Antes de empezar las típicas cenas y festividades de este invierno, necesitábamos aire libre para llegar a dichas cenas con déficit calórico y además aprovechar para realizar nuestra particular felicitación. El lugar no podía ser muy lejano ya que disponíamos del 23 por la tarde y el 24 por la mañana, observando el tiempo había una ventana de buen tiempo justo para esas fechas así que elegimos la Sierra de Gredos como escenario y el Pico Almanzor como objetivo, aunque sabíamos que nos iba a costar abrir huella ya que daban unos 20 centímetros de nieve la tarde anterior.
Éramos 4 los componentes del grupo, Ismael, Juanjo, Dani y yo, y en dos coches nos dirigimos a Gredos el día 23 por la tarde tras salir del trabajo.
En la carretera no había mucho tráfico y pasando Talavera comenzamos a ver que el buen tiempo tardaría en llegar un poco más, ya que observábamos toda la sierra con nubarrones blancos, posados sobre los picos. A partir de Monbeltrán el termómetro del coche cayó en picado y durante la subida al Puerto del Pico comenzó a nevar, la verdad que en la vertiente Sur no había nieve, pero en la Norte la cosa cambiaba, el viento de Norte movía a su antojo los copos de nieve y en forma de oleadas iba depositando en toda la Meseta Norte una capa de nieve bastante reciente. En la Vega del Tormes ya la carretera en los sitios venteados presentaba zonas peligrosillas y con los coches fuímos con cuidado hasta llegar a Hoyos del Espino. Junto al Bar la Galana dejamos uno de los vehículos y tras informarnos de que la parte libre del refugio estaba abierta partimos con el todo terreno de Dani hacia la Plataforma. Muy despacio y con cuidado circulando por zonas en donde el manto de nieve era continuo llegamos al final de la plataforma, donde dejamos el coche en medio ya que nos podíamos maniobrar mucho.
En la carretera no había mucho tráfico y pasando Talavera comenzamos a ver que el buen tiempo tardaría en llegar un poco más, ya que observábamos toda la sierra con nubarrones blancos, posados sobre los picos. A partir de Monbeltrán el termómetro del coche cayó en picado y durante la subida al Puerto del Pico comenzó a nevar, la verdad que en la vertiente Sur no había nieve, pero en la Norte la cosa cambiaba, el viento de Norte movía a su antojo los copos de nieve y en forma de oleadas iba depositando en toda la Meseta Norte una capa de nieve bastante reciente. En la Vega del Tormes ya la carretera en los sitios venteados presentaba zonas peligrosillas y con los coches fuímos con cuidado hasta llegar a Hoyos del Espino. Junto al Bar la Galana dejamos uno de los vehículos y tras informarnos de que la parte libre del refugio estaba abierta partimos con el todo terreno de Dani hacia la Plataforma. Muy despacio y con cuidado circulando por zonas en donde el manto de nieve era continuo llegamos al final de la plataforma, donde dejamos el coche en medio ya que nos podíamos maniobrar mucho.
Con los petates nos metimos en la nueva parada de autobuses de la Plataforma para cobijarnos del viento y la nieve y nos fuimos cambiando de ropa mirando de reojo el cielo, observando que el buen tiempo esperado no llegaba. Así ataviados con toda la ropa de invierno, cargados con las mochilas, con el frontal y con grados negativos comenzamos la ruta
Pronto y cuando no llevábamos más de 10 minutos abriendo huella por el camino empedrado nos dimos cuenta que el objetivo no iba a ser el Almanzor sino que podíamos estar contentos con llegar al refugio para pasar la noche. Habían caído unos 30 centímetros ya de nieve, continuaba nevando con fuerte viento y nos quedaba toda la subida, iba a ser un día interesante. Continuamos turnándonos para abrir huella y siguiendo el track del gps fuimos por el camino empedrado que no se veía por ningún lado, pero que intuíamos por las depresiones del terreno. Para echar más leña al asunto la niebla se apoderó de nosotros en el Prado de las Pozas y a ciegas siguiendo el aparato electrónico nos dirigimos hacia la nada para llegar en una hora al puente del prado. Habíamos tardado el doble de lo normal hasta el puente, así que ya supimos que hasta el refugio nos iba a suponer unas 5 horas y con tranquilidad relativa iniciamos el ascenso de los Barrerones.
Continuaba nevando, el viento como es normal en esta zona soplaba más fuerte y tan solo mirar el gps ya era una odisea, ya que se había llenado de hielo la funda, para ello tenía que descolgarlo de la mochila, abrir el velcro, sacarlo y echarle un vistazo para seguir el track y todo esto con las manoplas, ya no me acordaba de las típicas duras condiciones invernales, pero en esos momentos comencé a recordarlas. Poco a poco fuimos ganando altura por la ladera de los Barrerones, aunque no veíamos por ningún lado la senda, intentábamos ascender por las zonas más accesibles trazando zetas cercanas al itinerario normal, aunque la nieve ya nos llegaba por encima de las rodillas y la progresión era bastante penosa, llegando a turnarnos cada 10 minutos aproximadamente.
Durante unos 5 minutos no mirarmos el gps y nos desvíamos unos 50 metros hacia la izquierda metiéndonos en una pequeña depresión en donde el viento no azotaba, allí paramos por primera vez tras 2 horas y media de camino y comimos algo con la nieve por la rodilla, tras ver el track de nuevo observamos que el itinerario iba un poco más a la derecha y fuimos en su búsqueda por una zona que los piornos estaban tapados de nieve y en donde poco más teníamos que nadar por encima de ellos más que caminar. Al fin llegamos al camino normal, se notaba porque la nieve estaba algo más dura y menos acumulada eso si nunca menos de 30 centímetros, pasamos junto a la fuente de los Barrerones que dejamos de lado y continuamos en busca de la parte alta que se situaba a 2200 metros y a la que no nos quedaba mucho por llegar tras 3 horas de "caminata".
Así por fin la pendiente suavizó y seguidamente comenzamos a caminar por llano, estábamos atravesando los barrerones, en cuanto nos salíamos 1 metro del supuesto camino los piornos nos cubrían por la cintura así que era mejor andar con cuidado y llevar el gps en la mano de continuo para no irnos ni un pelo. Llegamos al cartel del mirador, allí comimos una barrita y continuamos el descenso a sabiendas que el tramo de zetas y el posterior de las canales procedentes del Morezón nos podía crear alguna complicación si nos salíamos del camino.
No paraba de nevar (nos cagamos en piqueras y en San Meteored), y con la nieve por encima de las rodillas descendimos hasta la Fuentecilla posterior, en la que tan solo se veía el pequeño caño y donde si corría agua, que dashacía la nieve fresca, cogimos agua y llenamos las botellas por si en la zona del refugio no podíamos hacerlo y continuamos hacia abajo, notando que por lo menos el manto era menor. Las zetas que pensamos que nos podían deparar alguna complicación por su inclinación no lo supusieron ya que las acortamos directamente y en la zona de las canales, siguiendo el gps al dedillo, metimos la pierna entre las rocas alguna que otra vez observando el agua que corría por debajo. Por fin pasamos las canales por la siguiente zona rocosa podíamos progresar mejor y sabíamos que nos quedaba poco para llegar a la laguna, hasta la que tardamos 4 horas y media en llegar.
Junto al borde de la laguna, se nos quitó la idea de pasarla por encima y por el itinerario lateral, en donde tuvimos que ascender leves remontes de nieve acumulada y volver a descender en varias ocasiones llegamos hasta el final de la misma, bueno o eso pensaba yo. Por el gps, era aproximadamente el lugar donde descendía el arroyo que viene de la Charca Esmeralda, podía reconocer la zona de pasar más de 10 veces antes, las mismas rocas y sin contar con la crecida de la laguna por las lluvias, pensé en cortar el arroyo para dirigirnos hacia el refugio, primeramente la nieve estaba algo dura incluso, tan solo me hundía 10 centímetros, que fueron en el siguiente paso 20 y el otro 30, 40,... Así me introducí hasta casi la cintura comenzando a sentir el agua por las botas, dándome la vuelta a toda prisa e intentando volver por donde había venido, con rápidez mis compañeros me tiraron del cuerpo hacia fuera y pude salir de la laguna. A los pocos segundos de salir, todo lo que se me había mojado de agua, se congeló y realmente en ese momento notaba humedad pero no suponía nada para poder seguir. Ahora sí por el lugar correcto bordeamos la laguna y entre la niebla apareció una visión que nunca antes había visto, !había un puente! antes de llegar al refugio,,,¿cómo?,, habían construído un puente de madera justo para atravesar el arroyo de antes de llegar al refugio, primeramente no entendí por que estaba allí, pero cuando nos volvimos a meter en el agua por los tobillos los 4 descubrimos porque estaba. No encontrábamos el lugar por donde llegar a los primeros escalones del puente, todo estaba inundado y tras dar varias vuelta el agua comenzaba a subir cuanto pisabas en la nieve, así que ya mojados nos dió un poco igual y nos volvimos a meter por los tobillos para llegar al refugio de las narices tras 5 horas y media.
Mojados y cansados como si bajáramos de hacer un 3.000 intentamos abrir la puerta de la parte libre, no había manera de hacerlo y justo antes de intentar apalancar con los piolets, descubrimos que la parte libre era la siguiente puerta, 5 metros más allá,-"si no nos damos cuenta antes tiramos el refugio abajo". Eran las 12:30 de la noche y por fin habíamos llegado al refugio de Élola, parte libre que en verano parece un cuchitril, ahora nos parecía el mejor chalet, además la temperatura no bajaba de 0º en el interior por lo que se estaba hasta cómodo. Tras cenar algo, pusimos las cosas a secar por allí colgadas y nos metimos en las mullidas plumas para pasar lanoche, sin hora en el despertador para madrugar.
Día 24 de Diciembre,,, casi fun, fun, fun.
Día 24 de Diciembre,,, casi fun, fun, fun.
Nos levantamos a las 9 de la mañana, no apetecía nada salir del saco pero había que hacerlo, abrimos la puerta, el día estaba despejado, había llegado por fin el añorado mini-anticiclón, con un tomo increible de nieve en el circo, tan sólo podíamos abrir la hoja de arriba de la puerta del refugio, la de abajo estaba cubierta por la nieve, hacía 8º bajo cero en la calle y sorprendentemente en el interior hacía 6 sobre cero, era algo fabuloso, incluso se habían secado las ropas, eso sí las botas no. Antes de cambiarnos de ropa nos hicimos alguna fotillo comprometida entre risas y posteriormente tranquilamente tras desayunar rehicimos las mochilas para iniciar la vuelta, ya que como nos demorásemos mucho no íbamos a llegar ni para la cena de Nochebuena.
Partimos cerca de las 11 de la mañana, por nuestra huella se caminaba fenomenal, además con la bajada de temperatura se había helado algo la nieve y no nos hundíamos tanto, además podíamos ver todo el itinerario que más se podía pedir.
Volvimos con rapidez observando donde me había metido en la laguna hasta la cintura,,vaya fallo,, y continuamos divinamente por el lateral de la laguna, al final de la misma, nos encontramos con dos compañeros que venían de la Plataforma, habían tardado 3 horas hasta allí, una y media menos que nosotros y nos comentaron que habían seguido nuestras huellas durante casi todo el itinerario.
Continuamos por los Barrerones donde comenzó a salir el sol por encima de las montañas, realizamos las travesías de las canales y disfrutamos de la soledad del circo, aunque nos tocara abrir un poco de huella tapada en ocasiones en la zona de las zetas. Pasamos la fuente y llegamos al mirador, desde allí las vistas eran increibles, no había visto el circo tan lleno de nieve nunca antes, más que por la cantidad por lo reciente de la misma, no había casi rocas visibles y nos hicimos decenas de fotos por allí subidos en la peña junto al cartelón antes de terminar de subir el tramo final de los Barrerones e iniciar el descenso en donde nos encontramos con un par de parejas más que se dirigían tan solo hasta el mirador. Desde allí ya cansados pero con el itinerario practicamente a vista, fuímos perdiendo altura cómodamente zeteando toda la ladera para llegar al puente del Prado de las Pozas donde comimos algo y continuamos el último tramo hasta la Plataforma, tramo que siempre se hace largo. Allí en la Plataforma, había unos 10 vehículos, algunos habían subido con cadenas, otros no, y nosotros tras cambiarnos de ropa de nuevo en la marquesina iniciamos lentamente un descenso hasta Hoyos del Espino con cuidado ya que la helada había dejado tramos peligroso durante el camino. El Bar de la Galana estaba cerrado, así que nos dirigimos al de en frente, para comer unos bocatas abulenses de esos de 30 centímetros y de barra que no abarcas con las dos manos. Tras la ingestión volvimos hacia Madrid con el tema habitual en estas fechas de fondo: "La mejor manera de celebrar la navidad es ir al monte y no al bar".
Feliz salida y entrada de año.