometrada, sino el subir a 4.400 metros sin aclimatar previamente. Bueno era lo que había y habiendo dormido la semana anterior un día en el Gran Canyon a 2500 y en Bryce Canyon a 2400, esperaba que me fuera suficiente.
Lo primero que hicimos fue ir al supermercado allí compré un par de litros de Powerade, algunos frutos secos y unas raras barritas en las que aparecía un escalador dibujado, “-estas deben ser para escaladores-“, pensé. Tras comer por allí algo hicimos un poco de turismo y para dormir nos dirigimos hacia el Whitney Portal, plataforma situada a 2.500 metros y lugar donde había un camping entre gigantescos árboles, dicho camping era para personas que iban a hacer el Trail del Whitney y no tenía ni vallas, ni personal. Tan sólo debías de coger un sobre rellenar tus datos, e introducir 10 dólares en el sobre para meter en un buzón, colgando de la tienda el resguardo.
Tras montar la tienda en una de las 9 plazas del campamento nos dirigimos a una tiendecilla de emergencia donde había un hombre mayor y barbudo, le pregunté por las horas de ascenso a lo que me respondió 16 horas, no me convenció mucho ya que por el perfil calculaba entre 12 y 14 y también le pregunté la hora de salida hacia arriba, me comentó que a las 3 de la madrugada, así que me vi obligado a comprar una linternilla de mano por 5 dólares.
Bajamos a una mesa situada junto a la tienda y allí preparé la mochila mientras cenábamos, teniendo que dejar la comida sobrante en unos armarios metálicos para que los osos no te destrocen ni el coche, ni la tienda, ¡esto es la ostia!.
Nos acostamos a las 10 de la noche y a la 01:00 ya estaba con los ojos como platos, no dejaba de dar vueltas, no sabía si por los osos o por el nerviosismo de empezar la ruta, el caso es que a las 03:00 apagué el móvil antes de que sonara. Me dirigí al coche para desayunar algo y con la mochila hiper ligera comencé a caminar por una senda que rezaba “Trail Whitney”, algunas personas con frontales marchaban por delante y algunos otros por detrás, sobre todo dos hombres que se me pegaron como lapas tras de mí y que entre sollozos a veces decían algo no sé si a mí o entre ellos mismos.
Mi estrategia estaba clara: caminar una hora de seguido a unos 350 metros a la hora, y parar 5 minutos para beber y comer algo, así hasta que el cuerpo me aguantara por la altitud y no tuviera más remedio que reducir la velocidad de ascenso., de ésta manera la cumbre estaría a unas 6 horas de marcha, veremos a ver.
La senda partía de la misma carretera y se introducía sin mucho desnivel entre un bosque de pinos mediante numerosas zetas, la verdad que no veía mucho de paisaje, tan sólo la luna llena y de vez en cuando algunos frontales, ya que estaba bastante preocupado en iluminar con la linterna el suelo para saber donde daba los siguientes pasos. Crucé varios arroyos con los dos americanos detrás y ya definitivamente parece que dejé de coger zetas y hacia el Oeste por la senda me introduje en el Lone Pine Creek o Barranco de Lone Pine.
Tras la primera hora de marcha a buen ritmo, (había superado los 350 metros calculados) los americanos continuaron hacia adelante, también me pasaron algunas personas más, incluso uno quiso establecer una conversación en inglés conmigo. “I don´t understand, I´m Spanish”, era mi respuesta más común. No había problema el hombre era Tejano y hablaba castellano así que charlamos un poco sobre el ascenso y partimos de nuevo hacia arriba.
Las zetas comenzaron de nuevo y ahora sí el camino comenzó a ganar en cuanto a pendiente, se podía escuchar el sonido del agua del torrente y mediante una serie de troncos tumbados lo crucé al margen derecho para continuar ganando altura por una zona en donde había instalado un silencio sepulcral y donde el pinar ganaba profundidad. Tras una mujer que caminaba a buen ritmo (supe que era mujer por el trasero), continué encontrándome nuevamente con los dos chicos que me habían seguido durante la primera hora y por una zona rocosa y varias zetas llegué a un nuevo grupo mientras hacia atrás en el horizonte comenzaban a aparecer algunos tonos anaranjados y amarillentos.Apagué la incómoda linterna y por la parte izquierda recorrí un gran prado llamado Bighorn Park, surcado por varios arroyos y bonitos matorrales, tras el humedal llegué a un nuevo pinar que tuve que bordear para por la parte derecha del prado, pasar por una zona en donde había varias tiendas montadas e iniciar nuevamente al ascenso por una senda de zetas para ganar altura entre la vegetación y llegar a un bonito lago (Mirror Lake), en donde a más de 3200 metros crecían unos pinos con un tronco gigantesco que adornaban el paisaje. Allí hice la segunda parada mientras observaba como salía el sol por el horizonte, disfrutando del momento con la boca llena.
Tras el descanso junto a un grupo de 6 personas me puse en marcha nuevamente, la vegetación arbórea se había terminado y ahora el camino, muy bien señalizado ganaba altura sobre una de las morrenas, siendo caliza gris la predominante en la zona (muy similar a la de Picos de Europa). Mientras ascendía ya podía ver el collado situado a 4.200 metros desde donde tenía que coger la cresta hacia el Whitney, eso sí 5 kilómetros de cresta. Me introduje nuevamente en el cauce del Lone Pine, algunos neveros comenzaban a aparecer y el cauce tan sólo era un diminuto arroyo del que cogí agua por última vez antes de abandonarlo. La temperatura era bastante baja, unos 4º, no tenía guantes y metía las manos en los bolsillos de la chaqueta para intentar mantener el calor, mientras por arriba en la lejanía podía observar algunas personillas.
Llegué a la altura del Consultation Lake, lago que dejé a la izquierda para proseguir sobre una de las morrenas y llegar sobre las tres horas al campamento de altura a 3.600 metros, en el que la gente hace la noche para dividir la ascensión en dos días. Allí había unas 30 tiendas montadas y la mayoría de la gente a las 6 de la mañana aún no había salido de las mismas.
Tras pasar entre las tiendas realicé la tercera parada para comer algo, estaba en la base de una tremenda pedrera, que separaba el collado del campo de altura, parecía mentira pero la pedrera tenía 600 metros de desnivel y ni se veía la senda ni tan siquiera las personas, debido al fresco mañanero no paré mucho para comer en esta zona y tras 5 minutos partí nuevamente siguiendo la senda.
Por la inmensa pedrera fui ganando altura mediante zetas, me entremezclé entre las personas que habían salido del campo avanzado y observaba unas preciosas agujas situadas a la derecha, donde en su base portaban algunos neveros y que por su parte de atrás tenía que atravesar para llegar al Whitney. La altura ya iba haciendo mella y la gente paraba cada pocos minutos para tomar aliento, yo intenté mantener un ritmo constante y en algunos momentos para evitar el frío me masajeaba las manos mientras caminaba o simplemente me las metía en los bolsillos del soft Shell. Zeteando se me pasó la 4ª hora y tras la pertinente parada llegué al collado señalizado con algunos carteles que delimitan el Parque Nacional de Sequoias y el del Whitney, la senda pasaba a la otra vertiente donde el viento del Noroeste pegaba bastante fuerte, además algunas nubes oscuras comenzaban a formarse.
Tras pasar a la vertiente Oeste de la cresta la senda descendía algunos metros para evitar todas las agujas de la parte alta, ésta en bastante buen estado me sorprendió bastante ya que era bastante cómoda y así realicé una travesía en dirección Norte bordeando todas las agujas satélites del Whitney que tan mala pinta tenían desde la lejanía.
Con una maravillosa vista de los Hitchcock Lakes continué hacia la cumbre, había dejado la zona de las agujas atrás y me monté en la loma que desciende del Whitney hacia el Oeste para tras atravesar algún nevero superar el primer tramo de pedrera con el corazón en la boca y poder divisar algunos metros más arriba el refugio libre que hay en la cumbre del monte.
Bien!!!, con un último esfuerzo llegué al punto más alto, ya había una decena de personas y no había ningún hito o vértice característico en la zona, tan sólo una placa conmemorativa metálica. Tomé algunas fotos hacia las diferentes vertientes y tras un pequeño cotilleo por las inmediaciones de la cumbre, busqué mi rincón para comer algo e intentar bajar las pulsaciones.
Cuando me relajé un poco comencé a notar más fuertemente el dolor de cabeza y a pesar de no tener hambre, comí un plátano y algunas barritas, además de beber agua, mientras observaba a la gente como iba llegando y gritaban, se abrazaban e incluso un grupo de 5 chicas se quitaron camisetas forros y pantalones y se hicieron una foto en paños menores, “-estos americanos son la leche-“.
Tras unos 15 minutos me dirigí hacia el refugio para ver cómo era, simplemente era el propio habitáculo que veía desde fuera y no tenía más. En la puerta había una especie de escritorio metálico, abrí la tapa y había un registro de cumbre, allí puse mi nombre, apellidos y SPAIN, mientras observaba que todas las cumbres de la última semana eran de Americanos y el 90% de Californianos. Tomé una foto más de la cumbre y comencé a descender por la misma pedrera ahora cara al viento y con las manos bien guardadas en la chaqueta para llegar al final de la misma en pocos minutos y girar para tomar dirección Sur hacia la travesía de las agujas.
A pesar de que alguna de las agujas era accesible y cercana al camino y que siempre me gusta aprovechar al máximo la salida para subir a algún pico más, el dolor de cabeza iba en incremento y las nubes dejaban caer alguna que otra gota, así que decidí ir hacia abajo a toda prisa deshaciendo los pasos.
Tras realizar los 5 kilómetros de travesía llegué al collado, había bastante gente, algunos haciendo el John Muir Trail y otros intentando subir al Whitney, yo decidí comer y beber algo mientras me encontré a un Venezolano camino de la cumbre y que pronto notó que mis rasgos no eran muy americanos.
Tras hablar algún minutillo decidí seguir bajando, iba fenomenal de fuerza en las piernas pero en la cabeza parecía tener un cinturón bien apretado y la verdad que el dolor en lugar de ir a menos iba a mas. Así me centré en descender y contar el número de curvas que da el camino, a partir de la nº 30 perdí la cuenta y ya casi estaba en la zona del Campo Avanzado, donde nuevamente me encontré a un hispanohablante mejicano que se daba la vuelta en esa zona. Algunas gotas comenzaban a caer, parecía ir un poco por delante de las nubes que el viento iba mandando hacia mi misma dirección de la marcha.., así que a correr.
Me iba encontrando un poco mejor, ya estaba a unos 3500 metros y recorriendo la morrena por la senda ya iban apareciendo los lagos de Consultation y Mirror un poco más abajo, además algunos pinos ya parecían crecer, esto me alivió eso es que hay más oxígeno. También algunas ardillas típicas de California correteaban por las praderas.
Definitivamente a tiro de 2 horas me tiré a tumba abierta hacia abajo (error), sin parar apenas para hacer alguna foto, cogí la marcha y llegué al Mirror Lake, para seguir hasta el Bighorn Park y adentrarme en el Barranco de Lone Pine.
Bighorn Park |
En una bifurcación entre unos pinos al llegar a Bighorn Park y sin verla aparentemente, continué recto entre troncos secos de pinos para llegar al Lone Pine Lake, por dicho lago no había pasado durante la subida, así que me quité la mochila y observé en el mapa que me había comido con patatas el sendero correcto.
Entre unos pinares y algún tramo rocoso logré salir al camino bueno, justamente donde una pasarela de troncos vadea el Arroyo de Lone Pine, allí y cuando me disponía a hacer una foto me di cuenta que había perdido la cámara de fotos y recordé tenerla en el Lago de Lone Pine, así que retrocedí mis pasos hacia el ibón y allí la encontré en el suelo en el lugar donde me había quitado la mochila para ver el mapa.
Menos mal!, ya me estaba acordando de las fotos de Las Vegas, Colorado, etc… Nuevamente volví al camino bueno y tras cruzar el cauce del Lone Pine por la pasarela de troncos tomé el camino que nuevamente comienza a trazar zetas. Ahora sí tocaba y el cielo empezó a derramar un poco de lluvia con bastante fuerza a modo de tormenta de verano. No tenía chubasquero o poncho, así que el Shoft Shell a modo de gorro-capa, sobre todo para no mojar las cosas de la mochila.
Tras unos 10 minutillos de lluvia, ésta paró y ya más calmadamente llegué a la zona del Whitney Portal donde me esperaba mi novia y donde nos dispusimos a desmontar la tienda para irnos a otro parque americano. Como las distancias aquí son largas, comí en el coche, con un cafelito americano, mientras los ligamentos de las rodillas protestaban un poco de los 35 kilómetros y 2000 de desnivel en algo menos de 10 horas.
Enhorabuena!! Qué buena ruta, así da gusto conocer mundo.
ResponderEliminarsaludos
qué satisfacción.... algría..... y como todo el esfuerzo... y la azaña cobra su sentido...... cuando tiene como premio cinco tías en braguitas a 4.400 metros!!!
ResponderEliminarsí señor, pero por más que miro el treportaje no veo ninguna foto!!!!! no me jodas Pele!! ;))